El premio gordo se fue a Guipúzcoa

Alberto Moreno
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Pésimo partido del Chocolates Trapa, que sumó su segunda derrota en casa

El permio gordo se fue a Guipúzcoa - Foto: Óscar Navarro

Palencia, en el espacio de cuatro días, fue La Bella Easo para los dos equipos más representativos de la capital guipuzcoana. La Real Sociedad se dio un festín copero ante el Becerril y ayer el Delteco Gipuzkoa Basket hizo lo propio ante un irreconocible Chocolates Trapa. A los donostiarras sólo les faltó el Cantábrico para estar en casa, pero el Carrión lo suple con sus aguas a mares.

 Se jugó al intercambio de canastas en el inicio del encuentro, situación que favorecía a los guipuzcoanos, aunque a los morados les gusten los marcadores amplios y los partidos de este tipo. El acierto visitante y las eternas carencias en el rebote morado provocaron que los vascos se fuesen hasta los siete puntos en cinco minutos.

Los visitantes iniciaron las rotaciones y en una de ellas entraba el hasta hace poco jugador morado, Niang, recuperado de forma milagrosa y rapidísima de su grave lesión. Se jugó dos triples en sus dos primeras acciones, acertando con el segundo. Con él dirigiendo el juego la diferencia se disparó hasta los diez puntos (12-22) a falta de minuto y medio para el final del primer cuarto, lo que provocó un tiempo muerto y el monumental enfado de Carles Marco. El tiempo de reflexión sirvió cuando menos para no aumentar la sangría, pero con un pobre balance local tanto ofensivo, como defensivo. 12-22.

Trapa seguía en el segundo cuarto con los mismos errores (mejorando sus prestaciones ofensivas, eso sí, gracias a esporádicas brillantes acciones individuales), pero en esta ocasión compartidos por el Guipúzcoa. Tanto, que Nicola, su técnico, pedía el primer tiempo muerto del partido con ocho arriba a falta de 2’43’’ para el ecuador. Su equipo, además, se estaba cargando de personales, con hasta tres jugadores con tres faltas. Murphy,  mientras tanto, a lo suyo, incrementando su estadística ante la endeble defensa local, acompañado por el dinámico Lee. Dos apellidos cinematográficos, dos jugadores que estaban protagonizando la película del partido. Sonaron los primeros tímidos pitos en la grada por el juego local y el cúmulo de errores. Un minuto después era Marco el que pedía tiempo muerto para frenar el nuevo arreón vasco. 30-42 al descanso y en el caso de los palentinos, al rincón de pensar. Los fríos números dicen a veces muchas cosas. 9 frente a 22 rebotes, 8 por 15 faltas personales. La suma de todo ello: falta de intensidad defensiva, otro lastre no corregido.

En dos minutos, los primeros de la reanudación, se vieron más cosas que en los veinte anteriores: intensidad, descaro y acierto ofensivo y hasta un rebote ofensivo. Noticia. Eran los mismos, pero parecían otros. Parcial de 10-2. Es evidente, el problema no es de aptitud sino de actitud. El talento no está reñido con el trabajo y sacrificio en defensa. Cada canasta visitante les costaba un mundo en esos minutos brillantes de los morados en los que dio su medida real, pero poco a poco fue recomponiendo la situación, debido a la falta de acierto en el lanzamiento exterior local.

Había una vía de remontada, la amenaza de cinco personales de varios de los jugadores visitantes. El primero en tomar el camino del banquillo fue Olaizola.

Tomó las riendas ante esta delicada situación Lee. Trapa empezaba a entrar en cierta precipitación en el lanzamiento exterior. El tiempo apretaba. Segundo jugador vasco al banquillo por cinco personales, Jawara. Gipuzkoa jugaba con el crono agotando posesiones y la diferencia de nuevo se iba recortando bajando de la barrera psicológica de los diez puntos. Fue un espejismo, Oroz anotaba un triple que daba la estocada, 53-65 a 3’04’’ para el final. Era luchar contra un imposible. Y más cuando Dee anotaba un triple desde su casa norteamericana de Colorado.  Tercer jugador visitante expulsado, Faye, pero ya era intrascendente. Derrota y al final pitidos más sonoros.