Desafío a sus límites

David del Olmo
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Mario Lozano y Ramón Alayeto completaban el exigente Campeonato de España de triatlón de larga distancia tras más de 11 horas de esfuerzo

Desafío a sus límites

El pasado domingo se celebraba en Platja D’Aro (Girona) el Campeonato de España de Triatlón de Larga Distancia que, integrado en el Tradeinn 140.6INN International Triathlon, reunía a 1.200 triatletas, entre los que no faltó la representación palentina, con José Ramón Alayeto (Triatlón Astudillo) y Mario Lozano (Club Triatlón Campos de Castilla), que probaron una vez  más hasta dónde llegan sus límites.

Los dos palentinos afrontaban nada menos que 3.800 metros de natación en aguas abiertas, en la Costa Brava; el segundo segmento les llevaba a recorrer sobre la bicicleta de carretera una larguísima etapa de 180 kilómetros por las vías gerundenses; y, para finalizar la cita, todo un maratón (42,2 km) por las zonas verdes de la ciudad hasta alcanzar el ansiado arco de meta.

Todo un desafío para los protagonistas que, tras meses de preparación a sus espaldas (con lo que eso conlleva en tierras palentinas en los meses en los que el tiempo no ayuda), tuvieron que hacer frente a un medio acuático distinto al que están acostumbrados (entrenan en piscina) y a un recorrido ciclista bastante complicado en el que se produjeron numerosas caídas incluso antes de que apareciera la temida lluvia.

Compitieron con profesionales. Ganaba el joven británico Sam Laidlow, con 8 horas, 36 minutos y 15 segundos y se proclamaba campeón de España, Víctor Arroyo, segundo en la meta. Y entre los diez primeros acababan deportistas de la entidad de Eneko Llanos o el ciclista profesional del INEOS, Cameron Wurf.

Más humildes, quizás también más ilusionados con sus retos personales, ambos en el grupo de edad de 40-44 años, conseguían finalizar la prueba Mario Lozano (155º en la general absoluta, con 11 horas y 6 minutos justos) y José Ramón Alayeto (298º, con 11:50’45’’). Ser finisher en una distancia como esta no es baladí: solo acabaron 670 triatletas, poco más de la mitad de los inscritos.

Los seres queridos (al final son quienes comparten el esfuerzo con ellos, porque los días no tienen más que 24 horas para repartir y vivir), entrenadores y compañeros de entrenamientos han sido vitales para que ambos hayan podido añadir una nueva experiencia a sus vidas. Solo uno cruza la meta en primera posición, pero muchos otros ganan de una u otra manera.

LOZANO. Mario preparó este invierno el triatlón de invierno (con esquí de fondo en lugar de la natación) y, tras el Nacional y el Mundial (cuando se reanudó el deporte solo se celebraban pruebas oficiales), ha continuado entrenando con este Campeonato de España en mente.

Una competición dura y distinta a las de otros años: «En los avituallamientos tenías que parar.Fui de menos más a lo largo del día. Salí un poco mareado de la natación, se me hizo largo el primer sector. Luego había una transición muy larga. En el circuito en bicicleta había mucho desnivel al inicio y zonas con mal asfalto. No quise arriesgar, en las bajadas me pasaba gente. Terminé y sin caídas, que era lo importante». 

Y, para terminar «la carrera no me salió mal. Tuve algunos pinchazos en la tercera y cuarta vueltas». El maratón, recuperando posiciones (un final pletórico, pasando de la 325ª plaza a la 155ª), lo completaba en 3:11’24’’.

ALAYETO. Ramón vivía su tercera prueba de distancia ironman (tras las de Huelva en 2013 y Vitoria en 2018) y no duda, pese al esfuerzo y el sacrificio (y al lógico cansancio) que le ha supuesto: «Volvería. He hecho tres y no va a ser el último».

Toda una declaración de intenciones de un triatleta orgulloso de su pueblo (cruzó la meta con la bandera de Grijota) que ha vivido intensamente todo el proceso, desde que Ernesto Carrera (quién sino) le picara el gusanillo en octubre con un whattsapp con la información de la prueba: «Menos mal que tengo muy buenos amigos que en todo momento me han arropado, ayudado, aconsejado. Increíble lo que han hecho por mí todos estos meses. Yannik, el incansable; Ernesto, el batallador; Calleja, mi Mino Moral; y Toño Fernández, el cerebro». Su mujer, Ana, su hijo y sus padres, compartieron desde la distancia el orgullo por el nuevo reto conseguido.