"Nunca podremos reducir el riesgo a cero en el posconfinamiento"

Isabel Saco (efe)
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Esta doctora es una de las personas que más saben en el mundo sobre pandemias y su único objetivo actual es que la gente sepa que para seguir viviendo hay que convivir con la COVID-19 hasta que haya una vacuna

"Nunca podremos reducir el riesgo a cero en el posconfinamiento"

Si hay algo claro después de casi medio año de crisis sanitaria desde que el coronavirus fue detectado en Wuhan (China) es que el riesgo cero de infectarse con el SARS-CoV-2 no existe y que para reanudar una vida más o menos normal tendremos que adaptarnos.

Así se pronuncia la doctora Sylvie Briand, responsable de la gestión de riesgos infecciosos en la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuando explica que solo entendiendo los modos de transmisión se podrá minimizar el riesgo.

Numerosos países han empezado a levantar las cuarentenas, pero no todos parecen preparados y ya se habla de una segunda ola de la pandemia ¿Cómo se puede reducir los riesgos? 

Cada país debe analizar cuáles fueron para ellos los principales factores de transmisión. Por ejemplo: en la OMS determinamos que las reuniones masivas o en lugares cerrados aumentaba el contagio, como también el hecho de que la gente no prestara atención a las reglas de higiene básicas. No hay recetas milagrosas y hay que reducir al mismo tiempo la transmisión en las escuelas, en los centros laborales y en los lugares públicos. No hay que reabrir todo de una vez, sino primero los lugares donde había menor riesgo. El segundo paquete de medidas consiste en proteger a las personas con mayor riesgo de sufrir una versión grave de la enfermedad, como los mayores y los enfermos crónicos.

El rol de los niños en la propagación de la pandemia todavía no está del todo claro, pero en varios países de Asia y Europa están retornando a los colegios porque se considera que son responsables de una parte mínima de contagios  

Es cierto que el niño puede ser portador y transmisor del virus sin tener síntomas. Un niño puede estar infectado sin saberlo, pero lo que está claro es que si está enfermo sus posibilidades de transmisión aumentan y por eso debe quedarse en casa.

Nunca podremos reducir el riesgo a cero en el posconfinamiento y si intentamos hacerlo nunca reanudaremos una vida normal. Habrá un pequeño riesgo y lo importante es saber gestionarlo lo mejor posible, evitando que ese riesgo tenga consecuencias nefastas. Por eso es tan importante que la gente entienda que el riesgo persistirá.

Hubo países que tomaron medidas de cuarentena estrictas cuando tenían pocos casos, pero no han podido evitar que los positivos aumenten hasta niveles muy graves ¿Dónde estuvo el error? 

Cuando hay confinamiento y la gente se queda en casa, la transmisión del virus, en lugar de aparecer en la población en general, se queda dentro de las viviendas. La transmisión dentro de las familia solo puede evitarse si se aisla a la persona infectada, pero si no hay posibilidades de aislamiento dentro de una casa, entonces el Estado debería aislar a los enfermos, si están graves en hospitales, y si tienen síntomas leves transferirlos a lugares habilitados.

Se ha establecido que en algunos países, uno de los mayores focos infecciosos son los mercados, y eso a pesar del uso generalizado de mascarillas y guantes. ¿Hay alguna razón en particular?  

Tenemos modos de transmisión que se producen cuando el virus está en una superficie y se queda allí durante cierto tiempo. Si las personas se contaminan en un mercado quizás es porque se tocan la piel o la cara y no hay un lavado posterior de las manos, y si es un mercado cerrado es peor porque no hay circulación de aire. Los guantes son una falsa seguridad porque si están sucios y uno se toca los ojos habrá contaminación. O puede ocurrir que la gente ya no piense en lavarse las manos porque se cree protegida.

Se escuchan criticas a las medidas tomadas para contener el coronavirus y muchos lo siguen comparando con la gripe. 

Este coronavirus puede provocar neumonías realmente graves y difíciles de tratar. La gripe también puede ser grave y cada año provoca entre 250.000 y 650.000 muertes, pero la gran diferencia es que tenemos antivirales para tratar a la gente y también vacunas. Las personas de mayor riesgo -los mayores, aquellos con enfermedades respiratorias y embarazadas- son vacunados. En cambio, cuando alguien contrae el coronavirus todo dependerá de su capacidad individual de luchar contra el virus. Los médicos aplicarán un poco de oxígeno y tratamientos paliativos para hacer pasar la fase aguda, pero el resultado final dependerá de la inmunidad del paciente.

Hay estudios que dicen que al menos un tercio de la gente tendría algún tipo de inmunidad por contacto anterior con algún otro tipo de coronavirus ¿Es una información creíble? 

Hay varios tipos de coronavirus. Hay cuatro estacionales que circulan todo el tiempo y son benignos. Luego tenemos los infecciosos de origen animal, como la COVID-19, el SARS (síndrome respiratorio agudo) y el MERS (síndrome respiratorio de Oriente Medio). Podemos encontrar anticuerpos en la sangre, pero esto no necesariamente significa que protejan. Es como tener un paraguas con agujeros. Además, hay que recordar que los anticuerpos no protegen más de un año.

¿Hay razones para pensar que los anticuerpos de la COVID-19 protegerán por un período más largo que otros coronavirus?

Quizás sí, porque hemos visto que personas que fueron infectadas por el MERS o el SARS todavía tienen anticuerpos varios años después.

¿Esa inmunidad más prolongada tiene que ver con el origen animal de esos virus? 

Probablemente es porque esos virus no están completamente adaptados al ser humano. En realidad son muy diferentes de otros virus y quizás el organismo humano desarrolla anticuerpos más eficaces y que duran más tiempo. Con la COVID-19 todavía no lo sabemos porque el tiempo que ha pasado es muy corto.

La Agencia Europea de Medicamentos acaba de decir que quizás apruebe un tratamiento para la COVID antes del verano y una vacuna en alrededor de un año.

Se está investigando en varios tratamientos. El objetivo es tener la mayor cantidad de casos para obtener resultados en los que podamos confiar. Tenemos que probar las dosis y asegurarnos de que no haya efectos secundarios importantes porque el medicamento terapéutico o la vacuna no deben ser más peligrosos que la propia enfermedad.