Día histórico en China con la aplastante victoria de los pro demócratas en las elecciones municipales de Hong Kong. Tras más de cinco meses de protestas en las calles, los habitantes de la ciudad volvieron a salir ayer en masa, pero esta vez para votar. Estaban en juego los consejos de distrito, pero estos comicios eran algo más, eran un plebiscito para el Gobierno local y los partidos que lo apoyan frente a las formaciones prodemócraticas que empezaron a manifestarse a raíz de una suspendida ley de extradición de sospechosos a China, en lo que los participantes a las marchas consideran una violación de la integridad judicial del territorio, y que les llevó en marzo a salir por vez primera a las calles, y a recrudecer su postura el pasado verano, con una segunda oleada de manifestaciones ya enfrentadas cara a cara con la Policía.

En este escenario, más de 2,9 millones de personas acudieron a las urnas, el 71,2 por ciento del censo, la cifra más alta de unos comicios en la historia de Hong Kong, por encima del récord de los 2,2 millones en las legislativas de 2016, lo que muestra una sociedad cada vez más politizada.

Con prácticamente el recuento terminado de esta crucial convocatoria electoral, los partidos pro demócratas habrían logrado una aplastante victoria al conseguir una amplia mayoría de los puestos a concejal de distrito. Así, acaparaban 351 de los 452 asientos en liza, un ascenso meteórico que casi triplica los que consiguió en las municipales de 2015, según las estimaciones de los medios locales.

Los candidatos pro establishment, alineados con Pekín sufrían, por su parte, un duro revés al haber garantizado al cierre de esta edición solo 45 concejales de distrito, un puesto de escasa relevancia política, pero que en estos comicios tienen un significado trascendental al producirse en medio de las protestas.

Unas horas antes de tener esta lectura de las urnas, el diputado oficialista Junius Ho, candidato en Tuen Mun, ya publicó un mensaje en Facebook reconociendo su derrota y alertó de que era un resultado «anormal» y «lamentable» que pone todo «patas arriba».

«Creo que la alta participación es por el enfado de la gente, que necesitaba expresarse con un voto y el resultado significa que la gente quiere democracia», recalcaba, sin embargo, otro de los líderes locales, pero en este caso contrarios a la autoridad de Pekín. «La gente está con el movimiento antiextradición y la gente sigue con los manifestantes», recalcó.?