"Intento no causar daño, solo hacer reír"

J.L.R.
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unto a Sinacio y Nerea Garmendia protagoniza, bajo la dirección de Ángel Martín, 'Redford&Newman', una divertidísima comedia que engancha desde que se levanta el telón

"Intento no causar daño, solo hacer reír"

Miki Nadal encarna en Redford&Newman (Dos hombres sin destino) a un simpático buscavidas que tiene que reorganizar su vida tras separarse de su mujer y acude en busca de ayuda a su mejor amigo de juventud. La obra llega mañana al Teatro Ortega, a las 21 horas. 

¿Cuántas razones se le ocurren para que los palentinos vayan a ver Redford&Newman?

Vamos a dar tres. Primero, que es una obra muy divertida, de las que más entre las que he hecho en mi vida, y sé que el público, porque así lo hemos constatado, se ríe desde el primer momento hasta el final. Es una comedia hilarante, con mucho humor visual y gestual. Dos, porque un viernes por la noche es lo que mejor se puede hacer para salir después a tomarse algo con los amigos. Y tres, porque si no vas al teatro, después la gente te lo comentará y te arrepentirás de no haber ido.

¿Se mantiene el montaje como se estrenó o ha variado?

Las funciones se liman.  Se añaden pequeños detalles; se recortan unas cosas y se amplían otras, pero la base en sí es la misma. Es como tunear un coche, para que quede más bonito. Es lo que hacemos, tunearla cada día.

El suyo parece un personaje escrito a su medida

Puede ser, porque soy uno de los guionistas de la obra junto a Sinacio y Ángel Martín, y los papeles estaban más o menos claro quién los iba a interpretar. Redford no tiene mucho que ver conmigo en realidad,  pero quizá sí con el personaje que, a lo mejor, piensa la gente que soy yo.

¿Quién se lo pasa mejor: el público o ustedes en el escenario?

Es algo recíproco. Cuanto mejor nos lo pasamos nosotros, mejor se lo pasan los espectadores y cuanto más se ríe la gente más disfrutamos nosotros. Una cosa retroalimenta a la otra,  y  llega al culmen, el clímax final de la obra que es ya una risa continua, y el aplauso de agradecimiento del público hacia nosotros y el nuestro hacia los espectadores.

¿Cuál es el secreto para que sea tan querido por el público; a todo el mundo parece caerle bien?

Bueno, de todo hay en la viña del señor y no todo  le gusta a todo el mundo. Hay manías que tienes a la gente sin saber por qué. La verdad es que tengo la suerte de que no soy un personaje que caiga demasiado mal entre el gran público y eso se agradece. A lo mejor es porque intento no hacer daño, no molestar, solamente hacer reír, y una persona que hace reír apetece que esté contigo al lado.

¿Qué peso tiene que tener el humor en el día a día?

El humor está ahí; es necesario, no puede faltar. El estado natural de las personas es estar de buen humor o, al menos, es lo que pretendemos todos.

¿Se puede aprender a tener sentido del humor?

Sí, y se aprende muy fácil. Desde el primer minuto de la mañana hay quien se levanta muy enfadado y quien lo hace de buen humor, aunque después eso varía y el enfadado acaba el día muy alegre y muy contento y el que empezó muy divertido cambian las tornas y se pone triste. El buen humor es algo que se puede trabajar.

¿Se siente más cómodo en un medio que en otro?

Estoy feliz en el contacto directo con el público, me da lo mismo la televisión que el teatro, pero la inmediatez es lo que más hace sentir mi profesión, saber que hay alguien mirándote y esperando que le ofrezcas algo que no espera. 

Una gira permite conocer muchos escenarios, ¿es diferente el público?

Las personas, en el fondo, nos reímos de lo mismo, con un acento o con otro.