Pendientes de Merkel

M. R. Y. (SPC)
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El regreso de la canciller tras sus temblores durante los últimos actos antes de las vacaciones vuelve a suscitar los rumores sobre que padezca una enfermedad rara, párkinson o cáncer

Pendientes de Merkel

Las vacaciones de verano se acaban y el regreso a la actividad política en Alemania tiene un claro objetivo: Angela Merkel. Y no porque comience el penúltimo curso parlamentario de la canciller germana -previsiblemente acabará con su legislatura el próximo 2021-, sino porque será su vuelta a escena después de la controversia suscitasda por sus temblores.

El estado de salud de la mandataria conservadora preocupa, pero, cómo no, también el morbo tiene gran parte de la culpa de la expectación que se vive antes de que Merkel se ponga de nuevo manos a la obra.

A pesar de que la dirigente quiso restar importancia a los espasmos que sufrió en tres actos entre junio y julio, el hecho de que en su siguiente compromiso oficial apareciese sentada hizo saltar las alarmas. Y las especulaciones no han parado durante su ausencia. Incluso, después de haber reaparecido, el pasado 15 de agosto, en un acto militar con su Gobierno. 

Ha llegado a ser un asunto de Estado. A pesar de que un 80 por ciento de los alemanes considera que se trata de un tema privado de la canciller, la conclusión es que se ha llegado a plantear esta pregunta en un sondeo de la televisión pública, donde se hacen encuestas de importancia para el país.

Estrés, párkinson, cáncer o incluso una enfermedad rara llamada temblor ortostático primario son algunas de las patologías más nombradas en las teorías sobre el estado de salud de Merkel.

La primera vez que sufrió un espasmo fue el 18 de junio, en Berlín. La canciller se encontraba junto al nuevo presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, en un desfile, cuando la mandataria sufrió durante varios minutos unos repentinos e incontrolables temblores en todo el cuerpo que dieron la voz de alarma. Fue ella misma quien aclaró más tarde que simplemente había sufrido una deshidratación tras pasar varias horas en pie, sin beber y a una temperatura superior a los 30 grados. 

Sin embargo, una situación similar se vivió apenas nueve días después. El 27 de junio, en otro acto público, esta vez junto al jefe del Estado germano, Frank-Walter Steinmeier, sus manos no dejaron de moverse. Y el 10 de julio, durante la recepción al primer ministro de Finlandia, Antti Rinne, volvió a saltar la alerta.

En esa nueva ocasión, la conservadora volvió a dar explicaciones, achacando estos episodios a que aún estaba procesando los primeros temblores, agregando que se encontraba «muy bien». «No hay nada por lo que preocuparse. El recuerdo del incidente de la semana pasada llevó a la situación de hoy. Es un proceso psicológico», aseguró. Eso sí, no quiso volver a jugársela: al día siguiente, permaneció sentada mientras sonaba el himno durante otro acto oficial.

 

Un amplio abanico. A la espera de que el receso vacacional le haya hecho descansar, los alemanes aguardan al regreso de Merkel. Los analistas apuntan a que las causas de estos episodios repetidos pueden ser desde neurológicas hasta desórdenes relacionados con el tiroides o, incluso, respuestas psicosomáticas a transtorno de ansiedad o pánico.

La posibilidad de que sufra párkinson ha sido descartada por muchos expertos, ya que en este caso, los espasmos son mucho más continuos y llegan acompañados de otros síntomas, como la falta de agilidad.

Tampoco un cáncer -como han llegado a apuntar algunos medios- se antoja como causa de los temblores. Ni siquiera una enfermedad grave o un cuadro infeccioso.

Sí parece más factible que la mandataria pueda tener temblor ortostático primario, una enfermedad rara en la que el paciente sufre convulsiones en las piernas y el tronco cuando está de pie. Además, suele tener más incidencia en mujeres de edades entre los 50 y los 70 -la conservadora acaba de cumplir 65 años-. Eso sí, es fácil de tratar.

Si bien la protagonista de los rumores siempre ha achacado a la «deshidratación» de la primera vez y sus «recuerdos» en las posteriores, tampoco se descarta que haya podido sufrir estrés. Una opción que, en caso de ser cierta, podría haber desaparecido tras este receso estival.

El nuevo curso político servirá para ver cómo evoluciona la salud de la dirigente, que insiste en que acabará con su mandato. Aunque eso no dependa solo de su estado físico, sino también de la situación de la coalición del Gobierno de Berlín, que finalizó junio más relajada tras las turbulencias vividas en primavera, pero deberá aguardar a ver quién lidera el bloque socialdemócrata para comprobar si las aguas vuelven a su cauce o se intensifican las divergencias entre los socios.