100 años bajo tierra

Maricruz Sánchez (SPC)
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Con 294 kilómetros de red y unos 600 millones de viajeros anuales, el metro de Madrid alcanza su centenario convertido en la forma más rápida, económica y sostenible de moverse por la ciudad

100 años bajo tierra

El 17 de octubre de 1919, Madrid inauguró su metro.Medio de transporte pionero, hasta ese momento solo 12 ciudades en el mundo podían presumir de un hito así: Londres (1863), Nueva York (1868), Chicago (1892), Budapest (1896), Glasgow (1896), Boston (1897), París (1900), Berlín (1902), Atenas (1904), Filadelfia (1907), Hamburgo (1912) y Buenos Aires (1913). Su primer tramo constaba de ocho estaciones de Cuatro Caminos a Sol, la llamada Línea Norte-Sur y que ahora integra la línea 1 (identificada en los mapas con el color azul). Un trayecto de 3,48 km que se salvaba en 10 minutos y que en el entonces habitual tranvía suponía media hora de viaje. El 31 de octubre de 1919, jornada de apertura al público, usaron el suburbano 56.200 personas, muy lejos de los más de 2,3 millones que pasan por él a diario en la actualidad. Y es que, la realidad de hoy del gigante de metal que recorre sin descanso las entrañas de la capital difícilmente podía intuirse en ese momento. 

Cien años después, con 294 km de red y a punto de inaugurar su estación número 302, el metro se ha convertido en la forma más rápida, económica y sostenible de moverse por la ciudad, con unos 600 millones de viajeros anuales. Pero hace un siglo, la mera idea de su existencia parecía una quimera solo imaginable en las mentes más soñadoras. Un proyecto fantasioso que tres avezados ingenieros, Carlos Mendoza, Antonio González Echarte y Miguel Otamendi, ya habían visto materializado en Europa y que querían plasmar en Madrid, para colocar a la ciudad a la altura de París y Londres.

Para hacer realidad este anhelo, tuvieron que recurrir al mismísimo Rey. Era vital para la capital de España, que ya tenía sus problemas de atascos, pero no encontraban dinero suficiente dentro de la iniciativa privada. Así, al final optaron por presentar el proyecto a Alfonso XIII, y le convencieron. Estuvo tan interesado en lo que le mostraban que sus ayudantes tuvieron que interrumpirle varias veces para decirle que la comida estaba servida, que le reclamaba su familia. El abuelo de Felipe VI puso un millón de su propio bolsillo. Luego, llegó la banca y el resto de inversores hasta completar el presupuesto inicial, que ascendía a un total de ocho. Si el Monarca entraba en la iniciativa, demostraba que no era peligrosa, que había que apoyarla.

100 años bajo tierra100 años bajo tierraLas obras se iniciaron a comienzos de 1917. Habían pasado ya tres años desde que Otamendi pidiera la concesión al Gobierno, pero el plan mantenía su premisa: conectar de forma económica la Puerta del Sol y la flamante Gran Vía con Cuatro Caminos. Era la barriada popular de la época y hacía falta una solución rápida, cómoda y directa.

Finalmente, la línea Norte-Sur de la denominada Compañía del Metropolitano de Alfonso XIII realizó su primer viaje oficial el 17 de octubre de 1919 a las 15,40 horas. Ocho estaciones, 16 teléfonos y 37 semáforos a lo largo de un recorrido que la prensa de la época resumió con pompa. De aquel frío día quedó una fotografía que hubo que retocar con un primitivo Photoshop. El original no era publicable: el Rey tenía los ojos cerrados.

Reflejo de la realidad de entonces. A pesar de tardar en materializarse, el metro madrileño fue pionero en un aspecto: fue el primero del mundo que nacía cien por ciento eléctrico. Otra curiosidad es que sus trenes circulan por la izquierda, desde su inauguración hasta hoy. Aunque hay quienes apuntan a una influencia londinense, el origen real de este detalle es que los ingenieros que lo idearon querían que el suburbano fuera un reflejo de lo que ocurría en la calle y, en aquel momento en la capital, en el exterior, se circulaba por la izquierda. Más tarde, en 1924, se aprobó una ley que obligaba la circulación del tráfico por la derecha, pero esta modificación no se trasladó al gigante subterráneo porque era muy costoso el cambio de la señalización y de las cabinas de los trenes. Donde sí existe una influencia del metro de la capital británica es en el logo de la compañía, diseñado por el arquitecto Antonio Palacios, artífice también de todas las estaciones y bocas de acceso originales. 

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La creación de la primera línea de metro vino aparejada de la expansión de Madrid en su extremo noroeste, la zona de Cuatro Caminos. Ésta se situaba entonces en el límite de la ciudad consolidada, junto a la barriada obrera de Tetuán de las Victorias. La Urbanizadora Metropolitana, subsidiaria de la responsable del metro, fue la encargada de extender la capital desde ese punto. La compañía mantuvo durante décadas la titularidad privada, complementada con acuerdos con el Estado, que construía y mantenía las infraestructuras y túneles. En 1978, la gestión quedó en manos del Ministerio de Transporte y, acto seguido, del Ayuntamiento y la Diputación. En 1986, Metro de Madrid S.A. pasó a ser cien por ciento público, gracias al Consorcio Regional de Transportes.