Cultura en altas dosis

A. Benito
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Julián Santos, secretario de las asociaciones guardenses Candajo y Pispajo, asegura que, aunque la pandemia haya paralizado su actividad, aún hay «ideas, ilusión y ganas de seguir»

Cultura en altas dosis

Licenciado en Historia, actualmente trabaja como profesor de Educación Secundaria en el Instituto Castella Vetula de Medina de Pomar, en la provincia de Burgos, pero Julián Santos es también uno de los miembros más activos de la Asociación Cultural Candajo  y de la juvenil Pispajo, ambas de Guardo.


«Empezamos en el año 2005, al volver de estudiar y ver que no había ninguna alternativa para quienes rondabábamos la veintena», apunta el secretario de estos colectivos que, a lo largo de los últimos años, han impulsado en la comarca guardense numerosas actividades culturales, interesantes talleres infantiles y juveniles y el festival Pispajos Urbanos, este último en colaboración con otras instituciones y empresas de la zona.


«Poco a poco fuimos dándonos a conocer mediante propuestas diferentes y una estética original que gustó mucho a la gente», continúa Julián Santos al tiempo que explica que las asociaciones cuentan hoy en día con unos treinta socios y un número similar de simpatizantes. «En los últimos meses, la pandemia nos ha obligado a limitar nuestra actividad a las reuniones internas, pero la intención es dar salida en un futuro a las propuestas que están surgiendo», añade. 


El deseo de evitar riesgos innecesarios llevó al colectivo a suspender la celebración de la que hubiera sido la decimoprimera edición de su semana cultural, que en los últimos años ha incluido concursos de grafitis y tapas; exhibiciones, conciertos y audiciones de música alternativa; exposiciones de fotografía y otras actividades de ocio y disfrute para los jóvenes. «Tenemos la idea de crear una ruta con los murales existentes y los que se realicen», avanza.


Los integrantes de Candajo y Pispajo también son conocidos en la zona norte por sus insólitas creaciones que se han convertido en habituales de los carnavales de Guardo, Velilla, Cervera y Aguilar. La calidad y originalidad de sus disfraces también les ha llevado hasta Oviedo, en Asturias, o Cabezón de la Sal y Laredo, en Cantabria. De hecho, esa fue la última actividad que pudieron desarrollar el año pasado antes de la llegada del coronavirus.


En este sentido, Santos, que en los últimos años ha trabajado como animador turístico, gestor cultural, coordinador de ocio y tiempo libre o educador social, agradece en nombre del colectivo el apoyo de todas las personas que han estado a su lado todo este tiempo.


«Seguimos teniendo ilusión y ganas, así que mientras nos quede algo de dinero y logremos mantener el apoyo de otras entidades, seguiremos adelante con nuestra actividad», asegura el joven. Reconoce, no obstante, que el relevo generacional en el municipio norteño es «nulo» y que la juventud, su principal foco de acción, se está convirtiendo en un «campo baldío». Por eso pide mayor compromiso con el medio rural y que las ayudas europeas se inviertan correctamente. «Muchos jóvenes estamos dispuestos a quedarnos en nuestra tierra, pero necesitamos trabajo», concluye.