Jesús Mateo Pinilla

Para bien y para mal

Jesús Mateo Pinilla


Entre sábanas

28/12/2021

Me contaban astucias para vivir en el lugar donde se dicen las verdades debajo de las sábanas aún mojadas de la brisa del squirting, un espacio donde surge la certidumbre como la primavera. Así supe que la suegra del pobre padre había inventado la acusación eficaz para que, tras la separación de la hija, dejara al progenitor sin la pequeña a la vuelta del país extranjero donde vivián. Rita y su madre vendrían juntas a España y el marido abandonado permanecería solo entre la niebla y el frío del recuerdo. 
El plan de una suegra era paralizar la fuerza de los argumentos de los abogados del padre acusándole falsamente de algo tan grave como abusos sexuales a la pequeña Rita. Nunca escuché argucia peor. Una suegra con el beneplácito implícito de la madre acusando al padre de un brutal delito. El resultado fue que el padre, acorralado y asustado por el escándalo que se provocaría, para evitarse problemas consintió en que la madre de Rita y la niña volvieran a España de inmediato. 
Las sucias argucias de la abuela habían triunfado. Sí, es verdad que se necesitaron los informes iniciales de un psicólogo de pago que interpretaba a su forma los test de Rorschach de Rita, pero eso no fue difícil. La separación costó poco dinero más, pero valió la pena y la niña cada vez que viajaba a ver a su padre con maletones vacíos, volvía a España cargada de consumibles digitales, excelente ropa de marca, zapatos de última moda e incluso algún regalo para la madre. Perfecto negocio para la falta de escrúpulos de la madre de Rita y de su abuela. 
Ahora vuelvo a ver casos parecidos en titulares en España. Se ha popularizado la conclusión: Si quieres que el padre consienta en dejar a la madre acompañada por la hija, dale tan fuerte que le paralices, consentirá en todas tus pretensiones. Nadie resiste ante la fuerza de una calumnia que te destruirá de por vida por ser tan detestada socialmente. El tema está de moda, ha corrido por las venas de la sociedad y los medios de comunicación como la pólvora morisca. Y en estos tiempos de noticias falsas, la maledicencia es solo una mentira más, válida para la destrucción del patriarcado.