Una victoria que...

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Ayuso se erige como el azote del sanchismo y marca el camino a Casado en su batalla por reconquistar el Gobierno de España

Una victoria que... - Foto: FERNANDO VILLAR

Decidió adelantar las elecciones, tras el órdago fallido lanzado por Ciudadanos en Murcia, y supo mantener el pulso hasta el final de la campaña, con una determinación que la ha elevado al éxito. La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, esa mujer prácticamente desconocida hace apenas dos años, pulverizó ayer los mejores pronósticos para su partido en las urnas. Y lo hizo después de una carrera hacia la reelección en la que desafió directamente al jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, marcando así la senda a seguir por el líder del PP, Pablo Casado, en su batalla por recuperar el Gobierno de España.

Ayuso fue, junto al alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, una apuesta personal de Casado. Este tándem, a su juicio, encarnaba a la perfección ese proyecto de centro que capitanea en la presente etapa de los populares. Un plan que pasa por poner en el foco al PSOE y a sus socios en el Gabinete de Coalición, Unidas Podemos, primero por sus pactos con separatistas y abertzales para llegar al poder, y después por su gestión de la crisis sanitaria.

En esa línea, la dirigente autonómica se ha erigido desde el estallido de la pandemia en el azote del sanchismo y sus políticas, superando en protagonismo al propio líder de su partido. Criticada hasta la saciedad desde La Moncloa, la presidenta madrileña fue la primera en querer cerrar Barajas, en clausurar los colegios y en sugerir que había que hacer test masivos, incluso en las farmacias, para poner coto a la pandemia. Medidas, todas ellas, despreciadas en inicio por el Ejecutivo e impuestas después, con el respaldo de las comunidades. 

También fue la primera en querer levantar ciertas restricciones después, en apostar por la reactivación del comercio, la hostelería y el turismo en Madrid, y una de las recurrentes voces críticas cada semana a la hora de evaluar con Sanidad las medidas a adoptar en el conjunto de autonomías.

Así, Ayuso focalizó todos sus ataques en Sánchez, incluso desde antes de iniciarse la campaña del 4-M. Eso la puso en el candelero mediático, la convirtió en un símbolo de una parte de la sociedad española ajena al Gobierno de coalición mucho más allá de los límites de su comunidad. Su estrategia: interpretar las decisiones del presidente como una especie de castigo a Madrid y los madrileños.

Por eso hizo de la libertad su lema de campaña, en un guiño a las, críticas de La Moncloa. Y su mensaje caló, como evidenciaron ayer las urnas. Un mensaje que, a los ojos de analistas y del mismísimo Casado, abre una puerta a un cambio de rumbo en la política nacional. Ese giro que el PP esperaba y que ahora encuentra en el triunfo de Ayuso un punto de partida.