Un acto altruista que abre una ventana al mundo

Laura Ramírez (EFE)
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Fatima Gento es la primera persona viva en España en donar una córnea tras su decisión de deshacerse de un ojo inservible para ella, pero que ha devuelto la visión a otro paciente

A sus 46 años la onubense Fatima Gento se ha convertido en la primera persona viva en España en donar una córnea, un acto altruista que no se pensó después de tomar una de las decisiones más difíciles de su vida: deshacerse de un ojo, para ella inservible, pero que ha sido útil para dotar de visión a otra persona.

Esta mujer asegura no tener más que agradecimiento para un equipo encabezado por el responsable de la Unidad de Córnea del Hospital Juan Ramón Jiménez de Huelva, Juan Iglesias, de «enorme profesionalidad».

Pero llegar hasta aquí no ha sido fácil. Los problemas con su ojo izquierdo comenzaron nada más nacer: «A mi madre le dijeron que había nacido con un coloboma en el ojo izquierdo, es decir, que lo tenía perdido, que nunca iba a ver por él, era un ojo ciego».

Al principio Fatima no era consciente de lo que sucedía, ya que nunca tuvo visión en ese ojo y no lo echaba de menos, pero poco a poco lo fue siendo por «miradas y comentarios imprudentes». Narra que «los años de instituto fue un blanco perfecto» de burlas pero «opté por echarle cara y centrarme en mi vida, oía pero procuraba no escuchar, aunque a veces te afectaba».

Fue hace unos seis años cuando se produjo el desencadenante de sus problemas: «Me salpica aceite y ahí empieza todo, me provoca una herida que se quita con una crema pero a raíz de ahí se empiezan a suceder conjuntivitis, úlceras, lagrimeo, cierre progresivo del párpado y dolor, un dolor sordo que sin llegar a ser insoportable es cada vez más intenso».

Tras varias visitas a especialistas de Barcelona, le comunicaron que la única solución era extirpar el ojo. Un diagnóstico con el que coincidieron en el Juan Ramón Jiménez, por lo que decidió no viajar más, tratarse en su ciudad y comenzó a plantearse la operación.

Una vez decidida a pasar por quirófano, Juan Iglesias le explicó que «el ojo está mal», pero que «la córnea y la conjuntiva están bien, cosa extraña porque en este tipo de casos el deterioro de órgano y tejidos van de la mano».

No fue hasta el 10 de mayo, dos días antes de la operación, cuando la llamó por teléfono para preguntarle si quería donar la córnea: «Ni me lo pensé, claro que sí. No iba a consentir que el tejido lo tiraran a la basura si a mi no me servía, pero le podía servir a otro». Y lo hizo, para ella no supuso más que firmar un consentimiento, si bien, para otra persona ha supuesto recuperar la visión, algo que le comunicó el doctor Iglesias apenas una semana después de la operación.

 

Un doble beneficio

Pero la cosa no quedó ahí ya que, hasta su caso, no se tenía constancia en España de una donación de córnea de una persona viva, por lo que la intervención en el Juan Ramón Jiménez ha supuesto una importante repercusión en el ámbito profesional para los médicos. Por tanto, su decisión altruista ha generado un doble beneficio: el personal para alguien a la que se le ha abierto una ventana al mundo, y el profesional para un equipo que ha realizado algo pionero en el país.

Ahora, a ella, no le queda más que recuperarse, que seguir el proceso marcado y esperar a que le pongan su prótesis definitiva con la que, de una vez por todas, podrá decir adiós a años de sufrimiento y dolor, y seguir afrontando la vida sin miradas indiscretas y con la satisfacción de que lo que ha hecho «ha merecido la pena».