Nueve partidos para el Becerril

David del Olmo
-

Merino se perderá el duelo del domingo por la roja ante la Cultural Leonesa B. Dos choques de sanción para Simal y Pelayo, que ni se vistieron, y los dos delegados

Nueve partidos para el Becerril - Foto: Juan Mellado

La derrota del pasado domingo ante la Cultural Leonesa B le va a salir  cara, sobre todo en lo económico, al Club Deportivo Becerril a tenor de las sanciones del Comité de Competición de la Federación de Castilla y León de Fútbol (FCyLF).

Perdió el partido (0-1), tras jugar con diez futbolistas durante los últimos tres minutos de la primera mitad y toda la segunda, por la roja directa que David Rivera, el colegiado del duelo, mostró a Merino. Un  lance del juego que, con una decisión acertada o errónea (aquí no hay VAR), decidió el encuentro y conlleva la sanción de un partido para el defensor. 

Hasta ahí, todo podía entrar dentro de lo que puede suceder en un encuentro de fútbol, una jugada y la posterior decisión arbitral que, dependiendo de quién sea el afectado, se quejará más o menos.

EL 'OTRO' ACTA. El problema llegó más tarde, cuando el colegiado se encontró mientras se dirigía al vestuario, tras pitar el final, con dos de  los lesionados del equipo becerrileño, Quique Simal y Jaime Pelayo, que no estaban convocados, exigió a voces, muy alterado, que fueran identificados y, al comprobar que eran jugadores, no hubo duda de que sus nombres aparecerían en el acta del duelo. Así fue.

Ambos futbolistas han sido castigados con dos encuentros de sanción, según reflejan los acuerdos del Juez Único, por «actitudes de menosprecio o desconsideración hacia los árbitros», según el artículo 117. Y para acabar de rematar una jornada para olvidar, también han sido sancionados con dos partidos cada uno, los dos delegados del Becerril que figuraban en el acta del partido (de campo y de equipo), Diego Antolín y Richard Cano, por «infracciones de los delegados (Art. 127)».

Poco puede hacer el Becerril, sobre todo en el caso de las sanciones a Pelayo y Simal, pues no habiendo prueba documental, la palabra del colegiado es ley.