La tabla de un retablo mayor de Frómista que espera justicia

ALBERTO ABASCAL
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El robo de la tabla del retablo mayor de Sta. Mª del Castillo de Frómista robada en 1980 es atribuido a Erik el Belga y se perpetró un año después de asaltar la iglesia de Santa Eulalia de Paredes

El capitán de la Policía Judicial de la Guardia Civil, Enrique Peláez Martínez. - Foto: Óscar Navarro

La Guardia Civil detuvo en septiembre a un hombre, vecino de Burgos, por el robo de obras de arte en diferentes centros religiosos de Palencia, Burgos, Teruel y La Rioja, y recuperó durante la operación 94 piezas de gran valor, según desveló el Instituto Armado. Fuentes de la investigación informaron a Diario Palentino de que el interés de la actuación policial en Palencia se centró en las sustracciones efectuadas en el monasterio cisterciense de San Isidro, conocido como La Trapa, de Dueñas, en dos acciones delictivas llevadas a cabo en octubre de 2019 y febrero de 2020. Gracias a la Guardia Civil, los responsables del monasterio eldanense pudieron recuperar un paño humeral de color granate bordado en oro, una figura de la Virgen, dos cálices (uno de plata y otro de oro) y dos cantorales de los siglos XVI y XVII, así como un palio, joyas y dinero en metálico, entre otros elementos.

Se trata de la última actuación desarrollada por las Fuerzas de Seguridad del Estado en Palencia para recuperar patrimonio histórico y religioso sustraído. Pero no es una simple casualidad porque la provincia atesora una riqueza inigualable, de primera magnitud, lo que evidentemente ha atraído desde siempre a delincuentes profesionales que buscaban hacerse con la misma mediante el expolio de los espacios religiosos y, de paso, del corazón de los fieles. 

Gracias al enorme trabajo desarrollado por las fuerzas de seguridad, una buena parte de las colecciones, por suerte, se ha recuperado con el paso de los años, aunque hay otras obras expoliadas que todavía siguen en paradero desconocido.

Parte de la tabla que refleja el entierro de la Virgen, que aún se encuentra en paradero desconocido.Parte de la tabla que refleja el entierro de la Virgen, que aún se encuentra en paradero desconocido.Este es el caso de una tabla del retablo mayor de la iglesia de Santa María del Castillo de Frómista, declarada monumento nacional en 1945. Entre el 10 y el 11 de noviembre de 1980, pasados ya 40 años desde entonces, se perpetró en este recinto religioso el robo de una parte del retablo mayor compuesto por 29 tablas hispano-flamencas del siglo XV, de las cuales fueron sustraídas 12 a manos, según las fuerzas de seguridad, de René Alphonse van den Berghe, conocido como Erik el Belga .

«Aunque fueron recuperadas todas las tablas -algunas en Bruselas- hubo una que fue imposible recuperar al completo pues los delincuentes la trocearon para poder venderla mejor. Se cree que fue troceada en seis partes», según explica a Diario Palentino el capitán de la Policía Judicial de la Guardia Civil, Enrique Peláez Martínez, adscrito a la Comandancia de Palencia. Añade que «pese a haber transcurrido más de 40 años desde su desaparición seguimos en la investigación. Se trata de una obra de un valor incalculable. De hecho, una parte que falta es la más valiosa porque representa lo que se viene a denominar el Entierro de la Virgen, una imagen singular y probablemente de las pocas que puede haber en el mundo de esta época porque no hay que olvidar que los evangelios consideran que la Virgen ascendió a los cielos, es decir, no tuvo un entierro. Por lo demás, esta tabla creemos que fue troceada en seis partes precisamente por la forma en la que está cortada».

El descubrimiento del robo de la iglesia, según cuentan las crónicas de la época, fue efectuado por la señora que tenía la llave del recinto religioso cuando fue a realizar la limpieza. Tras las correspondientes investigaciones, se comprobó la desaparición de doce de las veintinueve tablas que componen el retablo central. Las obras sustraídas pertenecen a la escuela castellano-flamenca del siglo XV, y representan escenas del Nuevo Testamento (la santa cena, la oración del huerto, la flagelación, la crucifixión, el descendimiento, la bajada al limbo, la resurrección, la venida del Espíritu Santo y la ascensión del Señor) además de los citados motivos marianos. Según los expertos, están fechadas sobre 1485 y fueron pintadas por tres maestros: Salomón de Frómista, el maestro burgalés de Los Balbases y el maestro Antón. De hecho, una de estas tablas fue expuesta en la edición neoyorquina de Las Edades del Hombre en 2002.

La tabla completa del retablo mayor de Frómista que espera justicia.La tabla completa del retablo mayor de Frómista que espera justicia.Los ladrones, además de llevarse las tablas seleccionadas o aquellas que les permitió el tiempo o su medio de transporte, ocasionaron importantes destrozos en el retablo. Varias tablas, concretamente las que representan a David, a Salomón y a Cristo, fueron arrancadas pero continuaron en la iglesia. «Posiblemente», apuntaron los vecinos de Frómista entonces, «no cabían en la furgoneta, ya que eran más grandes que las otras». Todas las tablas desaparecidas estaban catalogadas y tenían dimensiones similares: 1,40 X 0,75 metros.  

En la actualidad se puede disfrutar de esta obra de incalculable valor artístico en el Museo de Arte Sacro ubicado en la iglesia de San Pedro, de la localidad fromisteña.

El capitán de la Policía Judicial de la Guardia Civil Enrique Peláez Martínez sostiene que algunos expertos consideran que el retablo de la iglesia de Santa María del Castillo de Frómista «tiene un valor similar al de las tablas de Berruguete de Paredes de Nava».

Enrique Peláez insiste en que han pasado más de cuatro décadas, «y, por lo tanto, es muy complicado seguir una pista. Este tipo de obras suelen caer en manos de coleccionistas privados, con un gran poder adquisitivo y rara vez salen al exterior. Pero nosotros seguimos con la investigación hasta encontrarla».

No hay que olvidar que este robo se llevó a cabo justo un año después del perpetrado en Paredes de Nava, donde el mismo ladrón belga se apoderó de los reyes de Israel de Pedro Berruguete.

Las tablas de los seis reyes israelitas (David, Osías, Josías, Esdrás, Salomón y Ezequías) de Pedro Berruguete, obras maestras del Renacimiento español, desaparecieron de la predela del altar mayor de la iglesia. 

La indignación de los paredeños, y de los palentinos en general, fue mayúscula por cuanto las piezas constituyen un tesoro artístico con gran carga emocional. No duró mucho ya que la Guardia Civil tardó aproximadamente un mes en localizar y recuperar estas piezas, que estaban ocultas en un caserón de Parla, en la Comunidad de Madrid.

Pero los de Frómista y Paredes no fueron los únicos robos de entidad que perpetró el delincuente belga  en la provincia. La Virgen de Nuestra Señora de Revilla, también conocida como Virgen de Revilla, de Baltanás, es una escultura de finales del siglo XIII, considerada la figura de Belén más antigua de España. La imagen fue robada en plenas fiestas patronales del municipio, el día 9 de septiembre de 1981 (hacia las 5 de la madrugada).

Erik vendió la imagen a un primer anticuario por 450.000 pesetas, este a su vez la vendió a un marchante galo, acabando la imagen en manos de un anticuario francés, donde fue intervenida por la Policía española. El conjunto escultórico no se encontró completo, a la Huida a Egipto le faltaban el San José y el burro. Quizá se desprendió de ellos al considerarlos de menor valor.

Erik el Belga,el ladrón más importante del siglo XX

René Alphonse Ghislain Vanden Berghe, nombre real del conocido ladrón de obras de arte Erik el Belga, falleció en junio del pasado año a los 81 años en el hospital Clínico de Málaga. Nacido en Nivelles (Bélgica) en 1940, estudió Proyección Lineal, Arte y Pintura en la Escuela de Bellas Artes de su ciudad. En su faceta de ladrón de guante blanco robó más de 6.000 obras de arte en toda Europa, una parte de ellas en España, donde se instaló en 1976 -tras fugarse de la cárcel de Verviers- en un momento en el que el clero vendía sus obras fácilmente y a bajo precio. Según la Policía, ha sido el ladrón más importante del siglo XX, especializado en arte sacro. No fue esta, sin embargo, la única de sus facetas, ya que también ejerció como pintor y restaurador. Empezó su carrera como anticuario en su país natal, Bélgica.

«Estas obras acaban en manos de coleccionistas privados que se deleitan con ellas»

El capitán de la Unidad de Policía Judicial de la Guardia Civil Enrique Peláez Martínez sostiene que Palencia, así como todo el conjunto de la geografía regional, «tiene una riqueza incalculable con respecto al patrimonio histórico y religioso». Sin embargo, reitera que en los últimos tiempos las bandas dedicadas al robo de este tipo de material no actúan, «aunque nunca hay que bajar la guardia porque Palencia es una provincia muy diseminada en materia poblacional y es muy difícil evitar hechos de esta índole, aunque la Guardia Civil tiene sus programas de seguimiento y vigilancia para evitar que esto ocurra».

El capitán Enrique Peláez Martínez explica que en cuanto a la delincuencia relacionada con los expolios, «existen dos clases de delincuentes. Unos van a lo que salga, sin tener conocimiento real de lo que tienen delante y lo venden al mejor postor. Un ejemplo bien claro es el caso de las campanas robadas en el norte de la provincia. Probablemente las fundieron para obtener estaño, bronce u otros metales. Sin embargo, las campanas en su conjunto tenían muchísima más importancia y valor. El otro tipo de delincuente relacionado con el patrimonio histórico o religioso es aquel que sabe lo que busca: obras de gran valor que pretende sacar al mercado negro a través de marchantes o anticuarios de dudosa reputación. Normalmente, estas obras sustraídas van a parar a coleccionistas privados que se deleitan con ellas por puro placer. Difícilmente saldrán a la luz pública y, por ello, es muy difícil su rastreo».