El Rey del Pollo Frito en Dueñas

Fernando Pastor
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El Rey del pollo frito en Dueñas

En 1981 Serafín Fraile, dueño del mesón El Arriero de Dueñas, contactó con Chapillas, el más conocido dinamizador de fiestas de la provincia de Palencia. Le planteó que la importancia de una localidad como Dueñas merecía tener espectáculos artísticos de primer orden, y el Ayuntamiento apenas organizaba nada.

Entre los dos se pusieron manos a la obra y se propusieron organizar anualmente la Semana Internacional de Atracciones de Dueñas-Mesón el Arriero. Se celebró durante tres ediciones, en el Patio de los Arcos, con las figuras artísticas más destacadas del momento: Juan Pardo, Diango, Juan Bao, Mari Carmen y sus muñecos, María Ostiz (que acababa de ganar el festival de la OTI con Canta Cigarra), Ramoncín, etc.

Para ello, Chapillas y un hijo de Serafín viajaban cada año a Madrid para reunirse con representantes de artistas. En uno de estos viajes, cuando llegan al despacho de uno de estos managers, lo primero que ven es al representante sacando de allí a patadas a un chico gritándole «hijo p…, cabrón, vete de aquí que eres un pesado y me tienes harto». Chapillas y su acompañante se miraron temerosos de ser tratados de igual forma. Pero no. El representante, al ver que había dos señores esperándole, les tranquiliza: «Pasen, pasen, tranquilos, es que ese chico me hace perder mucho el tiempo, es un chico de aquí, de Vallecas, que quiere que le llamen el Rey del Pollo Frito y viene a mí diciéndome que quiere triunfar; yo le he dicho que actualmente si quiere triunfar tiene que hacer algo que no haya hecho nadie, por ejemplo montar un gran escándalo, como cagar o mear en el escenario, que es la única forma de salir en los medios de comunicación sin pagar un duro; pero él no quiere, me dice que si hace eso le matan. Yo le digo que si lo hace podría convertirse en una figura, pero no hay forma de convencerle». 

El Rey del pollo frito en DueñasEl Rey del pollo frito en DueñasDías después la madre de Chapillas le dice «ha salido en la tele uno que ¡vaya escándalo!. Ha dicho frases soeces y se ha bajado los pantalones, y el público ha comenzado a tirarle lechugas y tomates». Al escuchar a su madre, Chapillas lo recordó y pensó que sería aquel chico, que finalmente se había decidido a hacerlo. 

Así que Chapillas se propuso traerlo a Dueñas. Y así es como recaló en esta localidad cerrateña Ramoncín, el Rey del Pollo Frito, como se le empezó a conocer tras unos escándalos que provocaron que su cachet se disparara. Si le hubieran contratado cuando le vieron en Madrid, ofreciéndoles 30.000 pesetas hubiera sido más que suficiente; pero tras el paso dado hacia el escándalo no pudieron traerlo por menos de 250.000, la cifra máxima con creces pagada para traer a artistas a Dueñas: ni los artistas con importantes premios tenían un cachet tan alto.

En las primeras actuaciones de Ramoncín su propio equipo llevaba pepinos y tomates para repartir a la entrada y que la gente se lo tirara en escenario, como parte del espectáculo. Incluso los componentes de la banda se parapetaban bajo los instrumentos de percusión porque sabían que habría una lluvia de hortalizas. Pero cuando fue a Dueñas ya no hacía falta que lo llevara su equipo porque la gente ya sabía lo que había que hacer y llevaba de casa un buen cargamento para arrojar. 

En Dueñas la presentación de los artistas la hacia Chapillas, pero en esa ocasión le endilgó la misma a un amigo del propio Ramoncín porque temía que ya desde ese momento iban llover tomates y pepinos. Incluso habilitaron una sala especial para que no entrara por la puerta principal, ya que generalmente la gente ya le tiraba cosas desde ese momento.

Pero salió Ramoncín y sorprendió a todos diciendo «estimado público, tengo muchas ganas de dar un concierto de rock en condiciones porque yo al fin y al cabo soy un rockero y sé que aquí, un lugar bien situado que está entre Valladolid y Palencia, hay mucha gente que le gusta el rock, así que si dejáis de tirarme tomates os doy un buen concierto de rock», y efectivamente así fue. De hecho el concierto que estaba programado para 45 minutos duró más de dos horas. 

Cuando acabó el concierto Chapillas fue a despedirse de él y le pidió  una foto dedicada para ponerla en su oficina y presumir de ella. Ramoncín le dijo «no tengo fotos, pero para que tengas un recuerdo de mí, toma esto» y le dio un billete de 10.000 pesetas, que Chapillas no quería aceptar pero Ramoncín insistió.

A partir del de Dueñas, los conciertos de Ramoncín tomaron otro cariz más pausado, sin tanto escándalo como al principio.