Crimen en familia

SPC
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Una aventura amorosa oculta durante tres décadas entre primos políticos acaba con la vida de Javier Ardines a manos de dos sicarios

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Amanecía el 16 de agosto y el pueblo asturiano de Llanes se preparaba para honrar a San Roque, cuando Javier Ardines, concejal de Izquierda Unida y pescador, salió de su casa para ir a faenar. En un camino de los que no aparecen ni siquiera en los modernos navegadores de los coches y en el que estaba ubicada su vivienda, el hombre se topó con tres vallas de obras que le cerraban el paso. El paisaje era similar al que se había encontrado unas semanas antes. Aquello fue solo un ensayo.

Pero la segunda sería definitiva. Ardines paró el coche y se bajó para retirar el obstáculo. Dos atacantes intentaron reducirle, pero por su envergadura y su forma física, el concejal logró escapar unos metros, pero fue una huida momentánea. Su final estaba escrito. 

Comenzaba entonces una investigación que no iba a ser fácil puesto que Ardines era una persona con muchos enemigos, tanto políticos, por su puesto en un Ayuntamiento especialmente agitado por cuestiones urbanísticas; como personales dada su azarosa vida sentimental, a pesar de llevar más de dos décadas casado. 

Fue, precisamente, su faceta íntima la que le llevó a la muerte, según descubrieron los agentes de la Guardia Civil tras rastrear su móvil e ir descartando sospechosos entre los maridos de sus supuestas amantes. Al final, el instigador del crimen estaba más cerca de lo que pensaban: dentro de la propia familia de Ardines. 

Meses antes del asesinato, el considerado autor intelectual del crimen, Pedro Nieva, confirmó sus sospechas: Katia, su mujer -prima carnal de la esposa del concejal- mantenía desde unos meses antes una relación extramatrimonial con el marinero. Lo hizo mediante una grabación oculta de móvil en una comida que compartieron los tres. «Menos mal que nadie sospecha de nosotros, a ver si seguimos así», decía ella. 

Esa simple frase sirvió para que el hombre comenzase a urdir un plan para acabar con la vida de su primo político. Así, a través de un intermediario, localizó a dos sicarios argelinos que por 30.000 euros estaban dispuestos a matar. Un extremo que el acusado niega, pues solo reconoce que contrató a los dos hombres «para darle un susto» al concejal.

«¿Es cierto que acabó con la vida de Javier Ardines al tener conocimiento de que mantenía una relación con su mujer desde que ella era menor de edad?», le preguntó la magistrada que se ocupa del caso. Nieva no se esperaba aquel golpe. Para él, su grabación confirmaba una infidelidad reciente, no algo que se prolongaba en el tiempo. No sabía que Katia y su posteriormente primo político habían comenzado una historia sentimental 30 años antes, cuando los dos estaban solteros. Sin embargo, las dos bodas no terminaron con aquel vínculo íntimo, lo que acabó desatando una tragedia familiar.