El 'cole' en casa

Pilar Rodríguez (EFE)
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La situación de los menores, que reciben las clases de forma telemática, es complicada para ellos, sus padres y los maestros

El 'cole' en casa - Foto: Alberto Estévez

Si ya es difícil teletrabajar y conciliar con la vida familiar, la Educación online que deben seguir ahora los alumnos tras el cierre de colegios por el coronavirus está provocando un estrés añadido, y chavales y padres denuncian la dificultad de convertir casa en colegio y, además, con exceso de deberes. «Un vídeo de 12 minutos de Ciencias para luego hacer un resumen y un esquema, tres problemas de matemáticas, 50 minutos de lectura de un libro y hacer un resumen, tres fichas de inglés, ejercicios de gimnasia...». Esta es la tarea para un día, en su casa, de un chaval de 12 años de un centro público.

«Todo eso en el cole se hace con ambiente de clase y con diferentes profesores, pero en casa a través de una pequeña tableta y preguntando a los padres las dudas», cuenta la presidenta de la Confederación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (Ceapa), Leticia Cardenal.

«Somos conscientes de la necesidad de hacer un esfuerzo excepcional en estos momentos, pero las familias no podemos asumir el papel del sistema educativo y del profesorado», recalca para solicitar «menos deberes para aliviar la carga».

Otro alumno. Nueve años. Colegio público bilingüe. Tareas de dos horas o dos y media. «Se desespera porque no es lo mismo estar en clase, con estímulos, cambios de asignaturas y amigos, que en la mesa del salón de un tirón, sabiendo el listado de tareas que tiene por delante», destaca Violeta, su madre, que subraya que le han dicho que haga las tareas en horario lectivo, el mismo que tiene ella, con lo que «el pobre se tiene que autogestionar».

Más difícil aún lo tiene Carmen, madre de cuatro hijas (11, 15, 16 y 20 años) en una casa con un solo ordenador. «Está siendo una tortura. Mientras no se cuelgue el ordenador, empieza la mayor a trabajar con él, que está cursando una FP, y las otras hacen cola, y de noche lo utilizo yo», continúa.

Además, como no tienen escáner, sus hijas mandan las fotos de los deberes hechos y algún profesor «se ha quejado por el peso de las imágenes», dice con una sonrisa. 

«Se está desbordando el tema», la vida cotidiana de una familia ahora no puede basarse en «no parar de hacer deberes los niños y sus padres ayudarles». Esto lo dice el presidente de la Confederación Católica de Padres de Alumnos, Pedro José Caballero, que asegura que no paran de recibir «mails de quejas de padres preocupados por sus hijos y ellos mismos». «Pedimos al Ministerio de Educación que haga algo porque no se pueden hacer deberes a destajo ni a destiempo», añade. 

Profesores virtuales

«No me importa tanto el estudiar como no ver a mis amigos», afirma Alicia, 13 años, que estudia en un instituto público. Se conecta con clases en línea unas tres horas y los profes le han pedido que «guarden una rutina» de horarios. Su madre, Macarena, subraya que ella recibe primero las tareas a través de correos y luego se las pasa a su hija. Los docentes mandan las correcciones cada pocos días.

Alicia al menos no tendrá a final de curso la prueba de acceso a la Universidad (EBAU) como le sucede a su hermana Julia (17 años, centro concertado) que sufre «presión» por no saber aún qué materia entrará finalmente y se tiene que conectar con sus profesores para todas las dudas que le surgen.

Eduardo (11 años, colegio privado) ha llegado a llorar de la «presión por hacer bien los deberes todos los días», lamenta su madre, María, que explica que recibe a diario hojas o fichas de tareas en su correo. «Suelen ser de profesores distintos. Luego las tienes que imprimir y cuando el niño las ha completado hacer una foto y reenviarlas. Ayer tuvo un examen de preguntas test, le salió bien pero estaba nervioso», añade esta mujer, que reconoce que en su casa hay dos ordenadores y una tablet, además de impresora, pero que no todo el mundo puede contar con ello y, menos, como ha sucedido, «de la noche a la mañana para teletrabajar y seguir las clases».

También está siendo un poco más llevadero para Lidia, que tiene dos niñas (6 y 14 años, centro privado), que dedican «la mañana entera» a estudiar. Ella recibe antes por Whatsapp lo que se va a dar y luego se organizan lo que van a estudiar por materias y días.

«No se puede dudar de la profesionalidad de los educadores, hay que tener confianza en ellos», exclama el presidente de CSIF Educación, Mario Gutiérrez, que recalca que está situación es «nueva para todos». «El docente también preferiría el ambiente de clase y la relación humana con sus alumnos».