Las personas no piden cómo estar en cada momento. Además, sertirse de una u otra manera no está bien ni mal. Estos son dos mensajes claves para transmitir a los hijos, con quien se debe hablar sobre las suyas y las propias, aunque no se sepa ni por dónde empezar.

Amor, odio, ira, celos, vergüenza, compasión, decepción, aburrimiento, tristeza, ilusión, envidia… alteran el ánimo de forma intensa, agradable o penosa, acompañada de cierta conmoción somática. Constituyen legión los adultos a los que no han educado emocionalmente y tienen una carencia y a la hora de formar a los hijos en este campo les cuesta porque «no lo han vivido como algo natural y «tenemos que forzarlo un poco». Así lo cree Clara Más, especialista en educación emocional de la Nau Espacial, un centro desde donde asevera que lo primero que hay que hacer es dotar a los padres de herramientas para poder afrontar estas charlas con sus hijos.