Aquellas particulas ajenas al arte

Javier Villahizán (SPC)
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Tàpies bebe del lenguaje matérico y de la creación povera para concebir una superficie rugosa repleta de expresividad

Aquellas particulas ajenas al arte

Tàpies es materia, tierra, polvo, arena, tela, chatarra, harapos, madera, serrín, vidrio o yeso. Cualquier cosa le sirve al pintor catalán para expresar abstración e informalismo en sus obras, incluso rompiendo -más si cabe- la propia materia. Destruye, corta o perfora todo aquello que incorpora al cuadro para lograr el punto sublime del arte y alcanzar así la ansiada  pintura matérica. 

Una de las carácterísticas de esta corriente posterior a la Segunda Guerra Mundial es también su variado colorido, así como la perfecta diferenciación entre zonas con materia y áreas de no materia. 

Antoni Tàpies (Barcelona, 1923-2012) expresa desde muy pronto un interés por los materiales, coincidiendo, además con la eclosión del arte povera o de elementos pobres en Europa  -en torno a los años 60- y del posminimalismo en Estados Unidos. Bajo su influencia, el español acentúa su trabajo con objetos y todo tipo de elementos, no mostrándolos tal como son, sino imprimiéndoles su sello e incorporándolos a su propio lenguaje pictórico. 

Cruz y Tierra, también conocido como Cruz y R, es un ejemplo perfecto de esa sincronía entre la disciplina artística y lo conceptual y ese añadido del arte. En este contexto, son las partículas extrañas de materiales ajenos las que se funden con la expresión academicista de la creación. El resultado final es un óleo que rebosa explosión de color.

Esta obra, como la mayoría de cuadros matéricos de Tàpies, está basado en líneas contundentes que forman composiciones complejas. En la construcción de la pieza se puede observar dos niveles claramente marcados, como es el lenguaje matérico, que en este caso está marcado por la textura de la arena, las piedras y la tela; y por otro lado, el dibujo y la línea creada por la cruz, las letras (R, H ) y los signos (+). Además, el autor utiliza colores terrosos, propios de la materia, ocre, marrón, negro y rojo.

En este nivel, la superficie es esencial para la obra. Si se pudiese tocar se notaría perfectamente el relieve del cuadro, es decir, la textura de los elementos añadidos, aquellos que aportan al conjunto una gran expresividad.

la crucifixión. En Cruz y R el motivo principal es la cruz griega, un símbolo que se convierte en el elemento definitorio de su estilo y de su personalidad pictórica. 

Tàpies comenzó a utilizar esta representación después de la Guerra Civil. Posteriormente la cruz será entendida por el artista como símbolo de las coordenadas del espacio, pero la cruz también estará conectada con la religión, el cristianismo y con toda una tradición que arranca del arte medieval y que el autor catalán recupera para darle un sentido de modernidad.