«La explosión de Gaspar Arroyo fue un hito en mi generación»

A. Benito
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La pandemia ha impedido a Tente Lagunilla disfrutar al máximo de su último año de bombero. Casi no ha podido coincidir con su hijo, que ha decidido seguir sus pasos, pero ha disfrutado más que nunca con la formación de los nuevos efectivos

«Gaspar Arroyo fue un hito en mi generación» - Foto: Sara Muniosguren

Hace algunos días, Tente Lagunilla se quitaba por última vez el uniforme de bombero y ponía así fin a 30 años de profesión y de servicio público. A través de una publicación en las redes sociales aseguraba haber vivido «de todo» a lo largo de estas tres décadas. De esos momentos «buenos y malos, de la euforia y de la frustración», el también montañero palentino hacía un balance «más que positivo». Hoy, con Diario Palentino, hace un repaso a su trayectoria.

Empecemos echando la vista atrás. ¿Cuándo y por qué decidió ser bombero?

Parece que siempre he sido bombero, pero llevo trabajando desde los 18 años, cuando acabé mis estudios de Delineación. Antes ya empecé a trabajar en un gabinete de topógrafos aquí en Palencia. Me fui a la mili y a la vuelta la empresa había cerrado. 

«Gaspar Arroyo fue un hito en mi generación»«Gaspar Arroyo fue un hito en mi generación» - Foto: Sara MuniosgurenEn esos dos o tres meses que son, afortunadamente, los únicos de mi vida que he estado en paro me avisó mi amigo Fernando, de la Imprenta Merino, de que estaban buscando a una persona para el laboratorio de offset y allí entré. Durante 10 años estuve trabajando allí con tres o cuatro compañeros estupendos con los que hice amistad para toda la vida. También tenía amigos bomberos y yo veía que además de ser una profesión apasionante, para mi afición, que era la montaña, presentaba ciertas ventajas en cuanto a horarios. En la Imprenta Merino conseguir un mes y medio de vacaciones todo seguido era complicado. El jefe me dejaba recuperar horas extraordinarias y coger días sin sueldo, pero me costaba. Esos dos motivos fueron los que me llevaron a prepararme las oposiciones.

Siempre cuento una anécdota y es que cuando ya me rondaba un poco en la cabeza ser bombero, en una noche de invierno se empezaron a oír las sirenas de un camión que apareció en la niebla a toda velocidad. Verlo pasar con los bomberos concentrados poniéndose el equipo fue como un momento iniciático para mí. 

En 30 años de profesión ha intervenido en un sinfín de accidentes, incendios, rescates y otro tipo de sucesos. Un vídeo con fotografías y recortes de prensa que ha compartido en Facebook resume su trayectoria profesional. De todas esas situaciones, ¿cuál es la que nunca se borrará de su memoria?

«Gaspar Arroyo fue un hito en mi generación»«Gaspar Arroyo fue un hito en mi generación» - Foto: Sara MuniosgurenSí, y también de apagar papeleras y contenedores, de bajar gatos de tejados... De todo (ríe). Son cientos de servicios, pero así a bote pronto creo que lo de Gaspar Arroyo me marcó a mí y a todo el parque de bomberos. Fue un antes y un después, un hito en mi generación. También las inundaciones del polígono y todo aquello. 

A nivel más personal recuerdo momentos críticos como el incendio de un almacén de material eléctrico al lado del Cine Avenida que afectó a todo el edificio. Al final lo solventamos bastante bien, pero lo pasamos realmente mal. Sacar a los vecinos nos costó muchísimo, recuerdo situaciones muy complicadas como estar en una casa inundada de humo, con la escalera también llena de humo y llamas y evacuar a una familia por aquella caja... Otra vez un suicida nos roció de gasolina y nos pegó fuego. Hay varias anécdotas que siempre recordaré.

Al final de ese vídeo que ha compartido usted en Facebook recuerda que ser bombero también es, a veces, aburrido. Cuéntenos cómo es el día a día en la profesión

La profesión de bombero, de puertas hacia afuera, parece muy glamurosa, pero la realidad es otra. La mayoría de los servicios son muy sucios y duros anímicamente. Siempre toca ir cuando hay desgracias. Lo que sí es muy gratificante es que casi siempre vas a aportar soluciones y a ayudar. Mucho tiempo también es de preparación, entrenamiento y formación, sin trabajar para lo que te estás preparando. La gran recompensa es que a lo largo de tu carrera vas a tener 5, 10, 15 o 20 veces la oportunidad de dar el do de pecho, de entregarte a tope y, tal vez, de salvar alguna vida en accidentes de tráfico, en incendios de viviendas, etcétera.

Estar en forma a nivel físico es imprescindible para convertirse en bombero, pero, ¿qué preparación psicológica se necesita para actuar en determinadas situaciones?

Lo psicológico es importante y algo que no se trabaja lo suficiente, para lo que no te entrenan. De vez en cuando hay algún curso, pero es una mínima parte. Se confía en que la experiencia poco a poco te vaya endureciendo, pero sí que hay servicios de los que vuelves tocado, sobre todo cuando hay niños de por medio. A mí, por lo menos, me afecta, pero cuando nos quitamos el uniforme tenemos que tratar de dejar los problemas del trabajo en el parque. 

En una profesión en la que el trabajo en equipo es tan importante reforzar la confianza y la comunicación con los compañeros será otra de las claves

El trabajo de bombero es muy de equipo y no siempre te llevas perfectamente bien con los compañeros porque surgen roces.  Por eso es importante que el grupo de trabajo con el que estás habitualmente funcione bien y haya buena sintonía. Hay unos protocolos que definen cuál es la labor de cada bombero. Por la mañana, cuando entramos a trabajar, ya sabemos si estamos de bombero 1, 2 o 3. También es verdad que eso simplemente es un guion, luego hay que improvisar muchísimo. Eso de las ideas de bombero es una realidad total. Todos estos protocolos se suelen caer, es una base buena y necesaria, pero cuando se empiezan a desarrollar hay que improvisar porque hay tantísimas variables que no puedes tenerlas todas atadas.

Ha puesto usted fin a una etapa de su vida. ¿Qué sintió al despedirse de sus compañeros?

Ya llevaba días mentalizándome y pasando por todas las escuadras para despedirme. Ese último día los compañeros de la escuadra me hicieron un regalo, fue mi hijo e hicimos la despedida más privada. Después, al terminar un turno y empezar otro, los compañeros que trabajaban y también algunos que no estaban de servicio, hicieron sonar las sirenas y me dieron un aplauso en el exterior, algo que muy habitualmente se hace con los que se jubilan. Fue emocionante. 

No se imaginaría afrontar la recta final de su carrera profesional en medio de una pandemia. ¿Cómo ha vivido este último año?

La verdad es que ha sido desagradable. Primero, evidentemente, por la pandemia y todo lo que conlleva a nivel general; ha destrozado la vida de todo el mundo, ha generado muertes y mucho dolor. Pero, particularmente, a mí me ha sentado muy mal porque, por ejemplo, no he podido disfrutar del último San Juan de Dios, un día muy divertido y agradable que se tuvo que suspender. Tampoco hemos podido participar en la cabalgata de Reyes con el 2, el camión viejo. Me hubiera gustado convivir con mi hijo más estrechamente, pero como hemos estado separados por escuadras tampoco ha sido posible. La verdad es que ha sido un año incómodo de trabajo en el parque. 

Como dice, antes de jubilarse ha tenido la oportunidad de coincidir durante algún tiempo con su hijo, que ha decidido seguir sus pasos. Será un orgullo para usted

Sí, aunque hemos trabajado muy poco juntos. Un día que coincidimos tuvimos un siniestro, no grave, pero sí interesante, y fue muy bonito verle. También he disfrutado bastante con la formación de esta última remesa de bomberos, entre los que estaba mi hijo. Siempre me ha gustado mucho la formación de los nuevos bomberos. Yo doy la de altura y la de rescate en lámina agua junto con otros compañeros y la verdad es que este año lo he disfrutado más que otras veces porque era la última vez y porque encima estaba mi hijo.

También ha visto como el de Palencia se convertía en el primer parque de bomberos de Castilla y León en incorporar a su plantilla a dos mujeres. Con el objetivo de normalizar la situación, ellas no quieren que se ponga el acento en este hecho, pero que una chica sea bombera aún es noticia. ¿Cuál es su opinión sobre este tema?

Parecía que iba a ser una revolución, pero la verdad es que en el parque ha sido todo muy normal. Si esto pasa hace 30 años, hubiera sido un shock, pero ahora la plantilla se ha renovado mucho y la sociedad ha cambiado. 

En cualquier caso, a mí me ha hecho ilusión ver a mujeres en el parque antes de jubilarme. Además, una de ellas es Isabel, la hija de Ángel Villán, que es casi como mi hija. Ha sido muy emocionante verla allí, aunque no he coincidido ningún día con ella trabajando. Con Laura sí y, como anécdota, un día cenando me dio por sacar la cámara para retratar ese momento que nunca había vivido en 30 años. Me hizo ilusión. 

Ojalá de aquí en adelante haya muchas más

Ni más ni menos, las que tenga que haber. Las que quieran que opten y, si están capacitadas, aprobarán. 

El sindicato de Bomberos Profesionales de Palencia lleva años exigiendo la profesionalización total del servicio. Aunque valoran el esfuerzo de la Diputación por convocar seis plazas de bomberos profesionales para la provincia, entienden que no es suficiente y piden la creación de tres grandes parques capaces de dar cobertura a todo el territorio. Háblenos sobre este tema

La verdad es que yo nunca he estado muy metido en temas sindicales, pero sí que es cierto que simplemente por ser bombero me doy cuenta de que los servicios tienen que ser profesionales. No estoy en contra de que haya voluntarios, pero que el norte de la provincia, que está a ciento y pico kilómetros de la capital, solamente tenga voluntarios a su alrededor, no me parece lógico. Todo pasa por que se creen una serie de parques bien pensados y bien ordenados. Lo ideal sería que estuviera todo planificado a nivel regional. Es ridículo que en una provincia haya dos parques muy cerquita y en otras zonas no haya absolutamente nada.

También opinan que se debería reforzar el parque de la capital y ampliar así su radio de actuación

Sobre todo para tener mejor servicio. Somos bastantes menos bomberos de los que éramos cuando entré yo hace 30 años. En cuanto a medios materiales no nos podemos quejar, aunque todo es mejorable. Ha habido épocas muy malas, momentos de recortes brutales en los que no teníamos ni linternas. Sin embargo, de medios humanos por más que se intenta meter nuevo personal siempre se jubilan más de los que entran y cada vez somos menos. 

Si se quieren mantener unos mínimos con el personal que hay, eso implica una sobrecarga en horas y la necesidad de doblar servicios. En definitiva, líos que generan mucho malestar en el parque. El 80% de las conversaciones, en lugar de ser de servicios y de formación, es de problemas, de horarios y de retenes, cosa que no tenía que ser así. Se malgasta mucho esfuerzo en ese tema que se tendría que emplear en otras cuestiones. 

Durante algunos años, un grupo de bomberos palentinos, usted entre ellos, formó parte del Servicio de Rescate de Montaña de la Junta de Castilla y León a título voluntario. Su desconcierto fue mayúsculo cuando, tras pedir que se regularizara su situación, el organismo regional decidió privatizar el servicio. ¿Existe alguna posibilidad de que el grupo vuelva a manos de los bomberos?

Hay compañeros que están trabajando en ello, incluso tienen confianza porque hay una ley que, si se desarrolla, contempla claramente que ese grupo tiene que estar dotado de bomberos profesionales. Si esto se lleva adelante, volverá a manos de los bomberos. Si no, seguirá dependiendo de una empresa privada. 

¿Cómo fueron aquellos años?

Apasionantes. Partimos de cero y creamos un grupo donde no había nada. Fue muy bonito, muy duro, porque hubo muchísimo trabajo, pero a la vez muy gratificante.  Se hicieron cientos de rescates, muchísimas horas de vuelo y mucha formación. El disgusto fue muy grande cuando aquello colapsó y el servicio pasó a ser gestionado por una empresa privada, lo cual es una auténtica vergüenza. De tener 30 bomberos repartidos por toda la Comunidad por 150.000 euros al año, aparte de otros dos permanentemente a pie de helicóptero y cinco coches con gente que se podía movilizar de día y de noche, hemos pasado a pagar el doble por dos rescatadores a pie de helicóptero. Con lo cual, se gasta más dinero para dar un servicio, no digo peor, pero sí menor. 

A lo largo de estos años ha compaginado su trabajo como bombero con su faceta de experto montañero. ¿Qué proyectos tiene en mente?

Desde hace unos años todos los proyectos que tengo son más irrelevantes. Mi actividad es más personal y menos pública en cuanto a expediciones. Hace años que estuve en el Annapurna por última vez. Sigo haciendo mucha montaña, como siempre, pero en cimas menos llamativas, ni mejores ni peores. Hasta antes de la pandemia organizaba dos trekkings para llevar grupos a Nepal o a Pakistán. Este último año lo tuve que anular y para este verano tengo la esperanza de llevar a efecto el de Pakistán. Y si Nepal mejora también queremos ir en otoño a subir una montaña de 5.000 metros. Como digo, son proyectos humildes, muy satisfactorios a nivel personal, pero que no aportan gran cosa.

A mediados del pasado mes de febrero vio la luz su último libro, Curavacas. Piel de Hielo, Corazón de Roca, una elaborada publicación que trata de explicar las razones por las que tantos amantes de las alturas se declaran enfermizamente enamorados de esta fascinante montaña. ¿Cómo está siendo la respuesta del público?

Parece ser que bastante buena. Yo no soy el editor esta vez, pero parece que él está contento. Tenemos la esperanza de que de aquí a unos meses se puedan empezar a hacer presentaciones físicas, que es donde se vende más y se da a conocer el libro. Hasta ahora hemos tenido que hacerlo todo por Internet y redes sociales y eso ha sido menos agradable. Hacer las presentaciones físicamente es muy bonito. 

En cualquier caso, el libro está gustando. La gente reconoce que es un tocho, que recoge miles de datos y muchísima información, pero es lo que es y las opiniones que me llegan son muy buenas. Son miles y miles de horas de búsqueda de datos y de recopilación de información que aún no han acabado. Ahora mismo acabo de hacer otra anotación y se ha grabado un monográfico para la televisión, o sea que la historia de Curavacas sigue. 

¿Tiene pensado algún otro proyecto de este tipo?

La verdad es que da pereza porque es un trabajo terrible, pero sí que tengo en mente un libro técnico sobre autorrescate. Lo tengo medio empezado en la web, lo que no sé es si verá la luz en papel. Dar el paso a publicar es muy complicado, lleva mucho trabajo, mientras que ir colgando cositas en Internet es muy fácil. 

En abril fallecía Alejandro Diez Riol, padre del montañismo palentino. Él abrió vía y hoy son muchas las personas que siguen su estela. ¿Qué opina de las nuevas generaciones de escaladores y montañeros palentinos?

En la provincia hay de todo, como en todos los sitios, pero sí que veo muchísima afición y eso es lo importante. Hay algunos alpinistas que destacan en ciertas modalidades de la montaña, que ahora se ha especializado mucho. Antaño se hacía montaña, en general, y ahora hay personas que solo hacen escalada deportiva o travesía o alpinismo. 

Como digo, hay de todo, pero si tuviera que destacar a alguien, la figura en Palencia es Germán de la Puente. Es el que más destaca en todos los ámbitos, el que más se relaciona con alpinistas de categoría de toda España y el que marca la pauta, aunque hay muchos buenos escaladores y muchos buenos alpinistas en la provincia.

Para finalizar, ¿se ve como Carlos Soria, con quien ha coincidido varias veces, envejeciendo en las montañas?

Con Carlos he coincidido en muchas expediciones: en el Everest, en el K2, en el Annapurna, en el Daulaghiri, hemos subido una montaña virgen juntos, el Domekan... Es un gran amigo personal. 

Respondiendo a la pregunta, no, en absoluto, porque Carlos es excepcional. Mientras las personas normales suelen hablar de los 30 años como edad en la que mejor se han encontrado físicamente -en ese momento se conjugan la experiencia, la preparación y la capacidad física-, él reconoce que su época dorada y fuerte fueron los 50. Va con 20 años de retraso respecto al resto de los mortales, es decir, que con 80 está en la forma en la que estoy yo con 60. 

Va a ser difícil seguir sus pasos, sobre todo por la pasión. Yo no tengo ya la fuerza para buscar patrocinadores y sacar adelante una expedición. Y ya no hablo de lo físico, sino de la ilusión. Eso es lo que más me admira de él, su fuerza de voluntad.