Inmunizados de la tensión y los nervios

Diego Izco
-

El Real Madrid, al contrario que el resto de rivales en la Liga de Campeones, no pierde la compostura. Lo peor de la eliminatoria entre PSG-Bayern, que solo duró 180 minutos

Inmunizados de la tensión y los nervios - Foto: DAVID KLEIN

Cuando el marcador le es adverso, porfía como nadie: ahora que el billete para semifinales está en el bolsillo de la chaqueta, conviene echar la vista atrás y recordar ese ejercicio de fe de Casemiro en Alemania, con un 2-0 a favor del Moenchengladbach cuando apenas quedaba un suspiro. Aquello se convirtió, en efecto, en un 2-2 que finalmente sirvió para asegurar el primer puesto del grupo, evitar a los ‘gordos’ primero y tener fortuna en el sorteo después. Pero cuando el marcador le es favorable, todavía es mejor: la Champions (casi cualquier eliminatoria en ‘fase KO’, ida y vuelta) es una guerra de nervios, tensión constante, para la que el Real Madrid parece inmunizado. Controla ese nerviosismo común a los ‘mortales’ como si de alguna forma, tener 13 Copas en la vitrina y no tener que demostrar nada a nadie le permitiese jugar con suficiencia cuando lo normal es estar frenético. El Madrid en Europa es el héroe de la película que enciende un cigarrillo en medio de un bombardeo. Y le funciona: no hay otra manera de explicar, con más o menos fútbol, su presencia en nueve de las últimas 11 semifinales. 


Atmósfera

Nunca sabremos qué habría pasado con un Anfield lleno, histérico, voraz, insoportable para el rival. Verlo vacío, escuchar a los suplentes del Madrid festejar los despejes de Valverde o al árbitro decirle «¡Stop!» a un sobrecalentado Milner es una experiencia lamentable en un escenario así. Faltó el famoso gol del público ‘red’ aunque tal vez lo hubiese evitado Courtois: dos paradas salvadoras (a Salah y a Milner) aliviaron una presumible noche de silencio y taquicardias.

 

La eliminatoria

En un momento dado, el comentarista televisivo dijo: «Uno va a quedar fuera». Y con semejante perogrullada, cualquier aficionado cayó en la cuenta de que íbamos a perder o al PSG o al Bayern. Ese París deslumbrante con tres genios (a cada cual mejor) en la ofensiva, capaz de anular y desarbolar al campeón en una primera parte de ensueño… o ese gigante alemán que ha elevado el término ‘martillo pilón’, habitual apodo del fútbol germano, a obra de arte. Finalmente cayeron los rojos en una maravillosa reedición de 180 minutos de la última final. Si alguna cadena de televisión que conocemos fuese dueña y señora de los derechos de la Champions, eliminaríamos a los equipos por SMS y siempre habría un Bayern-PSG en antena. (Nota: el extraño mérito del PSG es haber demostrado su inmenso potencial en una derrota).

 

El actor secundario

EChoupo-Moting era el ‘bulto sospechoso’ en el corazón del gran duelo de cuartos. Puede que la diferencia de nombres, sin Lewandoski sobre el césped, condenase al Bayern, pero en el 3-3 definitivo de la eliminatoria, el ‘bulto’ ha marcado los mismos goles de Mbappé (2). El triunfo sin recompensa de los actores secundarios mientras miramos a los de siempre, para echarles de menos o sacarles la foto: uno de esos posters en los que rara vez salen, por ejemplo, tipos como Keylor Navas, que ha sido determinante en en tres de los cuatro partidos del PSG en la fase final. 

 

Niños ingleses

La Premier ha colocado a dos equipos en semifinales. Un Chelsea que se va endureciendo de la mano de Tuchel y un City que sigue a la caza de la gloria continental, como los viejos buscadores de oro, de la mano de Pep Guardiola. Los ‘blues’ se las verán con el Real Madrid y los ‘sky blue’, con Neymar, Mbappé y compañía. Pero el protagonismo británico de la vuelta de cuartos no fue colectivo, sino individual y en un mismo partido: dos sub’21, enfrentados en Dortmund, marcándole el paso al encuentro. Primero Bellingham (29 de junio de 2003), anotando el tanto que metía momentáneamente a los alemanes en semifinales; después Foden (29 de mayo de 2000), haciendo el 1-2 de la tranquilidad, el definitivo, añadiéndolo al que marcó en la ida y coronándose como el hombre de la eliminatoria... bueno, el niño.