Preparado para la 'vendetta'

M.R.Y (SPC)
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Salvini ha salido derrotado de su propio órdago al verse fuera del Ejecutivo y frustrarse su pretensión de volver a elecciones por la inédita alianza de dos enemigos tradicionales que se han unido contra él

Preparado para la 'vendetta' - Foto: REMO CASILLI

«Podrán escapar del voto durante un tiempo pero, antes o después, la palabra volverá a los italianos». Con estas palabras, el ultraderechista Matteo Salvini asumía el pacto entre el Movimiento 5 Estrellas (M5S) y el Partido Democrático (PD) con el que se conformará un Gobierno de coalición de izquierda en la nación transalpina y se evita una convocatoria a nuevas elecciones. Unos comicios que, precisamente, era lo que el líder de la Liga buscaba tras romper la alianza con el M5S con la que se forjó un Ejecutivo hace apenas 14 meses. 

Conocida como la crisis de los mojitos, Salvini abrió un cisma este verano con los que eran sus aliados. Ya habían sido muchas las advertencias vertidas por el que fuera ministro del Interior contra sus socios, a los que ha acusado casi desde el principio de la coalición de no estar cumpliendo con el pacto sellado entre ambas formaciones. Pero en agosto llegó la puntilla definitiva. 

Desde la playa, en bañador, bebiendo mojitos o subido en una moto acuática, el ultraderechista lanzó su órdago definitivo: romper la alianza que unió en junio de 2018 a dos partidos tan divergentes como el M5S y la Liga. En plenas vacaciones, el 8 de agosto anunció una moción de censura contra el primer ministro, Giuseppe Conte, pidiendo, a su vez, la convocatoria de elecciones.

No fue algo al azar. Salvini ha sabido aprovechar su pertenencia al Gobierno de populistas y antisistema. Su partido, entonces bajo el nombre de Liga Norte, fue la tercera fuerza más votada en los comicios del pasado año, si bien la coalición de centroderecha con la que se presentó fue la primera opción en respaldo de votos. Eso sí, se desvinculó de los que eran sus colegas de fórmula -Forza Italia, de Silvio Berlusconi, y Hermanos de Italia, una formación aún más extremista que la suya- para iniciar un nuevo camino, acompañado de un socio atípico: el izquierdista M5S, que venció en las urnas a nivel individual.

Sin estar a la sombra de Berlusconi, el dirigente supo jugar sus cartas. Un Ejecutivo que, con Conte como premier, le tuviera en realidad a él al frente, como viceprimer ministro y titular del Interior, una cartera desde la que ha generado polémica, pero también admiración entre los italianos más conservadores. Y, así, consiguió opacar a su compañero en el Gabinete, duplicando su popularidad con sus medidas contra la inmigración. Llegó al 40 por ciento de respaldos en las encuestas y fue cuando decidió que era el momento de emprender un nuevo camino: unas nuevas elecciones arrojaban una victoria contundente del bloque de centroderecha, con el ultraderechista como líder indiscutible.

giro inesperado. No contaba, sin embargo, Salvini con un inesperado giro: el M5S, lejos de amilanarse, decidía unir fuerzas con el PD -viejo enemigo acérrimo- para evitar esos comicios. Un pacto que le ha estallado al político milanés, quien ha quedado retratado por los antisistema de «traidor» y de anteponer sus intereses personales a los del país.

Cuentan los medios en Italia que el propio fundador del Movimiento 5 Estrellas, Beppe Grillo, y el exlíder de los socialdemócratas Matteo Renzi fueron los artífices de la unión de izquierdas, del que Salvini no parecía sospechar. «No sabemos qué pasó entre un mojito y otro», señaló su ya exsocio de Gabinete, Luigi Di Maio, al referirse a la crisis abierta desde la playa.

Ya era tarde para Salvini. Al ver que antisistemas y progresistas se aliaban para evitar la moción de Conte, pareció querer dar marcha atrás, llegando, incluso, a plantear a Di Maio la Jefatura del Ejecutivo. 

«Está desesperado», agregó el también viceprimer ministro de ese Ejecutivo frustrado para definir a su excompañero.

Lo cierto es que el ultraderechista ha sido derrotado, al menos temporalmente. Su órdago le ha salido mal y el plan de tomar el control de Italia se le ha vuelto en contra, por lo que ahora tendrá que liderar la oposición.

Ya se está preparando para ello. Cada vez que tiene oportunidad, insiste en que el nuevo Gobierno de izquierdas está abocado a fracasar. Poco imaginaba que dos enemigos acérrimos se unirían para hacerle frente a él. Y no dudó en atribuir lo sucedido a una conspiración entre la UE, Francia y Alemania de quitarle de en medio después de su triunfo en las últimas europeas. 

«El presidente Mattarella quería un candidato a primer ministro, un programa y un equipo de Gobierno. Seguramente lo ha encontrado en Biarritz», subrayó, en alusión a la cumbre del G-7 celebrada en esa ciudad gala y desde donde el jefe del Ejecutivo transalpino cerró la puerta a volver a unirse con la Liga.

Incluso, tras esa reunión, el propio presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se posicionó a favor del premier, un nuevo varapalo para un Salvini que vuelve a esperar su momento. No le salió bien hace ahora un mes, pero está convencido de que en breve el país se verá abocado a ir a lecciones. Y esa será la oportunidad ansiada por el ultraderechista, quien no quiso aparecer en la ronda de contactos de Conte, ante su estupefacción por lo sucedido. De los errores se aprende y el líder de la Liga tiene aún tiempo por delante para enmendar su fracaso, siendo el azote del Gobierno desde la oposición y preparando una inminente cita con las urnas.