Desarticulan una célula perteneciente a la mafia georgiana

Ical
-

La Operación 'Cátedra' se salda con cuatro detenidos, tres varones y una mujer de entre 25 a 35 años, ya en prisión provisional

El subdelegado del gobierno en Burgos, Pedro de la Fuente (I), presentó la operación Cátedra de la Policia Nacional de Burgos. - Foto: Ricardo Ordóñez (Ical)

Efectivos del Cuerpo Nacional de Policía de la Comisaría de Burgos desarticularon una célula perteneciente a la mafia georgiana a la que se atribuyen 52 robos en domicilios de la capital burgalesa. En total, fueron detenidas cuatro personas, tres varones y una mujer, de entre 25 a 35 años, a los que se les hace responsables de 52 robos con fuerza en domicilio, asociación ilícita e infracción a la Ley de Extranjería. La investigación continúa abierta y no se descartan nuevas detenciones e imputaciones.

Se trata de la denominada Operación ‘Cátedra’ y de ella informaron hoy el subdelegado del Gobierno en Burgos, Pedro Luis de la Fuente; el comisario jefe provincial del Cuerpo Nacional de Policía de Burgos, Jesús María Nogales; así como el inspector reponsable de la Operación, Alfonso Rodríguez.

En el último trimestre del pasado año, se experimentó en Burgos un repunte de los robos con fuerza en el interior de domicilio, después de que durante la época estival, fueran desarticuladas otras dos células integradas en la Mafia Georgiana, dentro del marco de las ‘Operaciones Esponja y Supergen’, las cuales habían operado activamente en la ciudad.

Inicialmente los investigadores después de analizar los hechos cometidos, trabajaron con la hipótesis de que se trataba de otras dos nuevas células que se habían asentado en la ciudad, ya que actuaban de manera claramente diferenciada. En la zona sur de la ciudad, los domicilios violentados presentaban restos de hilos de pegamento los cuales habían sido utilizados como testigos marcadores para detectar el trasiego, así como la presencia de los moradores en el interior de sus viviendas.

En estos robos, las cerraduras habían sido violentadas sin dejar restos visibles, es decir, según explicaron, utilizando “las técnicas del Bumping e Impresioning”, ya que se trataba de cerraduras de llave plana que permite su apertura con estos métodos. Se trataba de viviendas en las que sus moradores habitaban las mismas de manera continua, y no se trataba de segundas residencias.

Paralelamente a la comisión de estos hechos delictivos, se comenzó a detectar en la zona opuesta de la ciudad (zona centro, G-3 y G-2), un incremento en los robos con fuerza en domicilios siguiendo unos parámetros totalmente diferentes.

En este caso, los domicilios violentados no presentaban restos de haber utilizado ningún tipo de testigo marcador, y las formas de acceder a los mismos se regían por los métodos de fractura de bombín o apalancamiento, y en algunos casos de “ganzuado” es decir mediante el empleo de ganzúas para atacar cerraduras de borjas o de doble paletón.

En este caso, los inmuebles atacados, en la mayoría de los casos, se trataba de segundas residencias y pisos cerrados, rigiéndose para acceder a ellos por otros criterios tales como persianas permanentemente bajadas o acumulación de correspondencia en los buzones. Unos hechos de intercalaban con los otros en días y semanas alternos, sufriendo oleadas masivas de los mismos, para posteriormente cesar los robos durante otra temporada, lo que dificultó en gran medida la labor policial.

En este estado de cosas, los agentes de la Comisaría Provincial de Policía de Burgos, dentro del marco de la ‘Operación Cátedra’, después de una ardua investigación, constataron que no se trataba de dos grupos independientes entre sí, sino que se trataba del mismo, pero que actuaban de manera diferente según las técnicas de apertura dominadas por sus integrantes.

Zapatillas clave

El fotograma obtenido por una cámara de seguridad de uno de los autores de los hechos, calzando unas determinadas zapatillas de deporte, permitió después de meses de investigación, “centrar” a uno de los responsables de este grupo criminal, el cual una vez sometido a vigilancias y seguimientos, se constató que estaba relacionado con la célula desarticulada en verano dentro del marco de la ‘Operación Supergen’, el cual utilizaba hasta cinco identidades diferentes para pasar totalmente inadvertido.

Esta persona de origen georgiano, llevaba tiempo residiendo en Burgos capital, y era la que proporcionaba la infraestructura necesaria para que el resto de células itinerantes pertenecientes a la mafia georgiana se asentasen temporalmente en la ciudad para cometer sus asaltos. En un domicilio de la zona sur de la ciudad, residía en compañía de su mujer de origen georgiano, y de su hijo de cuatro años, pasando totalmente desapercibido para el resto de la ciudadanía como una familia más.

Esta persona además de alojar al resto de los integrantes en su domicilio temporalmente, era el encargado de realizar labores de información de inmuebles susceptibles de ser robados, analizando sus cerraduras y colocando los testigos marcadores en los mismos que denotasen la presencia o no de moradores en los mismos.

Seleccionados los objetivos, entraba en juego el denominado “mecanic” que es el miembro de la organización encargado de la apertura de los domicilios, el cual se desplazaba expresamente hasta Burgos con este cometido, mientras otros eran los encargados de acceder al domicilio para sustraer joyas y dinero en efectivo principalmente.

Detenciones

El pasado 9 de abril, cuando los investigadores detectaron que los mismos se encontraban reunidos en el piso en el que se ocultaban en la zona sur de la ciudad, organizándose para cometer una nueva oleada de robos, decidieron proceder a su detención. Posteriormente y con la preceptiva autorización del Juzgado de Instrucción de Guardia de Burgos, se realizó un registro en dicho inmueble.

Un lugar en el que se desmanteló el taller para la fabricación artesanal de las ganzúas para la apertura de los pisos, todos los útiles necesarios para la apertura de los inmuebles empleando las técnicas del “Bumping e Impresioning”, al igual que las empleadas para fracturar y apalancar, corroborando, lo que anteriormente se expuso, que aún siendo el mismo grupo, utilizaban técnicas diversas de apertura. Igualmente se recuperaron efectos sustraídos, algunos de los cuales ya han sido reconocidos por sus legítimos propietarios, imputándoles hasta el momento un total de 52 hechos delictivos.

Parte de los beneficios que obtenían con sus robos los aportaban a la denominada “Caja Común” donde se centraliza el producto de sus actividades ilícitas, para su reparto a los responsables de la organización que se encuentran fuera de España, tal y como se constató al analizar los envíos de dinero de esta célula a Georgia. La otra parte del dinero que conseguían con sus robo, lo destinaban a costear su adicción a las drogas.

Esta célula ahora desarticulada presentaba una estructura rígida y cada miembro ejercía una función definida. Estaba compuesta por profesionales del robo, altamente especializados, y que adoptaban unas fuertes medidas de seguridad, lo que dificultó enormemente las investigaciones.