Curavacas: piel de hielo, corazón de roca

Alfonso Santamaría Díez
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El nuevo libro de Tente Lagunilla y Carlos Manuel Martín, que estará en las librerías la próxima semana ahonda en la historia, la toponimia, las ascensiones, la flora y la fauna del pico más representativo y de mayor elevación de la Montaña Palentina

Con este sugerente título, Vicente Lagunilla y Carlos Manuel Martín Giménez han escrito un libro dedicado al curavacas, (2.520 m), el pico más representativo y de mayor elevación de la Montaña Palentina y uno de los más espectaculares de la Cordillera Cantábrica. El libro tenía prevista su presentación unos meses antes de publicarse, con una conferencia de Tente Lagunilla en el Ateneo palentino, pero la Covid-19 lo impidió, y la conferencia tuvo que ser virtual, y se puede seguir por Youtube. 


Esta interesante y didáctica proyección y alocución de Lagunilla me anima a hacer un amplio comentario, con el fin disfrutar de nuevo al escribir y rememorar las palabras de este montañero de tronío que siente por esta montaña verdadera pasión: «Curavacas forma parte de mi vida, cuando conoces esta montaña te enamoras de ella». Este enamoramiento de la montaña, experimentado por algún montañero más, es fácil de comprender al conocer que, por el momento, Tente ha conquistado al curavacas en 180 ocasiones, la primera con tan solo 14 años. Fruto de este cortejo, enamoramiento, pasión, obsesión y conquista ha nacido esta «enciclopedia del Curavacas», en la que el montañero agradece a la montaña todo lo que le ha aportado: «Estoy seguro de que lo que soy en gran parte se lo debo a Curavacas». Impresiona escuchar estas palabras de agradecimiento, a quien tuvo el mérito de alcanzar la gloria en los cielos del everest, el K2, y conquistar el Himalaya, el Karakorum, los Andes, y multitud de prestigiosas cimas; pero no olvida a «su Curavacas», la mítica montaña de su provincia que forma parte de su vida porque lo ha visto nacer y crecer como montañero.


Curavacas, piel de hielo, corazón de roca, más que un libro de montaña, como dice Juan Ramón Lagunilla «es un libro de historia y de historias, de memorias y aventuras». Es la perfecta y detallada crónica de la historia de esta mítica cumbre, narrada en 24 capítulos, que comienzan con su nacimiento geológico y toda su evolución hasta el asentamiento de sus primeros pobladores; estudios que los autores confían al especialista sito Carcavilla, y al arqueólogo palentino Javier Pérez, director del Museo de Palencia. Siempre me pregunté el significado de la palabra Curavacas (cura-vacas), pero no conocí su verdadero origen hasta oír a Tente revelar que para el lingüista palentino Roberto Gordaliza esta palabra proviene de la lengua ibérica, y se puede interpretar como «gur-ibaika (pico de la vega)». 


HISTORIA. El libro, como buena enciclopedia, recoge las leyendas y tradiciones del lago Curavacas, las peregrinaciones medievales a través del valle de Pineda a San Martín de Turieno, hoy de Liébana, y el trasiego de ovejas merinas en la época de la Mesta que, aclara Lagunilla, que la palabra deriva de las cabezas de ganado sin dueños llamadas mestengos. Impresionante laboriosidad en los capítulos dedicados a las toponimias y nombres locales, a las cabañas y chozos, y a la erupción de Curavacas en la literatura, con el libro de Juan Díaz Caneja, escritor y jurista, padre del pintor Juan Manuel Díaz Caneja, que en 1914 publica Cumbres palentinas. Impresiones conocemos las primeras ascensiones científicas para colocar los vértices geodésicos, y se aportan documentos de investigación inéditos, así como la rigurosa investigación de las primeras ascensiones deportivas, y la difícil tarea de descubrir el nombre del primer palentino que asciende a Curavacas; también lo ascienden industriales de renombre, como Alejandro Goicoechea, uno de los inventores del Talgo, que sube a Curavacas con Felipe Villanueva, industrial minero de Cervera de Pisuerga. Relata el libro en otro capítulo el tránsito por el valle de Pineda de personal de los diferentes bandos durante la Guerra Civil y en la posguerra, y el asentamiento de los maquis en la zona hasta los años 50, interesantes anécdotas contadas a los autores del libro por el historiador Wifredo Román. 


En 1939, en plena posguerra, el palentino Cándido García Germán subió a Curavacas acompañado por un grupo de amigos, también subieron montañeros enamorados del Curavacas, al igual que Tente, como Ángel Sopeña y Urueta, «padre del alpinismo vasco», y el notario de Cervera Luis García Guinea, que lo subió en varias ocasiones creando la famosa vía o senda del notario. 


Posteriormente, ascienden Curavacas los padres del alpinismo castellano y leonés Pichi Cebrián, padre del alpinismo burgalés, y Alejandro Diez Riol, padre del alpinismo palentino. Interesante también conocer toda la bibliografía y cartografía conocida de Curavacas, entre las que destacan el libro de la Historia del alpinismo palentino, de Alejandro Díaz Riol, y la Montaña Palentina, Fuentes Carrionas y La Peña, de Gonzalo Alcalde Crespo, publicación referente de la Montaña Palentina de la que soy testigo del éxito alcanzado durante muchas décadas. 


También conocemos las primeras ascensiones por grupos palentinos, que se desplazaban desde Palencia en La Rubia, destartalado coche de línea que llevaba a los montañeros en el año 1953, la instalación del primer buzón en Curavacas, y detallados y excelentes dibujos, inéditos de Alejandro Diez riol, así como los pormenores de las ascensiones. 


De gran interés es conocer la ascensión de Los Faquires en 1957, que según Lagunilla es «el capítulo con más peso en el libro», y los pormenores de su posterior accidente, que acabó en tragedia por la muerte de tres de sus componentes, con estremecedoras fotografías y datos inéditos de las labores de rescate. Este accidente ralentizó las ascensiones hasta el año 1970, que tuvo lugar la primera ascensión invernal de la canal sur por el grupo de Alejandro Diez Riol, y la instalación de la Cruz de los Barruelanos, y la Cruz de los Faquires. Podemos ver fotografías inéditas, propiedad de Andrés Ceresa, de cómo se colocaron las cruces y la talla de la primera Virgen de las Nieves, cuyas piezas de 110 kilos fueron transportadas y se ensamblaron en la cumbre por un grupo de montañeros palentinos, capitaneado por Miguel Ruiz Ausín. 


A FONDO. Se da a conocer la primera ascensión femenina en plan deportivo, los símbolos y útiles de la montaña, y las primeras fotografías en color. En la década de los 70 hubo una avalancha de ascensiones y mucha actividad. se abren 30 o 40 rutas nuevas e infinidad de ascensiones, como la de Tente Lagunilla, que sufrió un accidente en el año 76 y tuvo que ser evacuado en camilla por sus compañeros.  


El libro, no solo ofrece la más completa investigación histórica del montañismo palentino, sino que provoca interés en todos los capítulos, como el dedicado a la flora y fauna de Curavacas, según Lagunilla «muy técnico y escrito con todo lujo de detalles por carlos Manuel Martín». Se describen con precisión las grandes rutas de invierno a finales de siglo, escaladas en hielo y la tragedia del accidente de dos montañeros de Burgos, que se precipitaron por la montaña y sus cadáveres tardaron seis meses en aparecer. 


Se recogen anécdotas y curiosidades como la proeza protagonizada por tres deportistas en 2016, que desde el Cristo del Otero fueron en bici hasta Ruesga, cruzaron el pantano nadando y fueron corriendo y andando hasta la cima de Curavacas, invirtiendo en la hazaña 17 horas. Conocemos la primera vez que se sube Curavacas en bicicleta, y las ascensiones modernas, según Tente «una barbaridad que se está haciendo, se han abierto 71 rutas, todas ellas recogidas en el libro».


Curavacas, piel de hielo, corazón de roca, que estará en las librerías a mediados de enero, nos va a permitir tener en las manos una brillante obra literaria, con un épico protagonista principal, el pico Curavacas, y multitud de actores secundarios; impresionantes y desconocidas anécdotas, y una profunda e inédita investigación, capaz de ofrecernos la más completa historia del alpinismo palentino. Tente Lagunilla y Carlos Manuel Martín han escrito un libro no solo para montañeros y aficionados a la montaña, sino que, gracias a la interesante documentación, amplia información, y los diferentes capítulos, han logrado que la obra sobrepase este ámbito y, por su carácter literario, despierte el interés de todo tipo de lectores que quieren conocer a fondo, a través de sus casi 300 páginas, toda la idiosincrasia que rodea a esta cumbre que nos pertenece, de la que podemos presumir como el mejor ornamento, junto al Espigüete, que tiene nuestra bella y espectacular Montaña Palentina, cuyo rey es sin duda alguna, Vicente Lagunilla.