Bombones para un 'nuevo' cumpleaños

O. Herrero
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La Subdelegación del Gobierno sirve de escenario para el reencuentro entre los guardias civiles de Tráfico que salvaron la vida a un niño en el Canal de Castilla, el menor y sus padres

La última vez que Ricardo y Nino se vieron estaban calados hasta los huesos. Apenas coincidieron tres minutos, pero ninguno se olvidará del otro en mucho tiempo. Quizás nunca. Para el joven Nino Emilov, residente en Villamuriel de Cerrato, el uniformado es su ángel de la guarda. Para el número Ricardo A., acostumbrado al asfalto y al control de Tráfico, el de Nino fue su primer rescate. «En la carretera de enfrentas a muchas situaciones, pero esta es la primera vez que me lanzo al agua para salvar a alguien. Que sea además un niño...», ponía énfasis el agente que recitó parte del artículo 6 de la Cartilla de la Guardia Civil redactada por el Duque de Ahumada:  el que veía a su hijo arrastrado por la corriente de las aguas, lo crea salvado. «Y 172 años después, parece que aún tiene sentido», bromeó después el agente con los dos compañeros de Tráfico (Juan José S. e Isidoro F.) con los que el 7 de enero dejó la A-62 y se acercó al Canal «a ver si podíamos echar una mano».
Y vaya si la echaron. En el agua aguantaba «agarrado como un gato a unas grietas bajo el puente junto a la esclusa 37» Nino, de 13 años. «Estuve unos 15 minutos ahí», afirmó ayer acobardado por los micrófonos de los medios de comunicación. «Estaba con la bicicleta, pero no me caí con ella», confesó. De hecho, el niño se precipitó al agua por encima de la esclusa, junto al aliviadero, y fue succionado por el tubo que une las dos alturas de la esclusa. «Cuando llegamos estaba asustado. Tratamos de tirarle una eslinga, pero no llegaba y además tenía un extremo metálico, con lo que le podíamos haber dado. Tampoco podía soltarse para cogerla, porque se hubiera hundido por el peso del abrigo», explicó ayer, como lo hizo el mismo día del rescate, Ricardo A. a Diario Palentino.
Sin embargo, los guardias civiles implicados en el rescate matizaron que «si hay un ángel de la guarda, ese es el amigo que estaba con él (Álex). Él fue el que rápidamente llamó al 112 y con eso le salvó. Si no llega a actuar así de rápido o no lleva un teléfono móvil no hubiera tenido tanta suerte». Por eso, pese «a los problemas que sabemos que hay con los móviles y los niños, tienen que saber que ante una situación como ésta deben llamar al 112», subrayó Ricardo A.
La reunión de ayer en la Subdelegación fue solicitada por la propia familia de Nino para agradecer a la Guardia Civil su trabajo «por haber salvado a mi hijo», declaró la madre, Ivalina Ninova. Poco después de la reunión y en la despedida, Ricardo A. fue claro con la familia. «Hemos sido nosotros, pero estad seguros de que otro compañero hubiera hecho lo mismo. Todos tenemos niños». Junto a los agentes de Tráfico también internivieron guardias civiles de Venta de Baños, Dueñas, Baltanás, Seprona y Policía Local de Dueñas.
Ninova afirmó que ese día se llevó un gran susto. «Yo pensaba que estaba en el parque. Cuando me llamaron y me dijeron que lo habían sacado del Canal, no me lo creí. Si estaba en el pueblo». Lo mismo le pasó a su padre. «Estaba en Palencia. No sé cómo llegué al Hospital (donde el niño permaneció en observación 24 horas por hipotermia). Cuando lo vi en la habitación no podía hablar, me temblaban los labios»,  expresaba Emil Simeonov, que llegó desde Bulgaria a España en 2001 y desde 2003 reside en Villamuriel.
Lo que tienen claro es que además del 14 de noviembre, Nino podrá celebrar otro cumpleaños cada 7 de enero y, como agradecimiento, la familia obsequió a los guardias civiles con una caja de bombones. Ellos, a su vez, le regalaron al niño la chapa con el distintivo de la Agrupación de Tráfico del Instituto Armado y le pidieron que evitara ponerse en peligro otra vez. «Perdió una zapatilla, y su hermano le ha puesto la otra en la puerta para que cuando la vea, sepa que no debe volver a hacerlo», zanjó la madre.
Pero lo emotivo reapareció al final del encuentro. Ya en la despedida Ricardo y Nino, se fundieron en un abrazo. «Anda ven, que no somos los malos».