La otra pata sobre la que se asienta el Aula del Café, además de la formación para el empleo y la investigación en I+D+i, es la realización de eventos que ayuden a difundir la cultura  cafetera y a potenciar la imagen de Palencia como cuna del sector.

«Son acciones de formación técnica, por un lado, y para aficionados o gente que está trabajando en el mundo del café, por otro», explica Ana Rosa García, directora de Empresas del Cetece.

En concreto, en cuanto a la formación técnica, el aula acogió este año una jornada orientada a profesionales, universitarios y alumnos de Formación Profesional en la que se analizó el café en origen.

Una apuesta por la cultura cafetera - Foto: Sara Muniosguren«Se abordaron cuestiones tales como la forma de comprar el café o qué supone para las empresas su importación hasta Palencia, por ejemplo, y contamos con dos ponentes vía on line, un profesor de Maestría Agrícola de la Universidad Nacional de Colombia, Robison Osorio, analista durante muchos años para la Federación Nacional de Colombia y que abordó cómo se cultiva, procesa y qué características tiene el café colombiano; y desde Vietnam, la otra zona cafetera en el mundo, Rubén Sarniel, que estudió en la ETS de Ingenierías Agrarias de Palencia y trabaja desde hace 15 años con el sector del café, abordó las características, cultivo, proceso, secado, tueste en el sudeste asiático», enumera Ana Rosa García.

Una oportunidad de aprender sobre un sector del que, reconoce la directora de Empresas del Cetece, «no se conoce prácticamente nada en Palencia». Por ese motivo, también se realizan otras acciones dirigidas a profesionales del sector hostelero.

A finales de noviembre, por ejemplo, se impartió un curso de baristas, ocho horas de formación destinada a hostelería, en las que, durante dos tardes, una quincena de alumnos aprendió los secretos de cómo preparar un buen café.

Una apuesta por la cultura cafetera«Cada vez hay más clientes que quieren saber más sobre el producto que consumen, así que nos pusimos en manos de Enrique Flores, un barista de una empresa madrileña, Supracafé, porque queríamos poner en valor este ámbito con alguien experto. Muestra del enorme interés que existe es que las plazas se agotaron enseguida», comenta Ana Rosa García.

Con el objetivo de abrir los conocimientos a los profesionales y gente aficionada y que le guste el mundo del café, se celebró el pasado 13 de diciembre un taller de cata, también desde el punto de vista técnico, en el que participaron tres ponentes del Cetece, Seda y Prosol, y en el que se departió sobre los diferentes tipos solubles: el de cápsulas y el normal.

No obstante, como la intención del aula es trascender la cultura del café a la sociedad palentina, también se ha realizado una actividad para el público en general. Tuvo lugar el 1 de octubre y consistió en una cata popular que tuvo lugar en la plaza Mayor.

«A los palentinos les gusta el café, pero es cierto que muchas veces se lo llevan a la boca sin tan siquiera mirarlo, o echan el azúcar sin molestarse en olerlo y probarlo. Estas actividades son formas de descubrir este apasionante mundo», describe esta responsable del Cetece.

Ana Rosa García espera que, si se promociona lo suficiente esta cultura entre la sociedad palentina, «quizá en un futuro no muy lejano sepamos distinguir qué café nos gusta y exigir un arábica o un robusta».

«Todos conocemos mucho del vino; si vas a un restaurante cada vez es más habitual que tengan una carta de vinos y que la gente sea capaz de distinguir uno del otro... pero eso no ocurre con el café. Por eso el objetivo es también hacer actividades que lleguen a todo tipo de público», añade.

Habrá más acciones este año, prometen desde el Aula del Café, y es que esta apuesta no ha hecho más que comenzar. Eso sí, lo que no se puede, al menos por ahora, es cultivar café en Palencia y eso que algún intento hubo.

«Aquí no se puede plantar café, aunque antiguamente Seda tuvo cafetales junto a su factoría. El motivo es que se trata de un cultivo al que le afecta muchísimo el frío y la humedad, sobre todo lo primero», concluye Ana Rosa García.