Condenado por obligar a una mujer y 2 menores a prostituirse

ALBERTO ABASCAL
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Las víctimas, captadas en Internet, solo comían una vez al día y recibían estimulantes para que «aguantasen»

Imagen de archivo de la calle Juan de Castilla de Palencia. - Foto: DP

Un hombre y una mujer, vecinos de Palencia e identificados como M.H.D. y C.G.R., han sido condenados por la Audiencia Provincial a penas globales de cuatro años y medio y dos años de prisión, respectivamente, como autores de un delito de determinación a la prostitución por abuso de una persona mayor y otros dos de inducción a la prostitución a menores después de lucrarse supuestamente con los servicios sexuales prestados por una mujer necesitada y por dos jóvenes en un piso situado concretamente en el número 3 de la calle Juan de Castilla de la capital.

De esta forma, el alto tribunal de la provincia ha mantenido la pena que le impuso el Juzgado de lo Penal en su sentencia de primera instancia para la mujer, C.G.R., pero ha revocado la misma en cuanto al acusado al elevar de seis meses a tres años de cárcel la pena impuesta respecto a una de las víctimas menores de edad, que presentó el correspondiente recurso de apelación. La sala considera que no se le puede aplicar el atenuante de dilaciones indebidas a M.H.D. porque trató de retrasar al máximo el procedimiento judicial abierto.

EN PÁGINAS DE INTERNET. Asimismo, la Audiencia mantiene las indemnizaciones globales de 18.500 euros en favor de la mujer y las dos menores por daños morales y en un caso también por lesiones, así como 3.240 euros en concepto de multas para cada acusado.

La sentencia considera como hechos probados que los acusados captaban a sus víctimas a través de Internet, principalmente a través de la página Badoo, les proporcionaban dinero para llegar hasta Palencia, las recogían en la estación y luego las llevaban al citado piso. De hecho, contactaban con los clientes a través de una publicidad situada en la página web Milanuncios, en las que ponían fotos falsas de las chicas y anunciaban un número de móvil donde dichos clientes llamaban. 

El teléfono era atendido por las propias chicas, quienes les indicaban la dirección de la calle Juan de Castilla. Las dos menores que aparecen en el procedimiento que en su día fue instruido por el juzgado número 7 no podían abandonar el inmueble, mientras que las chicas mayores de edad -en el procedimiento solo aparece una como perjudicada- podían salir, pero eran controladas por el acusado M.H.D. Este hacía de cocinero para ellas, pero solo una vez al día, ya que no recibían más comida durante el resto de la jornada, una cantidad de alimento a todas luces insuficiente para sus necesidades nutritivas. Por si fuera poco, la otra acusada en este caso, C.G.R., les suministraba una vez al día una sustancia de carácter estimulante, cuya naturaleza no ha podido ser concretada, al objeto de que las mujeres «aguantasen».

Asimismo, C.G.R. llevaba la contabilidad de todos los servicios sexuales y de todo el dinero obtenido mediante la prostitución. En el piso en cuestión se disponía de una lista de móviles de clientes habituales y el fiscal del caso resalta que las chicas utilizaban alias para ocultar su verdadera identidad, tanto en la publicidad en Internet como en la contabilidad.

A partir de aquí, la Fiscalía pormenorizó cada situación en la que se vieron las tres víctimas. El primero era el caso de una mujer de 20 años que residía en Huelva que contactó en agosto de 2012 con el acusado, que le ofreció un trabajo para dar masajes eróticos. A partir octubre de 2012 el procesado le espetó que debía seguir prostituyéndose dos meses más sin recibir nada a cambio si se quedaba en el piso. La mujer aceptó porque no tenía dónde dormir, estaba mareada por la falta de comida y no tenía ropa de abrigo para salir a la calle. De hecho, el fiscal apuntó a que el acusado M.H.D. llegó a coger la documentación de la mujer, que incluso fue maltratada, la cual sentía temor de que pudiese realizar alguna acción contra sus padres al conocer su identidad y dirección.

DENUNCIA EN LA POLICÍA. Sin embargo, el 3 de octubre de 2012 pudo huir del piso porque había clientes y se dirigió a la Comisaría de Policía Nacional para interponer la correspondiente denuncia. El fiscal relata el segundo caso, el de una menor de 17 años y de nacionalidad dominicana, que también ejerció la prostitución en el mencionado piso ya que necesitaba el dinero para viajar a su país donde vivía parte de su familia. En este caso, la chica fue rescatada por la Policía Nacional el 4 de octubre de 2012, un día después de recibir la primera denuncia, después de que los agentes acudieran al piso y la localizaran en el tejado de la buhardilla donde se había subido, encontrándose en una situación comprometida por el lugar peligroso donde se encontraba y porque estaba paralizada por el pánico. 

El tercer caso hacía referencia a una segunda menor, de 17 años, que llegó a Palencia influenciada por M.H.D., que le ofreció un empleo para ganar 1.000 o 2.000 euros, sin concretarle qué tipo de trabajo debía realizar. Una vez en el piso, la joven, tras verse coaccionada, comenzó a ejercer la prostitución cobrando 50 euros por servicio como el resto de las chicas, «aunque los clientes estuvieran borrachos o drogados», debiendo entregar todo el dinero a los dos procesados. En noviembre de 2012, la menor, que estaba incapacitada al padecer trastorno límite de la personalidad, tuvo la ayuda de una mujer que también se prostituía en el citado piso y pudo contactar con su madre, quien posteriormente acudió a la Policía Nacional denunciando los hechos el día 26 del citado mes.