Corazón guaraní

A. Benito
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Llegó a Aguilar hace 14 años y desde entonces no ha dejado de participar en la vida social de la localidad. Las raíces de Sonia Medina están en Paraguay, pero su idea es envejecer en la Montaña Palentina

Corazón guaraní

Han pasado catorce años desde que Sonia Medina llegó a Aguilar de Campoo. Ganarse el pan y tratar de mejorar las condiciones de vida de su familia fueron los motivos que la animaron a dejar su Paraguay natal, cruzar el charco y afincarse en la Montaña Palentina. Hoy en día, no tiene ninguna duda: es «paraguaya y de Aguilar». 


De hecho, Sonia Medina es una de las caras visibles de la localidad, no solo por presidir la Asociación Paraguaya, sino por su incansable participación social. Forma parte de los colectivos San Miguel Arcángel y ARCO, con su cámara retrata muchas de las actividades que se desarrollan en el municipio y nunca le tiembla la voz a la hora de reclamar más y mejores servicios para el medio rural.


«Mis necesidades son las mismas que las del resto de aguilarenses», explica la actual encargada de la cafetería del Hogar del Jubilado a la vez que reconoce que lo más duro de su primer año en España fue la sensación de soledad. «Llegas siendo una persona de estatus inferior y cuesta asimilar una nueva cultura después de haber dejado tu país. Sin embargo, yo estoy muy agradecida, porque desde el principio la acogida en Aguilar fue muy buena. Siempre me han tratado con cariño y amabilidad», asegura Sonia Medina.


Reconoce, no obstante, que alguna vez ha tenido que oír aquello de que todo lo que gana lo envía a su país. «Mandamos dinero a nuestras familias para que tengan alimento, ropa o medicinas. Es cierto, la situación en Sudamérica es muy complicada, pero yo pago mis impuestos aquí, vivo aquí y hago gasto aquí», defiende una mujer que, como otras otras muchas personas migrantes, inyecta dinero a su país de origen y, a la vez, contribuye al desarrollo de la economía española. 


Eso sí, le duele ser considerada la «desertora» en Paraguay y la «eterna inmigrante» en España. «No me gusta cuando la gente dice vamos donde la rumana, la búlgara o la marroquí. Creo que es el momento de despojarnos de ciertas etiquetas», señala Sonia Medina, que empezó trabajando en una tienda de golosinas, compaginó este empleo con la hostelería y, además, se matriculó en la UNED al llegar a Aguilar. 


Su dominio del castellano y su color de piel le facilitaron las cosas, pero Sonia admite que para personas de otras nacionalidades, no es tan fácil. «Hay gente que se ha quitado la vergüenza y muestra su racismo sin ningún pudor», asegura a la vez que indica que una de sus mayores obsesiones es mostrar a las personas todo aquello que las une. 


«El desconocimiento provoca rechazo, por eso desde nuestra asociación participamos activamente en las iniciativas que promueven la interculturalidad. Además, es nuestra obligación preservar nuestras costumbres y dárselas a conocer a los paraguayos nacidos en España», indica una mujer que es también una auténtica enamorada de Aguilar y su comarca.


Actualmente, más de 200 personas procedentes del país guaraní residen en la Montaña Palentina y, aunque esta no es la nacionalidad más numerosa, sí es una de las más activas. «Estamos muy unidos, pero aún nos queda mucho por hacer como colectividad. Por eso, mi futuro y el de muchos compatriotas está aquí», concluye. Y aunque echa de menos los caminos de tierra y los colores de la primavera de su país, en el norte de Palencia ha encontrado el lugar perfecto para envejecer.