Ilia Galán

Ilia Galán


¿III Guerra mundial?

24/01/2022

Lejos de la Corte y de los lugares donde se resuelven en el mundo las cosas importantes de mandamases y ricachos, pasmados quedamos cuando oímos decir que EEUU puede entrar en guerra unido a la OTAN frente a Rusia, ¿y China?, si invade Ucrania. El gobierno ya ha enviado allí apoyo militar, lo que significa que en caso de conflicto nuclear, algún misil ruso a España podría venir a parar. Peligro, como en la Guerra Fría. Más posibilidades tienen Zaragoza o Torrejón, con las bases militares norteamericanas, de recibir castigos de hedor soviético. El caso es que la amalgama gubernamental, propia de una descomposición de la izquierda, que hiede a cadáver, se deja llevar y nos lleva a un conflicto con un lejano país, una guerra que de ningún modo nos interesa, aunque el precio del gas esté en juego... Otra vez el dinero. Si alguna vez volaran los centenares de cabezas nucleares que guardan los arsenales de unos y otros el planeta, que con eso varias veces puede quedar destruido, quedaría devastado por la contaminación atómica, que vientos y lluvias extenderían a muchas zonas. Ahora bien, ciertas regiones, Palencia, por ejemplo, estarían en principio más alejadas. La vida rural parece así la única opción que nos podría salvar. Habría alimentos al menos, gentes amigas, apoyo mutuo. Las ciudades, en cambio, se pueden convertir en junglas de menesterosos que se devoran mutuamente a causa del hambre, la falta de agua, el apagón tecnológico consecuente, donde hasta el agua del grifo podría apagarse, si los sistemas de distribución quedasen colapsados en una gran conflagración. Triste suena esta canción y acaso, ojalá, se quede en otro fatuo rumor, que ya el virus ha sido suficiente maldición. Muchos males del mundo nos vienen de nuestro prójimo o nosotros mismos nos los hacemos. La codicia, la ambición, la soberbia de más de una nación condujo muchas veces a miles o a millones a la gran destrucción. La humildad, la sencillez, el colaborar unos países con otros, llevó a la gran construcción de un mundo que hasta hace poco celebrábamos como sociedad del bienestar y que poco a poco vemos caer de su pedestal. Rezo a la Majestad celestial para que todo sea una exageración banal.