Juanma Terceño

El hecho gastronómico

Juanma Terceño


Arquitectura gastronómica

08/12/2021

La llegada de las navidades y el fin de año, con la correspondiente ilusión de vernos, suele provocar varias situaciones de estrés, que imagino serán muy parecidas, o incluso idénticas, en todos los hogares. 
Una de ellas es qué se va a comer, y en relación a ello, cuánto se va a comer, quien lo va a comprar y cómo se va a pagar. Porque los anfitriones quieren que no falte ese plato, o ese marisco, o ese capricho, que tanto le gusta a hijo/a, sobrino/a, nuera o yerno… y eso ya va acumulando calorías sobre la mesa. Y como se supone que unos preferirán pescado, otros son más de cordero, pero alguno es más fan del cochinillo, siempre se intenta racionalizar, pero hay veces en que sólo falta el elefante encima de la mesa…
Otra, muy divertida cuando es la primera vez que se manifiesta el problema, pero horrorosa de vivir cuando es recurrente, es la búsqueda de la mejor manera para disponer la mesa, intentando que quepan todos los que van a venir. Que digo yo, si en esta ocasión vienen nuevos comensales (nuevos miembros de la familia, amigos…), se entiende esta búsqueda, pero que para el número de personas de siempre, ¡no hay porqué discutir sobre cómo vamos a colocar la mesa  y las sillas este año!, ¡que el salón o el comedor seguro que no han crecido de un año para otro!
Aun así, nunca nos van a faltar las discusiones previas, los experimentos y simulaciones, en las semanas anteriores como esta en la que nos encontramos, y nos vemos moviendo sofás o aparadores para tener la visibilidad de cómo vamos a estar mejor, porque claro, midiendo con un metro no nos quedamos tranquilos, pues siempre hay alguien que así «no lo ve» o «no se hace a la idea»…
También existen en muchas familias esas figuras más autoritarias o cabezotas, o las dos cosas, que sin participar en la investigación arquitectónica de cómo montar la mesa van a acabar haciéndolo ellos, a su manera, en ocasiones teniendo que improvisar a última hora, pues la idea preconcebida en su cabeza no corresponde a la realidad y se quedan platos sin sitio. O que sin haber movido un dedo, al ver el montaje hecho, dejan claro que ellos lo hubieran hecho mejor, ¡faltaría más!.
A pesar de todo esto, qué ganas tenemos de vernos y de juntarnos ya, ¿verdad?

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