Solidaridad en los momentos más difíciles

Rubén Abad
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Confección de mascarillas y desinfección de calles son algunos de los trabajos que asumen los vecinos de los pueblos. Los médicos y los empleados de supermercado siguen al pie del cañón

Solidaridad en los momentos más difíciles

El coronavirus nos ha cambiado como sociedad. La crisis sanitaria y las tres semanas de confinamiento han hecho que levantemos el pie del acelerador en nuestra rutina diaria y nos fijemos más en quienes tenemos al lado. Ha hecho también sacar lo mejor de cada uno en unos momentos difíciles en los que las palabras vecino, amigo y familia han recuperado todo su significado.  Así lo demuestran los protagonistas de este serial que refleja cómo pasan la cuarentena en el medio rural, hoy con destino en los municipios de entre 2.000 y 4.000 habitantes.

Ese recorrido tiene su primera parada en Carrión. Allí trabaja el doctor Francisco Romero, quien ha cambiado sus consultas por la telemedicina, mientras que para las urgencias y las guardias se turna con sus compañeros del centro de salud. Cuando se quita la bata de médico y deja de ser el doctor Romero para convertirse en Curro, se aísla en su domicilio. «Cuando estoy en casa veo National Geographic, juego al golf en la alfombra del salón, miro a los pájaros, hago algo de cocina y también procuro hacer unos kilómetros en el rodillo (bicicleta estática)», explica.

En la ciudad jacobea vive también Verónica Fernández junto a sus padres, Enrique Fernández y Marisa Pérez. Sus progenitores llevan tres semanas sin salir de casa y pasan los ratos libres «viendo películas, jugando a las cartas y dejando la casa brillante», bromean. Sus padres se quedan dentro, pero no Verónica, que acude a su trabajo en un supermercado, «unos días con más miedo y otros días con algo menos».

Solidaridad en los momentos más difícilesSolidaridad en los momentos más difícilesTambién dispuesta a arrimar el hombro está siempre Ana Celsa Fernández, y más especialmente en un momento delicado como el que estamos viviendo. Fue la primera en proponer en el grupo de Botijeros por el mundo de Facebook la idea de confeccionar mascarillas.

Ella es maestra de Infantil en un colegio de Miranda de Ebro, uno de los mayores focos del virus en Castilla y León. «Vine el fin de semana antes de decretarse la cuarentena, me pilló aquí, y ya me quedé», comenta la docente, que ha cambiado el aula por la formación online con TokApp School. «Es un trabajo bastante enriquecedor, aunque echo mucho de menos el contacto directo con los alumnos y compañeros», asegura.

Pedro Barbero, de Cervera y también docente, ayuda en las tareas de desinfección de las calles de su pueblo con el tractor familiar. Aprovecha los sábados y domingos por la tarde, «cuando no hay nadie por la calle», para realizar este trabajo, para el que cuenta con el apoyo de la Policía Local, que va abriéndole camino. «Tenemos mucho cuidado en zonas como el centro de salud y los lugares de mayor tránsito», asegura.

Solidaridad en los momentos más difícilesSolidaridad en los momentos más difícilesPor lo demás, desde casa da clase de forma virtual a través de la plataforma de Microsoft y se conecta con familiares y amigos con videollamadas que suplen esas reuniones físicas en torno a la mesa del bar. Adelanta trabajo en sus ratos libres y hace rodillo durante 30 o 40 minutos «para refrescar la mente».

En Saldaña, quienes siempre están dispuestos a echar una mano son Montse de las Heras y Luis Conrado. «Me paso el día limpiando cristales y haciendo mascarillas», afirma ella con una sonrisa en la boca. Su rutina comienza a las 7 horas, momento en el que se interesa por su padre, de 88 años, y por su vecina, también mayor, «y a partir de ahí es un no parar», apunta.

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Asegura que estos días no se le han hecho duros, pues ha vivido momentos peores en los hospitales, y no falta a su cita diaria de las ocho de la tarde en su ventana. «Primero, aplaudimos a los sanitarios y, después, ponemos música para todo el vecindario», finaliza.