«Ver a 20.000 gansos escandinavos en La Nava es poesía»

Esther Marín
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Enrique Gómez Crespo. Técnico de Medio Ambiente y poeta

«Ver a 20.000 gansos escandinavos en La Nava es poesía»

El poeta Julián Alonso dice de él que es «es un caso atípico y singular dentro de la poesía al uso». Licenciado en Geografía e Historia, desde 1998 trabaja como técnico de Medio Ambiente en la Junta, algo que le apasiona. Tras muchos años escribiendo para su intimidad, ha decidido abrirse y presentar un trabajo con sus poemas.

Esconde un alma de poeta, hasta ahora desconocido, que ha dado forma a una nueva publicación. ¿Qué ha supuesto Esos cielos que se le caen al mar?

Una sorpresa e, innegablemente, una alegría. Las cosas gustan más cuando las das casi por perdidas, como los amores. Pensaba que mi momento había pasado sin publicar nada, como en su día le pasara a Cavafis o  Emily Dickinson.  Se me había pasado un poco la obsesión por ver algo publicado y, de pronto, surgió la oportunidad.

Un poeta oriental al que cita Emilio José Pacheco decía algo así como: «Escribo para mi mismo, soy mi único público; no hay nadie al otro lado». Hay mucha gente que escribe y no pone mucho celo en colocarse en la línea de las posibles publicaciones; lo va dejando en el armario y ahí se queda. Llevo más de treinta años escribiendo, con miles de versos, y parece que este era mi momento.

¿Cómo definiría su estilo?

Entre las últimas cosas que me han dicho, las de un poeta al que le llegó el libro, es que era una poesía catúlica, un poco sentenciosa. Autodefinirse es complejo. Intento que  no sea muy poesía, demasiado rimbombante. A mi me sale algo más ligero, sin dejar de incluir elementos culturalistas, es una poesía más urbana, del hombre, con cierta ironía y pesimismo. La gente dice que con algunos de los poemas se ríe y eso me llena de satisfacción, pues es muy difícil reírse con la poesía.

¿Cómo se estructura el libro?

El Premio Nobel Vicente Aleixandre, cuando el poeta Pablo García Baena le comentaba que no estaba inspirado, le decía: «Escribe cuando te nazca». Lo que nace no tiene un plan previsto; te van surgiendo versos que vas mejorando, recolocando, repensando y puliendo. El título del libro está elegido por mí, pero no es mío. Ha nacido de los tomos de Andrés Trapiello de su diario Salón de pasos perdidos, de un texto que habla de los cielos de Lisboa haciendo alusión a que son de una belleza absoluta y dice de ellos que son los cielos que se le caen al mar. Me parece muy bonito y sugerente y cambié mi idea inicial.

Y es que al mar también se le cae algo, porque en este libro hablo de las pérdidas, de lo que no conseguimos: amores, trabajos, anhelos, amistades...

La obra tiene dos partes: Un poema es un meteoro, un verso del poeta norteamericano Wallace Stevens, y la segunda que es Esos cielos que se le caen al mar. Estamos en un momento en el que siempre estamos pensando en ganar más , en ser más y en tener más. Por eso, pensé en publicar un libro sobre el menos, sobre lo que estamos perdiendo.

¿Ha hecho alguna incursión en  otros géneros?

Leo muchas cosas y creo que tengo algunos imposibles, como por ejemplo escribir una novela. Me gusta mucho leerla y admiro a los novelistas de que sean capaces de armar una historia de tantos personajes, tan bien hechos y que todo esté tan bien hilado.

Pero sí me gusta el relato corto y también el ensayo pero, básicamente, lo que me nacen son versos. Es algo que no elijo. Uno está en casa o va por la calle y, de repente, algo surge. Es la aparición de la palabra y tirando del hilo puede salir algo, aunque nunca sabes qué.

El que escribe es porque lee...

Debería ser así. Parece un tópico y más ahora, que obligamos a niños y jóvenes a que lean aunque prefieran las pantallas, los móviles y los videojuegos. En mi generación no había esto y, cuando le decías a tu madre que te aburrías, como no te daba alternativa alguna, pues acabé cogiendo libros y me encantaron. Nadie puede querer escribir algo de cierta calidad sin haber leído bastante. La lectura te abre la mente, te da la clave de algo que desconocías. Me he pasado la juventud rodeado de libros y siempre me ha llenado.

Hay muchos escritores que plantean un panorama desolador desde el punto de vista cultural, tanto en la escena pública, como en lo doméstico. Creo que la tecnología no debería obligarnos a perder un patrimonio y un bagaje cultural y de saber tan espectacular como tiene, por ejemplo, la sociedad occidental. Deberíamos leer las cosas tan bellas y hermosas que han escrito muchos autores, por ejemplo, sobre el amor. Es fantástico lo que podemos encontrar en los libros, no en todos, pero se pueden conseguir muchas cosas interesantes con la lectura.

Vicepresidente del Ateneo de Palencia. ¿Qué cree que ha supuesto esta iniciativa para la ciudad?

Yo creo que no era la ciudad la que estaba esperando un ateneo, sino que era el Ateneo el que estaba esperando una ciudad. Es una iniciativa muy interesante y tenemos casi 600 socios, por lo que algo habremos hecho bien; algún hueco habría para que, al aparecer con la refundación, la gente nos recogiera con tanta aceptación y tanto cariño.

Me parece un grupo cultural que ha venido muy bien. En Palencia se hacen muchas cosas y todos los días se puede acudir a un acto cultural. He estado desde el inicio en la junta directa y es un honor, porque seguro que pasará y me acordaré de todas las cosas que he hecho para mi ciudad y para mí, que lo estoy disfrutando mucho.

Esta experiencia le ha servido para entrar en contacto con muchos autores de distintas características y géneros. ¿Qué ha aprendido o qué le ha sorprendido especialmente?

Las experiencias han sido realmente fantásticas. Poder estar con un premio  Cervantes como Antonio Gamoneda o con un profesional como Peridis, a los que se suma gente con la que jamás podía pensar el haber compartido su tiempo. Por ejemplo, hace poco he estado con la poeta palentina Esperanza Ortega, presente en las mejores antologías del país.

Ha habido muchos momentos en el Ateneo, con crisis y problemas también, pero seguimos adelante. Por supuesto, el momento de la refundación fue muy importante, porque juntarnos más de 300 palentinos con ese entusiasmo y ese deseo, fue algo impresionante. Luego han sido cientos de momentos inigualables.

¿Cómo ve la vida intelectual de la ciudad?

Me parece una vida relativamente rica. Me decían el otro día si en Palencia gustaba la poesía. Cómo no va a gustar la poesía en la tierra de Jorge Manrique o de José María Fernández Nieto, uno de los grandísimos poetas de nuestro país.

Junto a ellos Marcelino García Velasco o Julián Alonso, una persona a la que tengo un aprecio muy especial, pues fue la persona que leyó mis textos antes de publicarlos. Es como el Vicente Aleixandre, que en la calle Velintonia de Madrid tenía una casa a la que acudían los poetas jóvenes que estaban empezando, para mostrarle sus trabajos. Julián fue la persona que me dijo que mis poesías no estaban mal y que eran publicables.

Palencia tiene gente muy buena. No podemos tener la vida intelectual que tiene una ciudad grande; somos una ciudad a la medida del hombre y todo es más pequeño, pero eso está muy bien.

En el Ateneo hacemos pequeños actos para la gente que ama los libros, la cultura, la música, etc. Somos una ciudad muy rica intelectualmente, pero a nuestra medida.

Poeta y técnico de Medio Ambiente de la Junta experto conocedor de las aves. ¿Se pueden relacionar ambas facetas?

Ver salir a 20.000 gansos escandinavos al amanecer desde la Laguna de La Nava es un acto poético.

Los colores de las aves y sus migraciones son poesía. Me gustaron antes los versos que los pájaros. Cuando veía los pájaros veía algo muy poético. Al principio no estudiaba sus costumbres ni me dedicaba a su migración ni gestión, les observaba por su belleza y por el reto de su identificación. Me parecía que merecía la pena, más cuando sabía que venían de hacer 4.000 kilómetros y que pasaban por aquí para irse a África. Eso me parece pura poesía y si a eso le añades cuanto cantan, eso ya es impresionante. Siempre he visto un nexo entre ambas cosas.

En la provincia tenemos rincones verdaderamente privilegiados en lo que a aves se refiere

Javier de Burgos, ministro de Fomento de 1833, dividió España en provincias y, como quería que fuera un tanto autosuficientes, quería que tuviera de todo y por eso las hizo largas: con montañas en el norte, vegas y cereal en el sur. Esto provoca que en nuestra provincia tengamos unos ambientes muy variados. La Montaña Palentina es la gran joya de la provincia y una de las mejores de la comunidad, desde el punto de vista ecológico, paisajístico, cultural y de todo tipo.

No esperábamos empezar a valorar un parte del complejo ecológico como son las llanuras, en las que parecía que no había nada. Palencia es una de las provincias más variadas y ricas de la comunidad, desde los ríos, pasando por las llanuras, el cerrato o la montaña, todos ellos espacios maravillosos para las aves. Es difícil sacar partido a este patrimonio, pero al menos tenemos que saber que lo tenemos.

La Laguna de la Nava es uno de los Espacios Naturales más importantes de la comunidad desde el punto de vista faunístico y en el que están catalogadas más de 250 especies. Estamos en una de las mejores épocas para visitarla 

Conozco la Laguna de la Nava por ser el espacio en el que trabajo y ahora mismo está con unos niveles de agua muy importantes. El número de gansos está creciendo, el último censo estaba en torno a los 4.000. Desde ahora hasta marzo, La Nava está impresionante, eso sí, hay que recordar que son aves salvajes que no siempre pueden verse, pero es un embudo de biodiversidad, riqueza y abundancia. Tenemos un catálogo de 262 especies, lo que supone el 40% de las que se pueden ver en toda la península y las islas. La verdad es que tenemos una pequeña joya muy bien preparada y a pocos kilómetros de la capital.

Imagino que esté inmerso en un nuevo proyecto literario. ¿Qué nos puede contar?

Soy poco de proyectos. Sigo escribiendo y, por primera vez, me he planteado escribir un libro temático. En Esos cielos que se le caen al mar cogí una selección de ochenta de entre los más de mil que tenía y me inventé la temática de las pérdidas. Ahora me he planteado que estamos en un momento de contacto constante con los otros y tenemos una especie de obsesión con el otro. De hecho, cuando no nos responde nos entra ansiedad y angustia.

He pensado que podía escribir un libro sobre esa bendita soledad que a veces nos protege. Un poco de esa experiencia no nos vendría mal, para no estar siempre tan en contacto con el otro. Ya lo he empezado a escribir, aunque desconozco cuándo acabará. Pero ahora me voy a dar un tiempo, porque los poemarios para que queden medianamente bien, tienen que estar posados.