Cuando se va a hacer la compra siempre gusta ver el género y dejarse aconsejar por el profesional que nos atiende desde el otro lado del mostrador. Sin embargo, en estos momentos de crisis sanitaria, estos lujos que nos dábamos antes los compradores han quedado momentáneamente a un lado en beneficio de todos, para poder salir cuanto antes de esta situación y recuperar una rutina que ya se echa en falta. Para ponérselo mucho más fácil a sus clientes, y evitar que salgan de casa sin necesidad, el pequeño comercio se ha adaptado a las circunstancias a marchas forzadas y ha incorporado a sus prestaciones habituales nuevos servicios como el del reparto a domicilio o la compra online.
Algunas empresas se han estrenado en otras funciones, pero a otras la experiencia acumulada en los últimos años les ha servido para afrontar con mayor soltura esta situación. En este segundo grupo se encuentra la firma Damma, que cuenta en la capital con carnicería propia en Valentín Calderón y nave en la calle Los Torneros, en el polígono industrial de San Antolín. Desde allí gestionan pedidos que entregan en tan solo 24 horas no solo en la capital (para ello sus repartidores emplean mascarillas y guantes), sino en el resto de la provincia y en toda España a través de empresas de mensajería provistas con cámaras frigoríficas para mantener la carne en perfecto estado.
«Unos nos piden que se lo dejemos a la puerta de casa, otros prefieren que ni subamos las escaleras y algunos nos dicen que con depositarlo en la puerta del portal es suficiente. Nosotros entendemos la situación de cada uno y nos adaptamos a las circunstancias», explica el gerente de Damma, Martín Juárez.
En estos tiempos de crisis sanitaria han notado un incremento en el número de clientes. A los consumidores habituales, que siguen haciendo la compra de forma periódica en el establecimiento, se suman otros nuevos perfiles a los que han conseguido captar la atención gracias a las facilidades que les ponen para hacer la compra, que pueden reservar por dos vías: por teléfono o a través de Internet (han bajado la compra mínima de 90 a 50 euros). En cuanto a este último sistema, en Damma han notado un incremento de entre el 100 y el 150 por ciento de ventas, aunque reconoce su gerente que «todavía es pronto para hacer balance».
Y es que, a la amplia variedad de carnes que ofrece este establecimiento, se suman otras facilidades y comodidades como no tener que esperar cola o ir con las bolsas cargados hasta casa. Además, para los que prefieren ir a la tienda, han ideado un sistema de reservas, de tal manera que el cliente encarga el género y acuerda con la carnicería un horario de recogida, para evitar estar en el local más tiempo del estrictamente necesario.
A la hora de abonar la compra, permiten el pago con tarjeta, a través de la aplicación PayPal o contra reembolso una vez que la carne llega al domicilio. «Hay que ponerle todas las facilidades al cliente, sobre todo en estos momentos difíciles para todos», señala Juárez.
Lechazo
Carnicería Damma vende «de todo», aunque hay productos como el lechazo IGP de Castilla y León en los que se ha notado un importante descenso de la demanda. En este sentido, para animar a los palentinos a adquirir esta carne de la tierra de primera calidad han rebajado su precio un 25 por ciento.
«La fase de la comercialización del lechazo es muy corta, porque de una semana para otra se pasan de peso», explica Juárez, quien destaca también la «solidaridad que está demostrando la gente estos días. Les hemos pedido que apoyen a los productores de lechazo y se están volcando y siendo muy comprensivos con el sector».
Y es que el cierre de la hostelería (restaurantes, principalmente) está haciendo mucho daño a los profesionales del sector primario especializados en ganado ovino, pues la única vía que tienen para sacar el producto es a través de las carnicerías.