Ilia Galán

Ilia Galán


Aprender del románico

10/01/2022

No deja de ser llamativo en estos tiempos impíos y vacíos de sentido, donde pareciera que solo la panza habla y el resto de nuestro ser calla, que se organicen en un interesante lugar como Aguilar de Campoo nuevas lecciones, también en la red informática, de liturgia románica y espectáculos medievales. O quizá por eso, porque todo se ha ido olvidando, porque nuestros curas, envejecidos, se fueron apagando y la liturgia se empobreció tanto con el último concilio Vaticano que se reclama lo que falta, la forma del espíritu que podría llegar a transmitirnos por medio de la belleza el mismo Espíritu. Y es que la Fundación Santa María la Real de dicha localidad sigue con un segundo curso porque hay demanda para entender los tesoros que tenemos plantados en nuestras tierras desde hace siglos, esas construcciones medievales tan sugerentes, ese esplendor serio, sobrio, románico, lleno de ocultos y misteriosos significados. Ahí se explica la arquitectura y sus interiores, cómo se disponía todo, cómo la gente quedaba aliviada en la vida, a veces tan dura, por esa maravilla visual y auditiva que les acercaba a Dios y les reencontraba consigo mismos. Esos espectáculos se unían a los de la realeza, a las procesiones o desfiles triunfales con múltiples sugerencias.
Quien estas líneas escribe se encuentra de nuevo en la Universidad de Oxford, donde siguen siendo esenciales sus magníficas ceremonias en los templos, con coros fabulosos que animan incluso a paganos o ateos a asistir pasmados a tamañas maravillas de las artes unidas, para escuchar explosiones de maravilla interior si se sabe esperar y escuchar, para quien quiere escuchar lo Otro. Wagner hablaba de la obra total que se entregaba en sus óperas, pero ya mucho antes se hacía en nuestras iglesias. Los templos unían cada una de las artes y llenaban de poesía la vida con versos litúrgicos, música, figuras modeladas en piedra o madera, oros, vidrieras o arquitecturas historiadas que enseñan.
Inscripciones para aprender lo que el abandono ha ido desaprendiendo y arrojando a los libros del olvido, donde todavía lo leemos, aunque estén un poco desvaídos.