Un regalo para los cinco sentidos

Rubén Abad & Miverva Archaga
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Gea Forestal propone un recorrido por los principales recursos del Parque Natural con parada en los picos Espigüete y Curavacas, la Tejeda de Tosande, el Pinar Autóctono o la Cascada de Mazobre, sin olvidar la fauna, la flora y el paisaje de la zona

Un regalo para los cinco sentidos

En el extremo norte de la provincia, a poco más de una hora en coche desde la capital, se levanta una espectacular cadena montañosa. Sus picos y crestas, modelados en las duras y apretadas calizas, sobrepasan los 2.500 metros y conforman un singular relieve a base de fantásticas agujas, impresionantes precipicios, altivos cantiles y profundos valles glaciares. Hablamos de la Montaña Palentina.


En este escenario espectacular, poco conocido y nada masificado, que aún conserva rincones vírgenes en los que integrarse con la naturaleza, tienen el lujo de trabajar los guías y educadores ambientales de Gea Forestal, ecoturismo, una pequeña empresa que cuida del territorio buscando el desarrollo sostenible del turismo rural y de naturaleza desde hace doce años. Un grupo de entusiastas que ofrece experiencias sensoriales; no se trata simplemente de hacer una ruta de senderismo o quedarse en el aspecto meramente deportivo de la actividad, sino que intentan transmitir su pasión por el territorio. «Conjugamos la divulgación del valor de los recursos naturales existentes en este paraíso de biodiversidad, con las formas de vida tradicionales, economía rural, cultura y patrimonio, etnografía y tradición. Todo está interconectado», señalan.


Además de rutas de senderismo interpretativas ofrecen otras muchas actividades que ayudan al viajero a descubrir los encantos de un territorio aún desconocido para el gran público. Una de las más demandadas a estas alturas del año es la observación de la berrea, que desde Gea Forestal definen como «un espectáculo natural». La observación de la fauna y la interpretación de sus rastros no solo se limita a los ciervos durante la época de celo, sino que la Montaña Palentina es el principal núcleo reproductor de la población oriental de oso pardo de la Cordillera Cantábrica. Y es que los plantígrados cuentan con ecosistemas perfectamente conservados que propician refugio y alimento a esta especie emblemática en peligro de extinción y una de las señas de identidad del Parque Natural. «Contamos con una población que supera el medio centenar de ejemplares. Recorrer los senderos y descubrir  indicios de su presencia resulta una experiencia excitante», destacan.

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Los amantes del mundo del motor tienen a su disposición rutas 4x4 en modo slow drive, es decir, conducción lenta y lo más respetuosa posible. Se trata de un recorrido por pistas forestales, sin prisas para hacer poco ruido y poder observar la flora, la fauna y el paisaje. Un regalo para los cinco sentidos, que es posible gracia a que disponen de autorizaciones especiales.


Otra propuesta que cada vez gana más adeptos es el baño de bosque (shinrin yoku en japonés). Se trata de una terapia surgida en Japón en los años 80, ya muy extendida por Estados Unidos, Escandinavia y Centroeuropa y que está llegando con fuerza a España. «La Montaña ofrece lugares excepcionales para la práctica de esta experiencia terapéutica y nosotros facilitamos las técnicas necesarias para el éxito», puntualizan desde Gea Forestal.

 

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PARQUE NATURAL

Bosques, valles y montañas en los que habitan el oso pardo cantábrico y el lobo ibérico, ríos de cristalinas aguas como el Carrión y el Pisuerga, relieves modelados por antiguos glaciares, bosques fosilizados convertidos en carbón, tejos milenarios, pequeños tesoros botánicos y una amplia diversidad faunística, etnografía, arte románico y, por supuesto, su paisanaje, son los tesoros que esconde el Parque Natural Montaña Palentina, un territorio que fascina a quienes lo conocen.


Este enclave natural es, según destacan desde Gea Forestal, «una zona geológicamente compleja, cuyo relieve ha sido modelado por antiguos glaciares del Cuaternario, que han dejado su huella en forma de circos, morrenas, lagos glaciares y valles de artesa». Ejemplo de ello es el valle de Pineda, por el que discurre un río Carrión recién nacido en la laguna de Fuentes Carrionas, a 2.220 metros de altitud, que bordea al macizo del Curavacas, hasta embalsarse en el pantano de Camporredondo de Alba, a los pies del pueblo de Triollo. 

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Este valle, el Alto Carrión, al oeste del parque, posee escasa cobertura forestal, debido a lo abrupto y escarpado de su relieve. Es el territorio del rebeco cantábrico y de un pequeño grupo de cabras monteses, que han venido de la vecina Reserva Regional de Caza de Riaño, donde fueron reintroducidas. Multitud de aves adaptadas a la altitud y la roca como treparriscos, chovas piquirrojas y piquigualdas, acentor, gorrión y bisbita alpinos o perdiz pardilla. 
Por si no fuera suficiente, sobrevuelan el territorio los buitres leonados y alimoches, buscando alguna carroña que hayan podido dejar los lobos; la majestuosa águila real e incluso el quebrantahuesos. El oso pardo suele criar en zonas rocosas inaccesibles y es donde dan sus primeros pasos en mayo los esbardos nacidos en pleno invierno.


Adquieren importancia singular algunas formaciones herbáceas, como los pastizales de montaña y cervunales -secularmente pastadas en verano por rebaños trashumantes de ovejas merinas venidas desde Extremadura y otros lugares del sur de España-, junto a las comunidades de roquedos, gleras y turberas, con algunas plantas carnívoras como la Drosera rotundifolia, conocida popularmente por los montañeses como atrapamoscas.


El modelado kárstico ha esculpido caprichosamente la dura roca caliza, originando cuevas como la de Fuente Cobre, donde brotan las aguas del Pisuerga tras un complejo recorrido subterráneo de más de ocho kilómetros, simas, crestas, lapiaces y dolinas. Por otra parte, el valle del Pisuerga, en la zona de La Pernía y Cervera de Pisuerga, al este del parque, presenta un relieve más suave, en el que predominan extensos bosques atlánticoss, con predominio de hayedos, robledales albares, alamedas de álamo temblón, abedulares, encinares de montaña y acebedas, acompañados de formaciones arbustivas a base de avellano, espino albar, endrino y pudio.


«En este mosaico de prados de diente y siega alternados con bosques, habitan ciervos, corzos, jabalíes y multitud de mustélidos», subrayan los responsables de Gea Forestal, quienes destacan, al mismo tiempo, que «entre los frondosos árboles se esconden los picos mediano y negro, trepadores y agateadores, cárabos y autillos». Asimismo, en los arroyos de aguas cristalinas se pueden observar nutrias, visón europeo e incluso el curioso desmán ibérico, en peligro de extinción. Gatos monteses, zorros y tejones también habitan la zona.


GRANDES CUMBRES Y SENDEROS

La Montaña Palentina está surcada de este a oeste por rocas fósiles del Carbonífero, de ahí la actividad minera del pasado. Por su parte, según Gea Forestal, «Curavacas y Espigüete poseen un enigmático poder de atracción: alpinistas y montañeros anhelan hollar sus cumbres, fotógrafos buscan sus luces, sombras y reflejos, ecoturistas que descubren sus secretos y visitantes de todas las edades deleitan sus sentidos observando sus altivas siluetas recortadas sobre el horizonte». Estos dos picos son los más conocidos, pero no los únicos. La Montaña cuenta con más de 70 cumbres que superan los 2.000 metros, considerándose el Curavacas la más alta con sus 2.525 metros.


El Parque Natural Montaña Palentina, además, cuenta con una red de senderos de más de 200 kilómetros, que acercan al viajero a los lugares más destacados del espacio protegido, como la Tejeda de Tosande, el Pinar Autóctono de Velilla del Río Carrión o la Cascada de Mazobre. También atraviesa el territorio el GR1, sendero histórico, que une las localidades de Ampurias y Finisterre, además del Camino Olvidado de Santiago o el Lebaniego.


Los cinco embalses, cuatro dentro de los límites del Parque (Requejada, Ruesga, Camporredondo y Compuerto) y el de Aguilar, son propicios para las actividades de recreo, la pesca y los deportes náuticos sin motor. Además, hay una extensa red de pistas apta para los amantes de la bicicleta de montaña y se puede practicar escalada en roca en zonas como Peña el Tejo, Ligüerzana, Gama y Recuevas.