Aurora, Estarla, Cid, Dick, Nutella, Brownie, Bolt, Urano, Benjamina... Y así hasta cuarenta. En esta granja todos los animales tienen su propio nombre. Para un extraño puede resultar curioso, pero Óscar Alonso y Mariam González no tienen ninguna dificultad para identificar a cada uno de los ejemplares que forman parte de la explotación El Abrigaño.
Probablemente, y si no fuera por las imágenes que acompañan este artículo, cualquier lector estaría pensando ahora en una vaquería. O quizá en un rebaño de ovejas. Quién sabe si en caballos. Pero no. La finca con vistas a Monte Bernorio y la Montaña Palentina que Óscar y Mariam tienen en Revilla de Pomar no está ocupada por ninguna de estas especies, sino por alpacas, un mamífero perteneciente a la familia Camelidae, evolutivamente emparentado con la vicuña, pero también estrechamente relacionado con los camellos, las llamas y los guanacos. Un animal que, pese a ser originario del Altiplano de los Andes, en Perú, Bolivia, Chile, Ecuador y Argentina, ha encontrado en el norte de nuestra provincia un magnífico lugar en el que vivir.
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