El Aula del Café logra empleo para el 25% de sus alumnos

Carlos H. Sanz
-

Las instalaciones del Efides impartieron dos cursos para el certificado de profesionalidad en fabricación de productos y sucedáneos por los que han pasado 30 personas de las que siete entraron a trabajar de forma directa en Seda o Prosol

El Aula del Café logra empleo para el 25% de sus alumnos - Foto: Óscar Navarro

El 22 de marzo del año pasado el Aula del Café abrió sus puertas en el Efides, el Espacio para la Formación, Innovación y Desarrollo Sostenible. Se culminaba así un proyecto en el que el Ayuntamiento y el Centro Tecnológico de Cereales de Castilla y León (Cetece) llevaban trabajando tres años junto a las empresas Prosol y Seda Olam.

Palencia disponía así, gracias a los fondos europeos de la Estrategia para el Desarrollo Urbano Sostenible Integrado, Edusi, de unas instalaciones pioneras destinadas a la formación y a la promoción del café, con la aspiración de convertirse en la Ciudad del Café. 

La formación es el principal cometido de estas instalaciones. Durante 2021 se han impartido dos cursos con certificado de profesionalidad en fabricación de productos y sucedáneos de café. En ellos han participado 30 alumnos, 15 en cada convocatoria, de los que siete han encontrado empleo de forma directa en Seda o Prosol, que también han recurrido al Aula del Café para cubrir puestos por motivos de producción.

En otras palabras, prácticamente uno de cada cuatro alumnos que han pasado por el Aula del Café el año pasado encontró empleo, una ratio de la que no muchos certificados de profesionalidad pueden presumir y que confirma que este es un sector con futuro laboral en Palencia. 

«En total, son 230 horas de formación, tres meses, que incluyen 80 horas de prácticas en empresas, para lo que colaboran con nosotros las dos grandes firmas que hay en Palencia: Seda y Prosol», explica Elena Rubio, responsable de Formación del Cetece.

«Durante este tiempo, unos tres meses, los alumnos aprenden todo el proceso de fabricación del café: tostado, extracción, elaboración de solubles... Cuando acaban, tienen un certificado oficial que sirve para acreditar ante la administración que tienen esos conocimientos», añade.

Otra ventaja es que el documento abre la puerta a puestos de trabajo de distintas áreas. «Depende del perfil del alumno, de si tiene formación en calidad o en laboratorio, por ejemplo. Eso hace que acaben en un área determinada de la empresa más allá de la de envasado y producción», detalla la responsable de Formación del Cetece.

Hasta ahora, el Aula del Café ha impartido dos cursos de certificado, uno subvencionado por el Ecyl  y que fue de formación para desempleados; y otro, que ha llegado a su fin este mes de diciembre, que ha sido costeado por el Ayuntamiento.

En cada edición participaron 15 alumnos. En la primera, encontraron empleo de forma directa cuatro y en la segunda, tres, «aunque luego hay incorporaciones en función de las necesidades de las empresas». 

Las altas posibilidades de inserción laboral han hecho que crezca el interés por esta formación. «En la primera, quizá por desconocimiento al ser una formación novedosa, las solicitudes fueron 15 justas, pero para la segunda quedaron fuera unas 25 personas, con lo que se hubieran podido hacer tres cursos», especifica Elena Rubio. 

El Cetece tiene concedida ya una tercera edición financiada por el Servicio Público de Empleo y que se desarrollará durante el primer semestre del año.

El perfil de los estudiantes es muy variado. «Hay tanto hombres como mujeres; algunos proceden directamente de cursar Formación Profesional, y por lo tanto son muy jóvenes; pero también hay gente que está en situación de desempleo y quiere cambiar de sector, personas que han trabajado en la construcción o en comercio, y que ven aquí una posibilidad de encontrar empleo», detalla Rubio.

La responsable de Formación del Cetece sí insiste en que los certificados de profesionalidad no son «como un curso de cocina». «La gente no se apunta porque les guste el café, sino que son ciudadanos que ven una oportunidad muy grande de trabajar en estas dos empresas», concreta.

Qué se aprende. La formación que se imparte en el Aula del Café cubre todo el proceso de fabricación de café soluble, desde la recepción de materias primas hasta el envasado. Así, los alumnos toman contacto con el café desde que está verde, adquiriendo conocimientos que van desde cuáles son los países productores, la forma de almacenado o el mezclado.

A continuación, se ahonda en el proceso de tostado, molienda, tamizado, extracción -el que hace el café líquido- y secado por el método tradicional y por liofilización -que utiliza la congelación- para hacerlo soluble.

«Todo este proceso se realiza en el propio aula. Tenemos un equipamiento muy potente en cuanto a equipos de fabricación, con tostadoras, molinos, tamices, tolvas, extractoras...», especifica Elena Rubio. Toda la formación corre a cargo de una docente, la misma en los dos certificados ya que tuvo muy buena valoración por parte del alumnado, que procede del mundo del café.

En resumen, el Aula del Café es una auténtica «planta piloto» que si bien se utiliza para dar las clases prácticas a futuros profesionales, también ofrece a las cafeteras palentinas la posibilidad de utilizar las instalaciones para el reciclaje de su personal.

Además, como las empresas también estaban interesadas en hacer algo de I+D+i, el aula incluye un laboratorio a pequeña escala, con medidores de humedad, de PH, tostadores pequeños... «La idea es establecer sinergias y colaboraciones entre las empresas de aquí y las de origen, en Vietnam y Sudamérica, vinculados desde temas de producción a aprovechamiento de residuos, mejora de la calidad en los procesos, etc.», explica Ana Rosa García, directora de Empresas del Cetece.

Finalmente, hay un tercer espacio en el Aula para realizar catas y demostraciones de baristas, con un equipo muy específico desde tazas brasileñas hasta cafeteras de bar y de cápsulas, diferentes tipos de aromas, etc.

En definitiva, un recurso para la formación y la innovación que no ha hecho más que echar a andar pero que ya ha demostrado su potencial para Palencia.

 

Ana R. García: «Puede ser referente a nivel europeo»

El Aula del Café comenzó a fraguarse en 2018, cuando se celebró la primera reunión oficial para sacar adelante el proyecto con el objetivo de que Palencia sea la ciudad del café, una meta que se marca durante el anterior mandato, con Alfonso Polanco como alcalde. En esa reunión participan Javier Labarga, presidente del Cetece, y Ana Rosa García, directora de Empresas del Cetece.

«Hablamos con las dos cafeteras y gestamos una idea de proyecto, que pasaba por crear un aula que sirviera para potenciar y promocionar el sector del café a través de tres bloques: I+D, formación y cultura del café», recuerda. «Para que nuestras empresas cafeteras sean más potentes, crezcan y generen más empleo, se necesita formar a gente que esté cualificada, ya que hay una gran demanda de personal con formación, y por eso la idea del Aula del Café», añade.

«En toda Europa no existe un aula como esta, con una planta piloto como la que tenemos; y si ha sido posible es gracias a los fondos europeos de la Estrategia para el Desarrollo Urbano Sostenible Integrado (Edusi)», relata. Con una inversión global que ha alcanzado los 600.000 euros, la responsable de Empresas del Cetece reconoce que «sin ellos, hubiera sido inviable».

¿Por qué en Palencia? Ana Rosa García explica la situación privilegiada de la provincia. «En España hay tres industrias de café soluble y dos están aquí. Pero es que solo hay cinco en Europa y 43 en el mundo, por lo que eso pone a Palencia en el mapa y es motivo más que justificado para que seamos pioneros e impulsores a nivel europeo». 

«En Vietnam o Colombia van muy avanzados pero Europa está más atrasada, por lo que este aula puede llegar a ser referente a nivel europeo», sostiene convencida.

Esta es la meta, pero el Aula del Café está dando todavía sus primeros pasos. No ha sido un proceso sencillo; el 10 de mayo de 2019 se firmó el convenio y se sacó a concurso la equipación de esta planta piloto a nivel europeo.

«Fue un proceso muy largo, porque las empresas que se dedican a fabricar este tipo de equipos son muy pocas, hasta el punto de que solo se presentó una empresa intermediaria y quedó desierto», recuerda Ana Rosa García. 

«Nos pusimos en contacto con las cafeteras, se envió la información a un montón de prensa a nivel europeo, tanto en español como en inglés. Tuvimos que sacar a licitación de nuevo todo el proceso por lotes y, al final, conseguimos que todo estuviese listo para 2021, aunque aún falta alguna pequeña parte», sostiene.