«Intento hacer la ética atractiva y recolocarla en su lugar»

A. Benito
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Tras trabajar en la sanidad británica y en la española, Mónica Lalanda se rebeló contra un «sistema maltratador» y decidió ampliar su faceta de comunicadora. Con sus viñetas llega a miles de pacientes y eso le hace sentirse «más médico que nunca»

«Intento hacer la ética atractiva y recolocarla en su lugar»

Mónica Lalanda recuerda dos cosas de su infancia: haber querido ser médica y que se le daba bien el dibujo. Al acabar la carrera de Medicina en Valladolid, esta palentina cogió sus bártulos y emigró a Inglaterra, donde se formó en Urgencias. Escribía e ilustraba en varios sitios, y eso la empujó a diplomarse en Cartoon Drawing en Londres. Desde hace unos años es la coordinadora de Medicina Gráfica, un movimiento que cree en la ilustración como potente vehículo de información. También hace una viñeta semanal en Acta Sanitaria, cuenta con una página web (monicalalanda.com) y dispone de perfil en las principales redes sociales (@mlalanda).

¿En qué momento se dio cuenta de que unir estas dos disciplinas, aparentemente distantes, podía ser útil?

Siempre he utilizado el dibujo para estudiar, me hacía todo tipo de historias como herramienta mnemotécnica pero siempre un poco a escondidas. ¡Eso de hacer monigotes no estaba bien visto! El empezar a experimentar con el dibujo como una herramienta real de comunicación sanitaria ocurrió muchos años después, ya en la madurez profesional. Buscando la manera de hacer la ética médica más digerible y atractiva, acabé aterrizando en el mundo del cómic y el Graphic Medicine. Un movimiento un poco subversivo que intenta colocar al paciente en medio y dar a su historia la misma importancia que a la parte biomédica, es decir hacer protagonista al enfermo, no a su enfermedad.

«Intento hacer la ética atractiva y recolocarla en su lugar»«Intento hacer la ética atractiva y recolocarla en su lugar»Después de trabajar 16 años para el NHS, en el Reino Unido, y otros tantos para el Sistema Nacional de Salud español, hace algún tiempo decidió dejar la medicina asistencial «harta de la explotación laboral» y ahora se dedica solo a la comunicación. Háblenos un poco más de esta nueva y especial manera de hacer Medicina por la que ha optado

Así es, tras unos años en España me rebelé contra un sistema maltratador, que abusa del profesional, que lo machaca y despersonaliza sin límite apoyado en su buena voluntad, pero que además obliga a trabajar de una manera insegura para la salud del profesional y sobre todo para la salud de sus enfermos. Tener a un médico trabajando 24 horas es una permanente bomba de relojería. 

Me marché dando un portazo y decidí ampliar mi faceta de comunicadora. En urgencias podía llegar a un niño con ataque de asma, con mis dibujos puedo llegar a miles de niños asmáticos y explicarles su enfermedad, ayudarles a cuidarse. La buena información es parte de cualquier tratamiento. Ahí salió mi fonendo y entraron mis pinturillas.

«Intento hacer la ética atractiva y recolocarla en su lugar»«Intento hacer la ética atractiva y recolocarla en su lugar»Junto a usted, en el movimiento de Medicina Gráfica participan otros muchos profesionales directamente relacionados con la Sanidad, cuya pasión común es el cómic, la novela gráfica y el uso de imágenes en el mundo sanitario. ¿Qué más puede contar del grupo?

Comencé la trayectoria de la Medicina Gráfica en España siguiendo los pasos de mis colegas angloparlantes, pero pronto me di cuenta de que, aunque sola caminaba deprisa, con personas de mi mismo perfil, llegaría más lejos. Así que empecé a crear equipo, invitando a compañeros del mundo sanitario que, por redes sociales, entendí que se entusiasmarían con la idea. 

Somos un grupo multidisciplinar, repartidos en varias áreas clínicas, ciudades y hasta continentes (uno de nosotros está en Chile). Hay creadores de medicina gráfica y también analistas, lo que nos une es la pasión por el cómic y la infografía como herramientas de comunicación sanitaria. Nuestro trabajo es altruista, la generosidad del grupo es impresionante. Tenemos mucha actividad en redes sociales y reseñamos un cómic semanal. Hemos realizado ya dos congresos nacionales que han sido un éxito. Os invito a curiosearnos en www.medicinagrafica.com.

En 2016 publicó usted Con-Ciencia Médica, un cómic basado en el código de deontología médica que resultó ser todo un éxito. ¿Cómo surgió la idea de crear esta publicación y qué puede decir de ella?

La semilla fue un Máster en Bioética cuyo TFM me impulsó a buscar nuevas maneras para hablar de algo tan sencillo, pero a la vez tan malentendido, como la ética y la deontología. Empecé a estudiar el cómic como herramienta para ello, de ahí salté a experimentar con cómics creados por mí específicamente para la enseñanza de ética y realicé un proyecto de innovación docente en la Cátedra de Profesionalismo y Ética Médica de la Facultad de Medicina de Zaragoza que dirige Rogelio Altisent. 

Tras plantear la hipótesis, conseguimos demostrar que el cómic es una herramienta válida. Hice algún taller y encuestas en grupos de expertos en ética médica antes de tirarme a la piscina y reconvertir el farragoso Código Deontológico en un cómic basado en el humor. Tuve la bendición de la Organización Médica Colegial. Con-Ciencia Médica (LID editorial) tiene tres ediciones y continúa siendo un libro muy buscado. No solo está dirigido a estudiantes y profesionales sino también a la población general. Busca crear conciencia de lo que cualquier persona debe esperar de un médico.

La ética es algo subjetivo y adquiere significados diferentes para cada persona. Las diferencias son aún mayores cuando se trata de países distintos. ¿Qué representa para usted este concepto?

El dilema sobre si la ética es objetiva o subjetiva nos daría para varias páginas, pero, desde mi punto de vista, lo que intento transmitir es que la ética no es algo lejano, no es un tema académico. 

Desafortunadamente, la mayoría de las mentes enfrentadas al término ética vuelan a temas complejos como aborto, trasplante de cara o eutanasia. La realidad es que cada intercambio con cada paciente tiene un ineludible componente ético. Cómo miras, cómo te expresas, qué pruebas haces, cómo proteges su dignidad durante la exploración, qué tratamiento recetas, cómo manejas la incertidumbre, la letra con la que escribes... en todo entra la ética. La ética es parte de la medicina, como lo es la anatomía patológica o la fisiología. Ciencia, conciencia, coraje y comunicación.

Humor, dibujos, un lenguaje sencillo... Aunque la medicina sea una cosa seria, ¿cree que se debería apostar más por este tipo de recursos para llegar mejor al ciudadano medio?

A eso dedico mi vida actualmente, a apostar, crear y dar visibilidad a una herramienta absolutamente increíble. Se nos llena la boca de «autonomía del paciente» y de «paciente empoderado» y, sin embargo, seguimos fallando a lo grande a la hora de comunicar. Necesitamos medios que hagan la información comprensible, amena, digerible y fácil de recordar, de manera que el paciente sea capaz no solo de entender sino de participar en cualquier decisión. La medicina gráfica debería ser parte, por ejemplo, de la realización de consentimientos informados o de prospectos de medicinas, información sobre tratamientos, etcétera. Las posibilidades son tremendas. 

¿Y qué opina de la lectura de cómics como terapia para determinadas enfermedades?

Las patografías gráficas, que es como llamamos a una novela gráfica en la cual el autor o alguien allegado padecen una enfermedad y lo cuentan a través de una novela gráfica, tiene una serie de posibilidades tremenda. No solo sirve como información y acompañamiento a otros pacientes con la misma patología, también como terapia para el propio autor, pero, además, con frecuencia resultan una crítica activa contra la actitud de los profesionales. Frecuentemente aparecemos reflejados como personas poco empáticas, que no miramos a la cara, que hablamos con jerga, etcétera. Son un baño de realidad que puede ser muy útil como herramienta educativa o para nuestra mera reflexión. La lista de posibilidades es enorme. Sin duda, ya hay médicos que recetan algunas de estas novelas gráficas a sus pacientes. Hay absolutas joyas. Llevamos unas 120 reseñadas y la lista no para de crecer.

En cuanto a la educación, en alguna ocasión ha señalado que, a día de hoy, las palabras ética y deontología solo despiertan «imágenes obsoletas de aspecto algo polvoriento, con libros gordos y amarillentos, martillos de juez e ideas de opresión y de ley»

Es curioso porque si pones en Google Imágenes «Ética Médica», se te llena la pantalla de martillos de juez y libros gordos; la ética como yugo, como obligación, como policía, cuando debería representarse como globos de colores que nos impulsan y nos suben hacia la excelencia en lo que hacemos. El recolocar la ética en el lugar que le corresponde es algo con lo que lucho, haciéndola amena y atractiva a través de mis viñetas.

No cabe duda de que, en momentos como el actual, con tantas nuevas normas higiénicas y de seguridad, un virus que ha puesto en jaque a todos los países y una situación sanitaria casi inédita hasta ahora, viñetas como las que usted elabora son muy útiles para hacer llegar ciertos mensajes

Durante la pandemia las viñetas y las ilustraciones han jugado un papel imprescindible. Una cosa muy curiosa es que la enfermedad se ha hecho visible a través de dibujos. El virus solo se ve con microscopio electrónico, pero no creo que quede en el mundo mucha gente que no tenga interiorizado el aspecto del coronavirus. 

Esto es algo interesante, pero, por otro lado, la medicina gráfica ha permitido diseminar información clara y sencilla en un momento en el que era importante llegar a todas las esquinas. Una buena viñeta como traducción de un artículo científico complejo llega muy lejos. 

En momentos de exceso de información, fake news y mala información, la única arma para combatirlo no es prohibir ni censurar sino crear medios informativos de calidad que lo contrarresten. Una buena viñeta con un montón de información sobre cómo protegerse del Covid se hace viral en minutos a través de redes sociales.

Las viñetas son también una forma de reivindicación. ¿Ha utilizado usted más el lápiz a lo largo del último año para denunciar la situación de la sanidad?

Este es uno de mis temas favoritos. Llevo años reivindicando la situación que se vive, antes y después de marcharme yo misma. Pero durante la pandemia se han visto situaciones absolutamente catastróficas. Protección con bolsas de basura, el compartir mascarillas, la desprotección más absoluta a todos los niveles de los profesionales. Que hayan muerto 108 médicos en esta pandemia, que se hayan infectado más profesionales que en ningún otro país, que siga sin ser considerada enfermedad profesional, que una mayoría de esos profesionales que se han batido a cuerpo (literalmente) con la enfermedad y la muerte no tengan sus puestos de trabajo asegurados es algo que, como país, debería avergonzarnos. 

Se ha hablado mucho de los profesionales sanitarios como héroes durante la pandemia. En este país los profesionales sanitarios llevan años siendo héroes, maltratados abusados, ninguneados, pisoteados…una vergüenza descomunal. Mientras, los políticos se ponen medallas del Mejor Sistema Sanitario del Mundo. 

En un artículo publicado el pasado mes de noviembre acerca de las vacunas, decía que vivimos tiempos extraños en los que todo tiene que ser o blanco o negro. «Los grises han desaparecido. Esto aplicado a la Medicina es peligroso, nefasto», señalaba. A su juicio, las vacunas «han sido recubiertas de un extraño halo de infalibilidad, son intocables, inmencionables, incuestionables». En este sentido, deja claro que como médico es «provacunas por definición», pero también matiza que «ofrecen dudas»

Creo que es importante leer todo el artículo, esa frase sacada de contexto puede ser malentendida. Las vacunas son uno de los grandes avances de la medicina moderna, pero el término vacuna se ha revestido de un halo que hace que no se pueda hablar con la misma libertad que como lo hacemos de cualquier otro fármaco. No todas las vacunas son iguales. No puedes comparar la maravillosa vacuna infantil triple vírica con una vacuna de la gripe mediocre que algunos años tiene una eficacia del 45%. Y si esto lo comentas en redes sociales, inmediatamente se te tacha de antivacunas. 

Por otro lado, es importante tener en cuenta las necesidades epidemiológicas y el principio de justicia. Las vacunas imprescindibles y que no tienen duda son las que están en el calendario vacunal oficial. Una vacuna por la que tienes que pagar una fortuna y que epidemiológicamente no es necesaria, es un tema sobre el que deberíamos hablar con libertad y, sobre todo, mantenerlo alejado del mundo de la política. Meter el tema vacunas en campañas electorales, como ocurrió en Castilla y León, es una atrocidad que atenta contra las bases de la ciencia. Una vacuna es necesaria o no lo es, no la puedes ofrecer como parte de tu paquete de medidas en campaña electoral.

Es usted una usuaria muy activa de las redes sociales. Está en Facebook, LinkdIn e Instagram, aunque se confiesa una apasionada de Twitter. Últimamente se habla mucho de sobreinformación y fake news. También hay quienes se aprovechan de estas nuevas herramientas y las utilizan con fines que quizá no son los más apropiados. ¿Cuál es su opinión al respecto?

Mi opinión es que la libertad de expresión debe primar sobre todas las cosas. En medicina nos movemos siempre en medio de la incertidumbre, recortar la capacidad de expresión sería peligroso. Por tanto, creo que a la mala información se la combate con mejor información, la censura es una cuesta resbaladiza y muy peligrosa.

¿Tiene en mente la publicación de algún nuevo proyecto?

Sí, siempre tengo varios proyectos grandes en marcha. Hace nada he sido coautora en una antología sobre menopausia hecha por autoras de varios países del mundo y que el New York Times eligió como una de las diez mejores del 2020. Este tipo de éxito me reafirma en seguir creando. Creo firmemente en las posibilidades del lenguaje del cómic, ¡es una maravilla!

¿Quiénes son sus referentes en el mundo del dibujo y cómo definiría su estilo?

Mis dos referentes siempre han sido Quino y Forges, dos grandes genios que ya no están entre nosotros. Me fascina su estilo muy sencillo pero muy reconocible. Figuras de trazo marcado con las que uno es capaz de identificarse, que son muy expresivas y que reflejan escenas muy reconocibles. Ambos autores eran, además, personas generosas que inspiran a cualquiera. 

Me dicen con frecuencia que mis personajes se parecen a Madalfa, me gusta pensar que ella y sus amigos se hicieron mayores y médicos y entraron a mi mundo con sus mentes críticas y originales. Mi dibujo es sencillo, no tiene una gran calidad técnica, pero transmite con energía y, sobre todo, con efectividad. 

Cuando decidió centrarse en la comunicación, lo hizo con el objetivo de llegar a más pacientes que a través del servicio de Urgencias. ¿Diría usted que lo ha conseguido?

No me cabe ninguna duda. Cuando alguien me pregunta si no voy a volver a ser médico, siempre contesto que ahora soy más médico que nunca.