Asume dos años de prisión por abusos sexuales a su hijastra

ALBERTO ABASCAL
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D.M., de 58 años, deberá indemnizar a la víctima con 3.000 euros y alejarse de ella durante cinco años

Imagen de archivo de la sede del Juzgado de lo Penal, donde será juzgado el caso. - Foto: Juan Mellado

Un hombre, D.M., de 58 años, asumió ayer la pena de dos años de prisión y 3.000 euros de indemnización para la víctima como responsable de un delito continuado de abuso sexual en la persona de su hijastra, de 16 años.

Asimismo, el acuerdo de conformidad suscrito en el Juzgado de lo Penal entre las acusaciones y la defensa establece una orden de alejamiento del acusado hacia la víctima, cuyos intereses legales han sido defendidos por el despacho de abogados Nájera-Arconada, por espacio de cinco años y la no comisión de delito alguno durante otros tres. Según el escrito de acusación provisional, como ya publicó Diario Palentino, el acusado mantuvo una relación sentimental con una mujer durante más de 10 años, relación que finalizó con la denuncia interpuesta por esta que derivó en agosto de 2019 en una medida cautelar impuesta al acusado consistente en la prohibición de aproximarse a ella y a sus dos hijos  a menos de 200 metros.

Así las cosas, entre el mes de enero de 2019 hasta el día 2 de agosto de 2019, el acusado residía en la vivienda de Magaz de Pisuerga junto con la hija que tenía en común con la mujer que le denunció y otros dos hijos de esta de otra relación anterior, una de los cuales es la víctima de los hechos, quienes consideraban al procesado como su verdadero padre.

La chica, tras cumplir los 16 años, comprobó que el acusado cambió su actitud hacia ella, refiriéndole cuando se quedaban solos en la vivienda que se vistiese de forma más ligera, dirigiéndose a ella incluso con frases soeces.

Además, subraya que el acusado, aprovechando que durante las mañanas se encontraban solos en la vivienda, «movido por el ánimo libidinoso», en al menos dos ocasiones se acercó a ella mientras estaba limpiando la cocina y le tocó el culo, las piernas por encima de la ropa y a continuación los pechos por debajo de la camiseta.

Asimismo, en una tercera ocasión, mientras la chica se encontraba durmiendo en su cuarto, D.M., «movido por el ánimo de atentar contra la libertad sexual», se introdujo en la cama de la chica y comenzó a tocarle las piernas, culo y pechos hasta que el acusado oyó el ruido de una puerta y se marchó.