«Creo que es el mejor trabajo que he hecho en mi vida»

DP
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Esperanza Pérez, reconocida en el marco del II Congreso Internacional Territorios de la Memoria. Lucha y Resistencia(s) feministas. Caminando hacia la igualdad

«Creo que es el mejor trabajo que he hecho en mi vida»

O rganizado por la Universidad de Valladolid, UVa,  se celebró el  II Congreso Internacional Territorios de la Memoria. Lucha y Resistencia(s) feministas. Caminando hacia la igualdad, que ayer  clausuró en el Teatro Calderón de Valladolid Carmen Calvo, vicepresidenta primera y ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, acto en el que se  realizó el reconocimiento a personas que han destacado por su contribución en la defensa de la igualdad, las libertades y la memoria histórica, entre  ellas la palentina Esperanza Pérez, de 86 años, que llegó a exhumar  a 150 víctimas del franquismo. 

«Es una satisfacción, no por mí, sino por  los pobres -en referencia a las víctimas del franquismo-. Todo se lo dedico a ellos», afirma en declaraciones a Diario Palentino.

«Sufrí mucho. La primera fosa a la que entré fue la de mi padre, en el cementerio de Villamuriel. Aquel año de la guerra había llovido mucho y se habían caído las tapias. El enterrador, que también habían fusilado a su padre, cuidó, mucho esa  tumba y ahí saqué sesenta cadáveres. Iba a por mi padre y mi abuelo», recuerda. 

«Creo que es el mejor trabajo que he hecho en mi vida, con una  satisfacción y una pena grande de haberles tenido que sacar de donde nunca debían haber estado metidos», incide.  Esperanza Pérez llegó a exhumar, como ya se ha señalado, a 150 víctimas del franquismo, 60 en  Villamuriel y el resto en Valdespina, Valoria la Buena, Villamediana, Magaz. «En octubre de 1977 Adolfo Suárez sacó el decreto-ley 35,  por el que podíamos ir a por los restos, pero sin ayuda de ninguna clase, de ninguna institución, y yo me lance», explica, y añade que, «enseguida, ese decreto-ley quedó abolido por la ley 5, que salió en 1978 y ahí ya ponía que se podían hacer las pensiones para viudas y huérfanos, pero cómo si no teníamos al difunto, así que tuvimos que lanzarnos a encontrar los restos de nuestros seres queridos».

«Fue terrible», subraya Esperanza Pérez, y es que «en unos sitios me trataban bien y en otros muy mal». En  Valdespina «fue horroroso, porque allí les quedaron mal enterrados y los perros y los conejos los sacaban con los hocicos llenos de sangre, y  una señora me lo dijo, me agarró del pecho y me metió en su casa, y me contó  que ella era muy católica, pero desde que vio eso no pisaba la iglesia. Fui a ver cura, que tenía 70 años y no sabía nada». 

Cuenta también esta mujer ayer homenajeada que su marido, que era taxista, la llevaba y traía a las exhumaciones, a las que se dedicó en «cuerpo y alma». «Fue muy costoso, muy triste, pero es una satisfacción haberlo hecho, porque yo siempre he vivido con esa voluntad de sacar a mi padre y seres queridos de las fosas, que no era uno, que eran ocho».

«No tenemos nada que esconder, al contrario que ellos los criminales. Eso no se puede olvidar nunca, ni perdonar tampoco, aunque esté ardiendo en el infierno», asevera. 

«Soy una mujer valiente y un poco rebelde, y he visto llorar mucho a mi madre y mi abuela. Hemos  trabajado como negras. Así ha sido mi vida, trabajando mucho en Francia, en Bélgica, en Alemania», concluye.