Andrés Andérez Flórez conserva muy buenos recuerdos de su actividad profesional. No solo porque supuso llevar a feliz término un proyecto emprendedor, que le dio no pocos quebraderos de cabeza y un buen puñado de momentos felices, sino también porque le permitió ejercer de espíritu libre. «Nunca quise vivir y trabajar sujeto a lo que se derivara de una carrera universitaria; preferí moverme mucho y siempre a mi aire».
Y no es que un negocio como el de la venta de juguetes no tuviera horarios concretos y ciertas esclavitudes y no exigiera dedicación y trabajo, pero le permitía viajar por ferias de toda España, conocer a mucha gente, ser cofundador de centrales de compra, estar al tanto de las novedades y mantenerse siempre activo. Desde el principio hasta el final.
Podía haber escogido otro camino, pero no se ha arrepentido nunca de optar por el del comercio, con el que ha vivido muchos años de prosperidad. «Mi mujer, Laura, tuvo mucha culpa del éxito; ella era la que estaba en la tienda, siempre al pie del cañón, mientras yo me movía por las ferias, me reunía con los proveedores y procuraba estar al tanto de los cambios y de la gestión del estocaje, algo decisivo para impedir que una campaña navideña llegara a arruinarnos», declara.
*Más información en la edición impresa y en la app de Diario Palentino.