«Los presos deberían trabajar fuera de la prisión; de lo contrario, solo piensan en vengarse ante la sociedad»

ALBERTO ABASCAL
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Germán García Ferreras gestiona el Centro de Acogida de Presos de Cáritas en Palencia

Germán García Ferreras, en el Centro de Acogida. - Foto: EVA GARRIDO

El Padre Balbino del Carmelo o Germán García Ferreras, como prefieran, tiene una cosa muy clara: el actual sistema penitenciario es un fracaso; no sirve para reinsertar a los presos. «¿Os parece que las murallas altas de hormigón, sin alma y con alambradas, pueden hacer algún bien a un preso? Todo lo contrario, saldrán de la cárcel con mucho odio y con ganas de venganza».

Ferreras, detractor a ultranza de la pena capital, recordaba mientras tanto que en 1959 se encontraba en Zamora y que acudió a la prisión palentina para socorrer en su última noche a Santiago Viñuelas Mañero «porque me lo pidieron, ya que él siempre rechazó a cualquier religioso que le proponían». «Con su muerte sólo tuve una única satisfacción en aquellos años cuando yo era un fraile carmelita (ahora es sacerdote): que en el último momento consiguió perdonar a su madre; hasta entonces eso había sido imposible porque siempre la culpó de su abandono y desdicha en su corta y desgraciada vida».

García Ferreras, cercano a los 90 años, siempre se ha mostrado comprometido con la sociedad. No en vano, además de presidir la Hermandad de Donantes de Sangre de Palencia tiene la tarea encomendada de acompañar y apoyar -incluso duerme con ellos- a los presos del Centro Penitenciario de La Moraleja de Dueñas que comparten un piso en la Casa de Acogida que tiene Cáritas desde el año 2000.

Se trata de una casa, con varias habitaciones, salón y cocina, preparada para que seis personas puedan iniciar una vida normal antes de abandonar definitivamente el Centro Penitenciario. «Son presos que están a punto de cumplir la pena impuesta y que cuentan con un expediente favorable para poder obtener este tipo de beneficios», explica Ferreras.

Los presos acuden a esta Casa de Acogida desde el lunes hasta las 10,00 horas del sábado, hora límite para regresar a la prisión eldanense y pasar allí el fin de semana. Más de 30 voluntarios trabajan en la misma para que no les falte de nada, incluido un psicólogo que les ayuda a adentrarse de nuevo en la sociedad.

«Las cárceles deberían tener picaportes y sólo deberían albergar a no más de 200 presos, y no como la de Dueñas que acoge a más de 1.500 de diferentes nacionalidades. Los internos necesitan salir de allí a respirar y trabajar. Es la única forma de redimirles y que no piensen sólo en buscar venganzas ante la sociedad. El Canal de Castilla se construyó con presos y ahora tenemos los montes sin limpiar o las cunetas sin arreglar. Ellos podrían hacerlo, con remuneración eso sí, y seguramente que lo agradeceríamos todos, empezando por ellos mismos». Y es que Germán García Ferreras no quiere acordarse de lo que es un garrote vil; eso lo tiene muy claro.

Por lo demás, la antigua Prisión Provincial de Palencia, donde tuvo lugar la ejecución de Santiago Viñuelas Mañero aquella fría madrugada del 19 de noviembre de 1959, acogerá desde los primeros días de julio las oficinas de la Concejalía de Cultura. El equipo de Gobierno de Alfonso Polanco ha ordenado el traslado de este área a las instalaciones de la avenida de Valladolid, convirtiéndose en el futuro emblema cultural del Ayuntamiento de Palencia.

La antigua cárcel se abrirá al público pero únicamente aquella parte en la que se instale el Departamento de Cultura. El resto deberá esperar a septiembre, cuando está previsto el desembarco del Archivo y el Museo de la Policía Nacional. Un bonito destino que no debe hacer olvidar, sin embargo, los horrores que transmitió la aplicación de la pena de muerte.