Cita esperada sin esperanzas

M.R.Y. (SPC)
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Biden y Putin se reúnen el miércoles para tratar de limar asperezas y suavizar una tensión que recuerda a la Guerra Fría

Cita esperada sin esperanzas - Foto: MAXIM SHIPENKOV MAXIM SHIPENKOV

Las relaciones entre Estados Unidos y Rusia están en su punto más bajo de las últimas décadas. Tal vez desde el final de la Guerra Fría no se vivía una tensión similar entre la Casa Blanca y el Kremlin.  

Desde la anexión de Crimea por parte de Moscú en 2014, Washington no solo no ha acercado posturas con la potencia exsoviética, sino que ha endurecido el enfrentamiento entre ambos. Y lo ha hecho con la implementación de importantes sanciones, que han ido en aumento con acontecimientos como la presunta injerencia en las elecciones norteamericanas de 2016 -en las que Donald Trump salió ganador- o los envenenamientos a opositores a Vladimir Putin como Serguei Skripal -2018- y Alexei Navalni -2020- de los que se sospecha que esté detrás el Ejecutivo ruso.

La llegada de Joe Biden a la Presidencia de EEUU no parece que vaya a aplacar los ánimos. El demócrata ya estuvo en el Gobierno -como número dos de Barack Obama- que comenzó a abrir distancias con su eterno rival. Es más, se teme que intensifique los desencuentros con Putin, al que llegó a tildar, sin concesiones, de «asesino» y asegurar que «no tiene alma».

Ya desde antes de llegar a la Casa Blanca, el demócrata instó a Occidente a promover «sanciones más duras» contra el Kremlin. Lo hizo en 2018, poco después de que Trump accediese al poder, cuando el republicano tendía unos lazos con Moscú que rompió antes de dejar el cargo.

«Hay un odio hacia Rusia en el equipo de Biden que no es solo racional, también es muy emocional», aseguran los expertos, que insisten en que, a juicio de la nueva Administración de EEUU, Putin representa una «amenaza» para la Seguridad Nacional estadounidense.

A pesar de ello, el demócrata ha dado un importante paso, al recuperar las cumbres bilaterales con el inquilino del Kremlin -una tradición rota por Obama y no retomada por Donald Trump-, si bien poco se espera de esta reunión, que tendrá lugar el miércoles.

De hecho, el propio Putin ya se ha mostrado escéptico sobre los resultados del encuentro, del que no espera «grandes avances», aunque ve margen para alguna cooperación. «Creo que, pese a las divergencias, que no fueron creadas por la parte rusa, hay intereses coincidentes», añadió, dejando claro que Moscú, a su juicio, solo se dedica a «responder» a las «agresiones» de Occidente.

Entre las áreas de interés común se encuentran el cambio climático, la crisis sanitaria provocada por el coronavirus o la seguridad estratégica, pero, sin duda, la principal asignatura acercar posturas. «Rusia no tiene divergencias con EEUU», insistió, «y ellos tienen una sola divergencia: quieren contener nuestro desarrollo y lo dicen públicamente». Por eso mismo, reivindica la necesidad de «intentar hallar vías para normalizar unas relaciones que hoy están a un nivel increíblemente bajo».

La oportunidad la tendrán el miércoles, pero la realidad apunta a que todo seguirá igual, al menos, de momento. Frío como el hielo.