Las panaderías descienden un 20% sus ventas desde marzo

ANA LUCAS
-

La demanda de pan ha bajado aunque al tratarse de un bien de primera necesidad y vender a mayores otros productos el balance se ha mantenido bastante estable durante el confinamiento

Las panaderías descienden un 20% sus ventas desde marzo - Foto: Óscar Navarro

El sector de la panadería ha sufrido un descenso del 20 por ciento en sus ventas desde la declaración del estado de alarma, aunque no fue lo que más afectó a los comerciantes de la provincia, puesto que se trataba de un bien de primera necesidad y en ningún momento dejaron de trabajar. En el caso de la repostería y la bollería la bajada fue más notable, ya que descendió hasta un 70 por ciento. Un problema que afectó a algunos panaderos fue el cierre de la hostelería, ya que hay panificadoras que destinan un 40 por ciento de su producción a dichos negocios. En este caso, las ventas a bares y restaurantes descendieron un cien por cien.

La diferencia de ventas desde marzo ha sido más notable entre los negocios en la ciudad en comparación a  los negocios en las zonas rurales, lo que ha provocado que la producción sea muy irregular actualmente. Es decir, algunas veces se produce más de lo que se vende o viceversa.

Al no dedicarse exclusivamente a la panadería y repostería, la demanda de otros  productos de primera necesidad ayudó a mantener estable el balance de ventas, ya que los clientes confiaban «en la seguridad de los pequeños comercios».

El impacto de la pandemia en este gremio fue «ambiguo», según  María Franco, presidenta de la  Asociación Provincial de Fabricación de Pan de Palencia. «El impacto que ha tenido la enfermedad ha sido enorme, porque nosotros en ningún momento hemos dejado de trabajar. De hecho, desde el primer día, tuvimos que implantar las medidas que creíamos oportunas y necesarias, bajo nuestro propio criterio», explica Franco.

Establecer medidas sin conocer qué iba a suceder y cuándo se volvería a la normalidad ha causado una gran incertidumbre en los dueños y trabajadores de las panaderías. «Hemos vivido una época de desconocimiento pero en un principio no éramos conscientes de la magnitud de la enfermedad», comenta Isaac de Prado, vicepresidente de la asociación.

 Asimismo, fueron los encargados de los establecimientos quienes tuvieron que invertir en la compra de medidas de protección. «Nos vamos a acoger a las subvenciones que hay para los EPI.Se trata de ayudas del Estado que  pagan un pequeño porcentaje de lo que los propietarios invertimos en mascarillas y guantes», alega la presidenta de la  asociación.

Si se compara su situación con  la vivida por otros sectores, la vulnerabilidad frente a la pandemia ha sido mínima, puesto que continuaban trabajando. Gracias a que estos meses sus negocios atendían a las necesidades primarias de la población, las panaderías «no han sufrido cierres definitivos, aunque algunos de los comercios cerraron temporalmente», según Franco.

Además, los trabajadores de las panaderías de la zona urbana no se acogieron a los Ertes,  como sucedió en otras empresas. Aunque los empleados de las panaderías no sufriesen esta consecuencia de la pandemia provocada por la Covid-19, el caso de los trabajadores de las panificadoras de zonas rurales fue diferente. Al contar con el reparto a domicilio, las dificultades económicas para los propietarios fueron mayores, y sus empleados tuvieron que acogerse a Ertes que afectaron a la mitad de la plantilla. Esta medida finalizó el 1 de julio y los trabajadores volvieron a sus puestos habituales. 

Durante el confinamiento, tanto las panaderías de la zona urbana como las de los pueblos continuaron repartiendo sus productos a domicilio. «Nunca nos hemos planteado dejar sin abastecer a ningún pueblo», explica la presidenta.

Además, tanto la Diputación como los ayuntamientos contactaron con la Asociación Provincial de Fabricación de Pan para mantener el servicio en los pueblos, ya que al no disponer de panaderías propias dependen del reparto domiciliario. «En el caso de mi panadería, hacemos el reparto a todos los pueblos de la zona norte, desde Carrión de los Condes hasta  Aguilar de Campoo y Velilla del Río Carrión, pero ahora que termina el verano, la gente se va y deja de ser rentable», alega el vicepresidente en declaraciones a Diario Palentino.