El Lunes Santo es el de la devoción a las Cinco Llagas, cuyo origen se remonta a los siglos XII- XIII y que fue iniciada por San Francisco de Asís. Nuestro Padre Jesús Crucificado, talla de Alejo de Vahía portada a hombros en unas sencillas andas metálicas por ocho cofrades descalzos -tanto de la cofradía titular, Jesús Crucificado y Nuestra Madre Dolorosa, como del resto de las penitenciales de Semana Santa-, fue el protagonista del desfile procesional, acompañado por la Banda de Cornetas y Tambores Santísima Trinidad. Ese se inició tras una oración introductoria, una vez concluido el acto de la vestición, en el que dos hermanos de cada cofradía en la escalinata de la Casa Consistorial, se colocaron las distintas partes que componen el hábito: la túnica, el cíngulo, el capirote, la capa y la medalla a la vez que se escuchaban las explicaciones del significado de cada una de las mismas.