El VIH no mata, pero acarrea muchos prejuicios. Los prejuicios que se instauraron en los primeros años de la epidemia siguen presentes en nuestra sociedad y la discriminación y la ignorancia persisten, lo que hace que muchas personas con VIH sigan viviendo su realidad desde la soledad y la ocultación.
Así se destacó ayer en la plaza Mayor durante la lectura del manifiesto con motivo del Día mundial de acción frente al VIH y al Sida, con el que se quiso dejar claro que «la discriminación es una realidad concreta que sigue afectando a día de hoy a las vidas de ciudadanos de este país, que limita el ejercicio de sus derechos y el acceso a servicios y prestaciones».
Desde el Comité Antisida de Palencia se argumentó que «las consecuencias de este estigma dan lugar, por un lado, a la falta de interés en saber si se tiene el virus en personas que desconocen su estado serológico y, por otro, al aislamiento social, soledad, baja autoestima, crisis de identidad o depresión en aquellas personas diagnosticadas con el VIH». Por ello se invitó a los presentes a ser «testigos del final de esta epidemia», para lo que se necesita «acabar con la serofobia: el prejuicio, miedo y rechazo hacia las personas seropositivas».
Durante la lectura del manifiesto se recordó que, a pesar de que el VIH sigue siendo un virus que no tiene cura, «hoy en día el tratamiento permite a las personas con VIH tener una esperanza de vida igual a las personas no infectadas sin llegar nunca a desarrollar SIDA y, además, mantiene al virus indetectable, por lo que no se puede transmitir». El colectivo destacó la importancia de detecta