«La energía puede ser limpia, pero los negocios no»

A. Benito
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La Plataforma para la Defensa de la Cordillera Cantábrica alerta sobre el impacto de los parques de aerogeneradores en áreas de alto valor ambiental. Propone como alternativa un modelo energético «más descentralizado y de distribución local»

«La energía puede ser limpia, pero los negocios no»

Hace algunos días, la Plataforma para la Defensa de la Cordillera Cantábrica (PDCC), junto a 103 entidades de toda España, presentaba el vídeo de la campaña Aquí no, que reclama la exclusión de las áreas de alto valor ambiental en la implantación de nuevos complejos de aerogeneradores. En Palencia son varias las instalaciones proyectadas. Emilio de la Calzada, presidente del colectivo, explica a Diario Palentino el impacto ambiental que generan estas iniciativas y las posibles alternativas.

Los aerogeneradores producen electricidad aprovechando la energía natural del viento, por lo que se consideran una fuente limpia y sostenible. Sin embargo, ustedes están en contra de su ubicación en zonas de especial valor natural. ¿Podría explicar las razones?

El mayor problema es que para poder aprovechar esa energía eólica que, efectivamente, es absolutamente limpia, se requieren unas infraestructuras que, cada día, alcanzan dimensiones mayores, tanto los propios aerogeneradores como las líneas de evacuación de la electricidad. En los años 80, los primeros aerogeneradores tenían entre 30 y 40 metros, y ahora estamos hablando de máquinas de más de 200 metros de altura. Trasladar eso hasta el punto de ubicación requiere de unas pistas enormes y el consumo de un montón de materiales de rodadura para su creación. Además, los aerogeneradores requieren unas plataformas de mil metros cuadrados con una cimentación que lleva del orden de 400 metros cúbicos de hormigón y más de 250 toneladas de hierro. Una vez instalados, hay que comunicarlos soterradamente por kilómetros y kilómetros de zanjas y, finalmente, cuando el parque está instalado, toda la electricidad se vierte a una pequeña subestación eléctrica que transporta la energía por líneas de alta tensión de hasta 50 kilómetros de longitud para verterla a una red de mayor dimensión. 

«La energía puede ser limpia, pero los negocios no»«La energía puede ser limpia, pero los negocios no»Por tanto, la instalación de un parque de estas características supone una transformación muy grande del territorio y el problema se acrecienta cuando esas infraestructuras se instalan en áreas de montaña, donde además se suelen elegir los cordales que han escapado de nuestro allanamiento y donde todavía se mantienen procesos naturales no humanizados. Allí se refugian faunas y floras muy especiales y, además, estos espacios son el sustento para muchos otros procesos que se ven alterados de manera dramática con estos proyectos. Desde el punto de vista paisajístico, hay que tener en cuenta que las nuevas máquinas van a hacer pequeñas a las que hay, y eso va a suponer un enorme impacto visual, así como la transformación de nuestro espacio y de nuestro horizonte.

Por tanto, no estamos en contra de la energía eólica, lo que pedimos es que la ubicación se haga con criterios ambientales, porque igual que debemos llevar a cabo la descarbonización de las fuentes de energía, tenemos otro compromiso ineludible que es proteger los espacios naturales. No podemos comprometer un objetivo por conseguir el otro. 

Actualmente, son más de 6.000 los aerogeneradores implantados desde el norte de Navarra hasta las costas gallegas, un porcentaje no pequeño de ellos sobre áreas de alto valor natural, incluyendo la Red Natura 2000. ¿Cree usted que la etiqueta verde o renovable se ha convertido en un nuevo coladero de proyectos poco respetuosos con el medio ambiente?

«La energía puede ser limpia, pero los negocios no»«La energía puede ser limpia, pero los negocios no»Efectivamente. De hecho, hemos analizado las posiciones de los que hay ahora mismo y una cuarta parte de los más de 6.000 aerogeneradores instalados en el entorno de la Cordillera Cantábrica está dentro o a menos de 200 metros de espacios de la Red Natura 2000. Eso hace que verdes verdes no sean. Si para colgar un cuadro de altísimo valor tengo que derribar el edificio, mal lo hago. Por tanto, lo que planteamos es que se busquen los emplazamientos más idóneos. Y hay otra realidad: los sumideros de energía son las grandes áreas metropolitanas y, sin embargo, se están buscando los lugares más remotos para la captación y producción de esa energía. Se trata de proyectos gigantescos para un abastecimiento generalizado y centralizado promovidos por un oligopolio que produce la electricidad y luego somos los demás los que pagamos durante toda nuestra vida la tarifa. 

Desde nuestro punto de vista, la cantidad enorme de dinero que se va a invertir en apoyar estas energías, se podría emplear en buscar sistemas de generación distribuidos de tal forma que hubiera unidades para el autoabastecimiento local. Podría haber montones de comarcas utilizando diferentes fuentes de energía, no exclusivamente la eólica, sino también la fotovoltaica, la hidráulica o la geotérmica. En definitiva, podría haber sistemas o comunidades locales de abastecimiento energético que no dependieran de los grandes monopolios eléctricos. Si se hiciera de esa manera, probablemente sobrarían muchas líneas, las facturas eléctricas serían menores y se generaría más empleo local. Se trata de incidir en el propio modelo del sistema energético español. 

Defienden un cambio en el modelo energético, pero también un compromiso por que este se haga respetando la biodiversidad y los valores paisajísitcos y humanos. A veces se acusa a las organizaciones ecologistas de ser excesivamente idealistas y de posicionarse sistemáticamente en contra de algunos proyectos, ¿qué alternativas plantean a la puesta en marcha de este tipo de iniciativas?

Nuestra principal propuesta es apoyar un modelo más descentralizado energéticamente. Poblaciones alejadas a las que les llegaron con posterioridad las líneas eléctricas buscaron con una tecnología pésima soluciones locales para tener sus fábricas de luz. Hoy en día, con la tecnología que existe, podría haber muchas zonas donde el abastecimiento estuviera garantizado y fuera local. 

También se habla de esto en el ámbito alimentario con el objetivo de que el transporte no haga perder las bondades de un determinado producto. Si la fruta es muy buena, pero tiene que cruzar un océano y consumir montones de petróleo para llegar hasta mi mesa desde Sudamérica, igual deja de tener sentido su consumo. 

Con la energía pasa lo mismo, se podría apostar por un sistema más descentralizado y distribuido cuya generación fuera para el propio entorno, de tal manera que nosotros, como ciudadanos, fuéramos más responsables con el entorno.  Así parece que todo llega a través de un recibo de la luz y no tengo ni idea cuál es mi relación con las fuentes de energía. 

¿Qué esperan de los fondos de Transición Justa? ¿Creen que servirán para impulsar proyectos que verdaderamente apuesten por el ahorro, la eficiencia y la protección del medio ambiente?

Resulta que los primeros que se han puesto a la cola para beneficiarse de esos fondos tan renombrados han sido las grandes corporaciones y los fondos de inversión. La Unión Europea plantea la descarbonización de las fuentes de energía, y hacia ahí debemos de dirigirnos, pero también ha marcado unos objetivos como que en 2030, al menos el 32,5% de nuestras fuentes sean renovables o que tengamos una eficiencia del 32%. En España esos objetivos se han multiplicado por cantidades asombrosas. Por ejemplo, en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, que orienta estas políticas y dirige los fondos de reestructuración, el objetivo para 2030 para la energía eólica es instalar 50 gigawatios de potencia, cuando a finales de 2020 había 27. Respecto a la fotovoltaica, había 9,5 gigawatios y el reto es llegar en 9 años a los 40. Sorprendentemente, ya se ha concedido más de lo proyectado: hay permisos para 60 gigawatios de eólica y 105 de fotovoltaica. 

Esto es consecuencia del aluvión de solicitudes que se han presentado; hasta gobiernos como el de Noruega están planteando parques eólicos en España. Es, sencillamente, un negocio y, al final, se está hipertrofiando la planificación, que se hace a nivel ministerial, aunque las autorizaciones son autonómicas. Por tanto, no hay un control real ni una ordenación territorial adecuada. Y eso es lo que nosotros denunciamos, así como el deterioro ambiental que esto va a acarrear. En definitiva, lo que debiera ser un bien estratégico acaba por convertirse en una especie de subasta. Las corporaciones que están planteando toda esta marea de instalaciones fotovoltaicas no lo hacen porque crean plenamente en la descarbonización, sino simple y llanamente porque ven una oportunidad de negocio. 

La campaña Aquí No es la culminación de una iniciativa que nació en otoño de 2020 con un manifiesto al que se han ido sumando entidades hasta alcanzar las más de 100 que son actualmente. ¿Cómo ha sido este proceso?

Cuando empezaron a brotar como setas este tipo de proyectos, la situación comenzó a alarmar a juntas vecinales, grupos conservacionistas, colectivos montañeros, etc. Fue entonces cuando varias personas de distintas procedencias nos reunimos para analizar el panorama y exigir a las autoridades el cumplimiento de su función, que no es otra que poner orden y administrar el bien público. No puede ser que la ordenación territorial de las energías renovables la hagan los promotores y que, como pasa en otros ámbitos, quienes gobiernen sean las grandes corporaciones. 

Tras la reunión, decidimos expresar en un manifiesto lo que nos parece que se debe hacer, sin renunciar a las bondades de la energía eólica, pero exigiendo a las administraciones una responsabilidad en los objetivos de la descarbonización y de la conservación de la naturaleza menos transformada. Al documento se han adherido más de un centenar de asociaciones y entidades de todo el ámbito cantábrico. 

Por otro lado, en aquellas reuniones iniciales pensamos que crear un vídeo con las voces de personas reconocidas era también una buena manera de llegar a la gente.

Ese vídeo, que ha contado con la colaboración de más de 40 personas de los ámbitos universitario, literario, musical y periodístico, pretende sensibilizar sobre la necesidad de evitar que enclaves con altos valores ambientales y paisajísticos, y en especial los de la Cordillera Cantábrica, sufran el aluvión de nuevos complejos de aerogeneradores. ¿Qué acogida está teniendo?

No sé si los detractores de ese posicionamiento no nos han hecho llegar su voz, pero casi todo han sido agradecimientos de personas que comparten la misma percepción y que ahora tienen voz. Las visitas al vídeo superan las 12.000, por lo tanto la repercusión está siendo muy buena.

¿Qué otras acciones han llevado a cabo o tienen pensado realizar?

Por un lado hemos puesto negro sobre blanco los nuevos proyectos. Compañeros de la Plataforma para la Defensa de la Cordillera Cantábrica que dominan los sistemas de información geográfica han cartografiado todos los parques que ya están en funcionamiento y también los que están en proyecto. Lo que estamos intentando es intervenir, en la manera en que la participación pública lo permite, en los procedimientos administrativos para evitar el desarrollo de proyectos cuya ubicación ennegrece su valor verde. 

Por otro lado, les hemos pedido a todas las comunidades autónomas del ámbito cantábrico que nos informen de los proyectos. También mantuvimos recientemente un encuentro telemático con representantes del Ministerio de Transicion Ecológica y Reto Demográfico para plantearles un punto de vista que, creemos, trasluce el sentimiento de una parte de la sociedad. Ahí es donde estamos dedicando nuestro tiempo libre, nuestro dinero y nuestro empeño.

¿De cuántos proyectos podríamos estar hablando?

Mentiría si dijera que los tengo contados, pero por ejemplo en Palencia tenemos localizados diez proyectos, entre ellos el de Quintanillas, que en realidad se está tramitando en Cantabria, pero que se ubicaría en el límite entre ambas provincias. A este último se suman otros seis para el Cerrato, donde ya hay una buena instalación de parques. De hecho, se trata de un ejemplo muy claro de cómo la energía puede ser limpia pero el negocio no. Me explico. Cuando los proyectos energéticos afectan a más de una comunidad o sobrepasan los 50 megawatios, quien tramita las solicitudes es el Ministerio. En cambio, si un parque eólico, una instalación fotovoltaica o una construcción energética de cualquier otra índole tiene una potencia inferior, las autorizaciones dependen de la comunidad autónoma. Por ejemplo, en el Cerrato, Repsol ha promovido varios parques eólicos en los mismos municipios y todos son de 49,99 megawatios. Se trata de un clarísimo ejemplo de fragmentación, es decir, la empresa quiere instalar 200 megawatios, pero plantea el proyecto como cuatro cosas independientes, cuando la evaluación del impacto ambiental debería ser conjunta. 

Es verdad que el Cerrato no es la montaña, pero allí se encuentran dos hábitats de interés prioritario en la Unión Europea: unas vegetaciones yesíferas casi inexistentes de los Pirineos para arriba y unos matorrales halonitrófilos ibéricos también muy escasos. Esto demuestra que el objetivo no es solo producir energía eléctrica y hacerlo con las mayores garantías ambientales y sociales. Tristemente, en Castilla y León hemos conocido tanto la trama eólica como la fotovoltaica y estas historias suenan a sucio. 

La plataforma que usted preside nació en 2004 con el objetivo de promover la conservación de la Cordillera Cantábrica. ¿Cuáles han sido, a lo largo de estos años, sus principales frentes de batalla?

La verdad es que llevamos ya unos cuantos años con estas peleas. Hemos dado batalla en otros aspectos como el tristemente famoso proyecto para la construcción de la estación de esquí de San Glorio, que también afecta a la provincia de Palencia, otro pelotazo disfrazado de deporte que realmente buscaba la venta de segundas viviendas en los pueblos de alrededor. Todo esto, además, en una zona donde no se mantiene la nieve y donde hay que gastar petróleo y gas natural para fabricarla con cañones. Lamentablemente, hay que volver a oír esas bobadas de la mano de algunos partidos, pero supongo que quien se dedica a la política tiene que hacerse notar de vez en cuando, pero desde el punto de vista objetivo es absolutamente estúpido plantear este tipo de proyectos. 

Otras batallas gruesas fueron las relacionadas con la minería a cielo abierto y también hemos actuado en numerosas ocasiones contra accesos rodados a las zonas altas de montaña, ya que con el argumento de subir un poco más, se hacen pistas a lugares que no tienen ningún sentido y que no son utilizadas solo por los ganaderos ni están cerradas al resto de tráfico. Y, ahora mismo, con la plantación de eucaliptos en algunos lugares, estamos intentando que la política forestal sea más acorde. La biomasa es otra de las fuentes que se llaman verdes y que está provocando la tala masiva de superficies plantadas de otras especies para sustituirlas por eucalipto y tener más madera para quemar. 

La PDCC une a todos los territorios y a todas las personas que forman parte de la Cordillera Cantábrica. ¿Cuáles son los valores que comparten un vecino de la Montaña Palentina con otro del Bierzo, como usted, o con un cántabro, un leonés o un asturiano de los Picos de Europa?

Yo creo que este espinazo montañoso tiene unas características muy singulares. Nada tiene que ver la vertiente que mira al Cantábrico con la que mira al sur, pero creo que a todos nos unen cosas como que todavía sea un espacio con unos valores naturales muy importantes. Además, es una cordillera con una escala accesible para los humanos. Así ciomo las cumbres del Himalaya son solo para superpersonas, las montañas cantábricas son lugares cuyas dimensiones nos permiten disfrutar de esos paisajes fantásticos. 

Cuando voy al País Vasco y me meto por aquellos bosques, le encuentro un parecido, me parece que es la misma montaña. Por tanto, considero que lo que nos une es que vivimos en unas montañas que nos permiten disfrutar fácilmente de ellas, frente a otras que nos lo ponen más difícil. Hay un montón de usos tradicionales que también se repiten a lo largo de toda la cordillera y creo que, aunque está repartida entre muchas comunidades autónomas, en común tiene que es un espacio amable. En lugar de ser una barrera, esta montaña permite la unión y, de hecho, hay muchísimos puertos que han permitido toda la vida el contacto entre unos y otros.