Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


La cortesía parlamentaria nunca sobra

16/12/2021

La ola de mala educación y exabruptos alcanza cada día niveles más altos en los debates del Congreso. Por el contrario, se aprecia cuando los diputados hacen gala de ingenio e ironía para apoyar sus argumentos, pero cuando recurren a expresiones chabacanas el debate se degrada y el diálogo se hace casi imposible. La cortesía parlamentaria es una de las bases del funcionamiento normal de las Cortes que enmarca el plus de protección al derecho a la libertad de expresión que tiene diputados y senadores.  

Que los diputados de un grupo le rían, aplaudan y jaleen las gracietas al líder de su partido por utilizar una expresión popular para dar mayor contundencia a su intervención es el síntoma de la deriva de enfrentamiento en el que han entrado las relaciones entre la oposición y el Gobierno. En algunos casos parece que quien desbarra prefiere que se le mire el dedo en lugar de la luna que señala. Se trata, además, de intervenciones que no salen en el fragor de la batalla dialéctica, sino que son expresiones que se traen perfectamente preparadas desde casa y con las que se busca un efecto inmediato.  

Que el presidente del PP haya terminado su intervención en la sesión de control al Gobierno con un "¿Qué coño tiene que pasar para que asuma alguna responsabilidad?" después de haber hecho un repaso sobre todas las cuestiones de actualidad, desde el acoso a la niña de Canet y su familia por haber logrado una sentencia a su favor para que se impartan el 25% de las clase en castellano, hasta la subida de la luz, la utilización del 'Falcón', la deuda y los casos de acoso sexual a menores, no es más que un nuevo episodio de la crispación en la que vive la política española, que se exacerba siempre en unas determinadas circunstancias, aunque en este caso se trata de una manifestación en tono menor en comparación con el tratamiento que se da a los asuntos que son nucleares en la política nacional.  

Cierto que el primero que utilizó esa expresión, "¿Qué coño tiene que pasar para que Rajoy abandone La Moncloa y pise el barro?", fue Pedro Sánchez como líder de la oposición cuando la riada del Ebro en 2015, y aunque no la profirió en sede parlamentaria no deja de ser una provocación con intenciones populistas.  Y cierto también que el debate parlamentario ha entrado en una deriva de incorrecciones que ha llevado a intervenir a la presidenta del Congreso pidiendo a los diputados moderación y educación, aunque también las trifulcas se han trasladado a la sala de prensa.  

A veces, la reacción a algunas inconveniencias lanzadas desde los escaños aprovechando presunta situación de anonimato tienen consecuencias políticas contrarias a la que buscan los miembros de la 'claque' que tienen todos los partidos que practican más el abucheo que la presentación de iniciativas parlamentarias. Fue el caso del diputado popular que gritó a Íñigo Errejón "Vete al médico" cuando planteaba una pregunta sobre la necesidad de mejorar la asistencia en salud mental. Aquella algarada sirvió para que este asunto ocupe ahora un punto central en el debate social.   

Y en efecto, pese a la inconveniencia de algunas expresiones que desvían la atención, el cumplimiento de las sentencias en Cataluña es obligado, del mismo modo que Pablo Casado debe concretar su amenaza de que Sánchez acabará ante los tribunales por su gestión de la pandemia.