107 años, flores y chocolate con bizcochos

J. Benito Iglesias
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Sebastiana Pérez celebra su longevo cumpleaños en la residencia Menéndez Pelayo de la capital

107 años, flores y chocolate con bizcochos - Foto: Sara Muniosguren

Sebastiana Pérez Pérez celebraba ayer su 107 aniversario rodeada de los suyos en la residencia de mayores Menéndez Pelayo de la capital. Nació un 28 de enero de 1916 en Espinosa de Cerrato, localidad donde residió hasta los 96  años. Poder apagar las velas 12 meses después a estas edades es un hito de longevidad y un privilegio figurar entre las personas más que centenarias en la provincia y en Castilla y León. Ayer era un día grande para la homenajeada y en la fiesta no faltó un ramo de flores y chocolate con bizcochos para celebrar la inusual efeméride.

Patricia Alonso, directora del centro residencial donde se cuida con mimo a Sebastiana, recuerda que justo hoy domingo se cumple un año de su entrada en la residencia acompañada de su nuera. «Ambas vivían con un hijo en Palencia y este falleció y la familia se planteó traerla aquí. Algunos días come sola, está en silla de ruedas y te responde a lo que la preguntes. Tiene dificultades visuales y puede realizar algunos ejercicios de terapia», explica.

A su vez, Patricia Alonso señala sobre la más que centenaria que «es muy amable y una buena mujer que se hace querer entre los trabajadores y el resto de los residentes», para concluir que como regalo Sebastiana tendrá un neceser con cremas y colonia 

La longeva residente compaginó a lo largo de la vida tareas domésticas realizadas durante décadas con el duro trabajo en el campo. Actualmente, recibe cuidados especializados y un año después ya le cuesta levantase del sillón a ratos y hacer ejercicio con el andador, lo que antes llevaba a cabo en su casa en un salón que conocía de memoria y tampoco desdeñaba paseos por la zona de Cardenal Cisneros, donde residió hasta hace poco.

Tuvo dos hijos y disfruta de cinco nietos y cinco biznietos, con los que ya ha soplado muchas velas acompañadas de tarta. Como todas las personas con una longevidad inusual, tiene un armario lleno de recuerdos y una vida que no fue fácil en tiempos duros. «Mi madre enviudó muy joven y en la casa, para salir adelante con el trabajo agrícola, hacía falta un hombre. Ella me decía que se casaría de nuevo y yo la comentaba que no quería otro padre. Así, con 18 años me eché de novio a Clementino, que tenía 24, me casé, al poco quedé embarazada y llegó la Guerra Civil. Él se fue a combatir y ese cabeza de familia que tanto necesitábamos tardó en volver cuatro años», relataba a DP en su día.