Una tala «justa y justificada» en Los Jardinillos

David Herrero-Ical
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El ingeniero de Montes y director de la Cátedra de Micología en la Uva, Juan Andrés Oria de Rueda, ratifica el «mal estado» del arbolado y el «deterioro» de una parte de las especies

Una tala «justa y justificada» en Los Jardinillos

L a reforma del parque de Los Jardinillos de la capital palentina se ha convertido en un problema para el equipo municipal de Gobierno debido a la decisión de talar 73 árboles del espacio verde, enmarcado en el proyecto ganador  para su remodelación. Tras el revuelo y las pequeñas movilizaciones ciudadanas para evitar el corte de ejemplares que creen que están en buen estado, el ingeniero de Montes y director de la Cátedra de Micología de la Universidad de Valladolid en el Campus de Palencia, Juan Andrés Oria de Rueda, asegura a la Agencia Ical que «una buena parte de los señalados para su tala tiene su justificación».

Frente a los argumentos de algunos ciudadanos que se reúnen todos los domingos con una silla, una manta y un libro, a modo de protesta, Oria de Rueda explica que «intentar recuperar un árbol que está en mal estado es inviable, porque el proceso de deterioro se hace imparable y, en muchas ocasiones, no avisa hasta que se produce la caída del mismo». En momentos de «ultimátum se hace necesario su corte, ya que algunos se mantienen en pie de milagro, a la espera de la llegada de lluvias o rachas de viento fuertes que acaben con él», añade.

No obstante, el profesor universitario señala que le entusiasma la existencia de personas interesadas en la conservación de la naturaleza y de los árboles, aunque, en ocasiones, «se hace necesario intervenir». Aun así, el experto reconoce que la noticia de la tala la recibió «con preocupación», pero tras analizar la situación y observar la reducida cifra de ejemplares marcados, le pareció «adecuado».

Asimismo, deja claro que es partidario del mantenimiento del conjunto del arbolado, ya que, «al abrir el espacio para la entrada de mayor luminosidad podría producirse una debacle, al caer muchos ejemplares, como ha ocurrido en otras zonas en situaciones climatológicas adversas».

Pone como ejemplo a la especie acacia de las Tres Espinas, al ser un árbol centenario, con la  plantación original  que se remonta a la inauguración de la estación de tren. En concreto, este ejemplar «es el único que queda de las plantaciones primitivas que se llevaron a cabo en otros tiempos, por lo que posee un valor histórico y cultural». La especie «es muy resistente, dado que antiguamente no existía la idea de regar un jardín en la calle», sin olvidar que, actualmente «no se encuentra en mal estado, por lo que renuncia a su tala».

enfermedades y plagas. Respecto a los árboles señalados en un primer lugar, analiza la existencia de álamos muy próximos en poco espacio. Subraya que «si están así de juntos en el río Carrión no hay problema, ya que puntuaría de forma positiva en riadas o en el paraje natural, pero, en una zona con tal trasiego como este parque no es adecuado».  

Da  la casualidad de que durante el paseo para realizar este reportaje y la explicación científica, se desprendió un trozo de la corteza del interior del tronco, en la que se apreció su enfermedad y la presencia de una plaga de gusanos en el mismo.

«Los insectos se han comido literalmente el tronco por dentro», apuntó Oria de Rueda, aunque «aparentemente cualquier persona crea que está sano, no es el caso». Por ello, el experto traslada que esta situación «le angustia por lo que pueda ocurrir», como los sucesos acaecidos en el parque del Retiro de Madrid que causaron la muerte de un viandante al caer un árbol.

No son los únicos afectados, y es que, un abeto del Cáucaso, con muchas ramas secas, así como otras amarillentas, además de una madera deteriorada y una copa con un crecimiento inadecuado, o algunos pinos en el paseo, con gran inclinación, «reflejan la situación de emergencia», explica.

Al recorrer el parque, el profesor universitario observa un ciprés de Arizona, el cual también «está en mal estado», al apreciarse que está levantado el terreno, a modo de aviso de su situación. 

Además, aclara que esta especie «tiene gran probabilidad de vuelco, justamente hacia donde está inclinado, con el peligro que ocasiona para unos bancos cercanos». Se da la misma circunstancia con un Pino del Himalaya, sobre el que, cada día que pasa «está peor» Tal es así que señala «las grietas en el suelo y el desvío», por lo que aboga por el corte «lo antes posible». 

«Que este tipo de situaciones se den en el bosque o en el monte es aceptable, al formar parte del ámbito natural, pero no en un parque como este», apostilla.

sin abandono. El ingeniero forestal, a través de su experiencia, «no observa una acción de abandono o negligencia con los árboles del parque». 

A caso, puntualiza que las actividades de plantar por plantar, en muchas ocasiones en honor o reconocimiento a personalidades o figuras destacadas de una ciudad, «no son adecuadas». Y es que, en ocasiones, se plantea la necesidad de que haya que «analizar esas grandes plantaciones muy seguidas y en poco espacio, ya que puede ser más efectivo y beneficioso el poder ser repartidos los árboles por otras zonas».

Como ejemplo, la ribera del río es una localización donde «hay mucho terreno, el cual es perfecto para plantar árboles y, en ese caso, no sería necesario implementar un mantenimiento muy drástico». Por ello, apunta que «seguir pensando en el parque de Los Jardinillos como un remanso natural y exclusivo sin tocar puede ser peligroso, ya que además de la existencia de ejemplares en mal estado, hay otras áreas del espacio verde en el que los árboles se molestan y su crecimiento se paraliza». Recalca que esa situación «no es buena para ellos, ya que interviene la selección natural, por lo que unos saldrán mejor parados que otros».