Una crisis que seca las gasolineras

Agencias-SPC
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La escasez de camioneros a causa del Brexit y la pandemia dejan las estaciones de servicio sin una gota de combustible y con el miedo de que este problema amargue las Navidades

Una crisis que seca las gasolineras - Foto: NEIL HALL

Largas colas en las estaciones de servicio, carteles con leyendas que ponen Lo siento, no hay combustible, conductores enfadados que se lían a golpes por una garrafa de gasolina y trabajadores esenciales que no llegan a sus puestos de trabajo por falta de suministro. Esa es la realidad del Reino Unido desde la pasada semana, cuando las gasolineras del país entraron en un círculo visioso de desabastecimiento de esta materia prima a causa del Brexit. La razón: la falta de transportistas, unos 100.000, para trasladar el combustible de las refinerías a los centros de reparto. 

Pero el problema no se queda aquí. Algunos sectores políticos, económicos y sociales ya alertan de un posible desabastecimiento  no solo de combustible sino también de alimentación por la misma razón para finales de año, en plenas Navidades, cuando la demanda de muchos productos sea más alta de lo esperado.

Pero hasta que llegue esa nueva problemática, la realidad actual es que la falta de suministro está dejando secas las gasolineras de todo el país, pese al auge de precios y a las «primeras señales» de estabilización anunciadas por el Gobierno del conservador Boris Johnson.

Aunque la demanda de gasolina se sitúa en el 90 por ciento de los niveles prepandémicos, y las refinerías británicas cuentan con suficientes reservas, la mayoría de estaciones de servicio acumulan días de sequía a causa de la escasez de transportistas.

Ante los ecos de esta falta de energía, el primer ministro trató a principios de semana de disipar el pánico de los conductores asegurando que la situación «está mejorando» y urgió a la población a seguir «con sus asuntos de forma habitual» y a repostar «como siempre, cuando se necesite» y no de manera compulsiva.

En una intervención difundida por los medios británicos, Johnson insistió en que ha habido una explicación «equívoca» sobre la falta de transportistas en el sector que ha llevado a un «comprensible aumento de la demanda».

En la misma línea, el ministro de Transporte, Grant Shapps, pronosticó que la crisis de suministros irá remitiendo a medida que la población vuelva a sus «hábitos de compra habituales».

«Se ven ahora las primeras y muy tentativas señales de estabilización en las reservas, que aún no se reflejarán en las colas de automóviles», remarcó Shapps a finales de semana en declaraciones a la cadena pública BBC.

La tormenta perfecta

El Brexit y la pandemia han sumido al sector de los conductores de vehículos pesados en una tormenta perfecta que ha llevado a la escasez de personal, también debida al envejecimiento de las plantillas, de 55 años de media, y a jubilaciones anticipadas.

A estos detonantes se suma «una mezcla de mala gestión y frenesí», según expuso hace unos días el director de la Asociación de Minoristas de Gasolina (PRA, en inglés), que agrupa a 5.500 gasolineras independientes del Reino Unido, de las cuales se han quedado sin suministros entre un 50 y un 90 por ciento de las mismas.

En este aciago contexto, la empresa de servicios de carretera RAC informa de que hay «un pequeño número de minoristas» que se están aprovechando de la situación subiendo los precios de la gasolina, que alcanzó el pasado lunes su máximo de los últimos ocho años, situándose en 135,19 peniques el litro (unos 1,52 euros), ante el incremento de los precios mayoristas del combustible.

Pese a los precios disparados, largas filas de conductores hacen colas ante estas instalaciones del país con la esperanza de llenar el depósito en los pocos surtidores que quedan abiertos.

Ciudadanos desesperados

Hisham Khalifa, residente en Essex (en el noreste de Londres), condujo el pasado miércoles hasta el centro de la capital británica, donde tiene su negocio, para tratar de repostar, aunque sin éxito, porque no quedaban reservas de combustible, comentó desde su coche.

Tampoco tuvo suerte Jordan Sloane, quien visitó tan solo en una mañana cinco gasolineras, algunas cerradas y otras con «enormes» colas: «Es un gran problema moverse por el país», lamentó.

Una «locura», en palabras de este conductor, que podría poner en jaque a los servicios de emergencias, según alertó en un comunicado el sindicato British Medical Association, que instó al Gobierno a facilitar a los sanitarios acceso prioritario al combustible.

Para atajar la crisis de desabastecimiento, que recuerda a algunos la escasez de gasolina que en 2000 paralizó el Reino Unido, el Ministerio de Defensa ha ordenado a conductores de camiones del Ejército que se preparen para transportar combustible en caso necesario.

Asimismo, el Gobierno suspendió la aplicación de ciertas leyes sobre la competencia para facilitar el suministro a las gasolineras y anunció la intención de ofrecer visados temporales a 5.000 conductores extranjeros de camiones cisterna y de alimentos en las semanas previas a Navidad.

La creciente demanda de camioneros no es exclusiva del Reino Unido, sino que afecta a toda Europa y genera una gran rivalidad entre países. Según datos del portal de empleo Indeed, las ofertas de trabajo de transportistas han aumentado en el Reino Unido un 80 por ciento, una tendencia que también siguen otros países europeos, como España (un 98 por ciento más), Italia (91 por ciento) o Alemania (64 por ciento).